martes 19 de marzo de 2024
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Sabrina Ajmechet: “Apuesto al virtuosismo de la política, capaz de gobernar considerando múltiples dimensiones”

Politóloga e historiadora, Sabrina Ajmechet pone el foco en escenarios que la urgencia y la coyuntura no nos está dejando ver. El liderazgo político, el retroceso económico y los problemas de salud a futuro son analizados en esta entrevista.

Esta semana, con mucha repercusión, publicaste un artículo que enfocó el tema de la pandemia desde un lugar diferente. Allí planteas que por primera vez en la historia la ciencia guía la acción de la política. De eso nos gustaría hablar. ¿No existe otro antecedente histórico de algo cercano a esto que está pasando?

En mi articulo yo utilizo, para pensar el momento actual, otros momentos de la historia en los que se decidió que la ciencia guiara a la política. Quiero ser muy clara y marcar una diferencia. Una cosa es la política basada en decisiones científicas o las políticas públicas desarrolladas y monitoreadas a partir de la evidencia. Eso es, por cierto, muy valioso.

En cambio, otra cosa muy diferente es la utilización de la ciencia como faro único. Porque los científicos saben mejor que nadie que la ciencia es falible. Pero cuando la política utiliza a la ciencia como legitimador de sus acciones, lo toma como una verdad revelada. Y eso es muy peligroso. En este caso, sucede con virólogos. Los virólogos conocen, justamente, sobre la naturaleza del virus. Pero no son expertos en otras cosas. No saben lo que les pasa a las sociedades en cuarentena: qué consecuencias tiene sobre la economía, sobre la población en encierro, sobre la educación a distancia y tantas otras dimensiones.

Por eso apuesto al virtuosismo de la política, que es capaz de gobernar considerando las múltiples dimensiones. Pero no es lo que primó en las decisiones políticas en la Argentina ni en otros países, en donde las decisiones se vienen tomando principalmente a la luz de los consejos de los expertos en virus.

Estamos en el siglo XXI. La ciencia tiene que jugar a nuestro favor, es un elemento fundamental. Pero no puede convertirse en un criterio único, justamente por la naturaleza compleja de gobernar.

Desde que comenzó esta etapa de confinamiento mundial, fueron pocos los que alertaron (entre ellos vos) sobre enfrentar un problema de estas características con herramientas del siglo XV . En realidad, si queremos ser rigurosos, es de modo invertido: en otras épocas es al “contagiado” o posible sospecho de estarlo a quien se encuarentenaba (por cuarenta días, de ahí la palabra). ¿Por qué crees que las sociedades actuales aceptaron tan mansamente esta situación?

Hubo otros momentos históricos en los que se decidió encerrar a toda la población, cuando no se sabía ni la naturaleza de la pandemia, ni sus causas, ni cómo actuaban los virus en aquel momento.

La sociedad actualmente aceptó esta situación “mansamente” por temor. Tenemos miedo. Y es lógico y natural. Estamos ante un hecho único, que jamás imaginamos y que nos dio vuelta nuestras vidas personales. Entonces, somos obedientes porque estamos haciendo esfuerzos enormes. Quienes vivimos en el AMBA llevamos dos meses encerrados. Eso es un sacrifico enorme y solo se hace porque se confía en que los beneficios que se obtienen son muy grandes. En ese sentido, que empiecen ahora a aumentar las cifras y que también haya sospecha sobre la transparencia de la información es un problema. ¿Se nos encerró demasiado pronto? Difícil saberlo. Se aceptó el encierro, como vos decís, con docilidad pero ya está pesando en todos los sentidos. ¿Se va a poder mantener? Si uno mira lo que está sucediendo en la calle, cuesta creer que se logre seguir así mucho tiempo.

Hay un párrafo del artículo en el que decís: “En aquellos años existieron muchos científicos que creyeron que Lombroso estaba equivocado. Hoy sabemos que era un disparate, al igual que la teoría de la superioridad de las razas. Sin embargo, estas posturas científicas alcanzaron una alta legitimidad en su época y definieron el destino de millones de personas”. ¿Hay voces científicas hoy acalladas? ¿o el temor a planear opiniones no populares nos está llevando a una situación de inmovilidad global?

No sé si están acalladas, porque las leemos, tenemos acceso a ellas. Hay científicos que dicen que los gobiernos están sobreactuando, que se están tomando medidas extremas que son innecesarias. El científico argentino Pablo Goldschmidt lo expresó claramente, por mencionar un solo ejemplo y local. También Adolfo Rubinstein dijo que hay que prestarle atención al virus pero también a otras dimensiones de la vida social y económica. Hay voces disidentes, sí. Lo que creo es que es una situación en la que muchos, por prudencia o temor, prefieren no decir fuerte lo que piensan porque saben que su opinión es impopular. Pero, bueno, eso pasa en las más diversas circunstancias, no? No solo en pandemia.

En tu doble formación de politóloga e historiadora y volviendo a tu artículo, ¿por qué se produce esta “abdicación de la política” que hace que los liderazgos politicos queden en segundo plano? ¿Cómo puede ser el resurgir de esos liderazgos políticos el día después?

En primer lugar, porque elevar a la ciencia al lugar de conocimiento infalible permite una desresponsabilización. Si la única verdad es aquella que revela la ciencia, lo cierto es que no hay lugar para la equivocación política. Y esa es una construcción absolutamente falsa. Porque la ciencia no es igual a la verdad. La ciencia es un conocimiento siempre precario y falible. Muy útil, pero que no se puede confundir con la revelación de “la Verdad”.

En el caso específico argentino, coincido con todos los que lo dijeron antes que yo: la economía estaba chocada, el gobierno quiere mostrar logros en algún lado y en el único que se pueden dar es en salud. La única victoria posible de Fernández es que haya pocas muertes. Porque la economía está y va a estar en una estado absolutamente crítico. Ahora bien, Fernández responsabilizará de eso al gobierno anterior y a la pandemia. Dirá que todo el mundo atraviesa una crisis económica profunda y que la Argentina ya cargaba con una pesada herencia. Su apuesta es que el virus no esté acompañado por una gran cantidad de muertes, así se construirá como un líder que gestionó bien la peor pandemia del siglo.

En este sentido, me parece que Fernández se hace líder con la pandemia. Ya no estamos hablando de un doble comando Fernández-Fernández.

En cuanto a liderazgos políticos claros en la oposición, ninguno está jugando el papel de Alfonsín en Malvinas, ninguno está criticando ferozmente la acción del gobierno y diciendo que es una locura. ¿Por qué? Muchos lo harán porque creen que la del gobierno es la estrategia correcta. Otros porque consideran que no se puede ir en contra de lo que la mayoría de la ciudadanía apoya. Pero, bueno, en ese sentido, lo que podemos predecir es que no saldrá fortalecido ningún liderazgo de la oposición. Si las cosas salen bien, las capitalizará Fernández. Si sale mal, veremos qué ocurre, pero no habrá un claro ganador, posiblemente seamos todos perdedores.

 



 

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