viernes 29 de marzo de 2024
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Propuesta revolucionaria de la OCDE

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organización integrada por los gobiernos de 37 países desarrollados con sede en París, ha diseñado una propuesta impositiva revolucionaria que busca gravar a las grandes corporaciones para recaudar 200.000 millones de euros adicionales en todo el mundo.

La OCDE hace varios años que considera que las grandes corporaciones – sobre todo las dedicadas a las TIC – no tributan en proporción a las ganancias monumentales que generan. Además, en vistas a la aceleración del futuro digital que ha supuesto la pandemia de COVD-19, esa desproporción crece día a día. El problema, que ha sido abordado en forma individual por países como Francia, genera rispideces a la hora de querer ponerle “el cascabel al gato”, por esa razón y en consonancia con el fomento de la cooperación internacional para abordar asuntos globales, la OCDE acaba de terminar una propuesta que deberá ser consensuada por 135 países para ponerse en práctica.

El objetivo del plan es gravar a las multinacionales, incluidos los gigantes tecnológicos estadounidenses altamente rentables y las empresas europeas de artículos de lujo, para que paguen impuestos corporativos sobre las ganancias donde operan y no puedan trasladarlas a paraísos fiscales.

Uno de los escollos para lograr el acuerdo proviene de los EE.UU., país de residencia de las tecnológicas más grandes – y las que menos tributan, en proporción, al Estado Federal – porque la reforma obligaría a tributar en los países en donde estas empresas realizan sus ganancias. El cambio de residente en la Casa Blanca sería un evento favorable a la aplicación de este nuevo sistema fiscal corporativo global unificado, ya que Joe Biden expresa esa voluntad de cooperación y no de la costosa e inconducente “guerra comercial” de Donald Trump.

El proyecto de la OCDE está dividido en dos pilares principales destinados a evitar que las multinacionales trasladen sus beneficios a los llamados “paraísos fiscales” o jurisdicciones de impuestos bajos. El primer pilar busca generar el derecho y crear los medios para que de los estados graven las utilidades de empresas sin presencia física en esa jurisdicción. Así, el país que “aporte” sus consumidores o clientes a esas empresas podrá cobrar un impuesto, incluso si las operaciones se hacen de forma remota.

Esta parte de la reforma crearía las condiciones para que empresas como Google, Amazon y Facebook paguen más impuestos en Europa y países en desarrollo; y Mercedes-Benz, por ejemplo, pague más en los Estados Unidos.

El segundo pilar sería una tasa impositiva corporativa mínima efectiva – todavía no fijada – que todas las multinacionales tendrían que pagar, independientemente de dónde tengan su sede. Si una empresa tuviera su sede en un paraíso fiscal con tasas corporativas bajas, otros países tendrían derecho a recaudar impuestos hasta el mínimo global, eliminando el incentivo para trasladar las ganancias a jurisdicciones de impuestos bajos.

En total, la iniciativa permitiría recaudar hasta un 4 por ciento más que en la actualidad – 100.000 millones de euros por efecto de cada “pilar” -, sin aumentar las tasas de impuestos corporativos, según el mismo documento de la OCDE. Pero más allá de generar una fuente de recursos para paliar las grandes desigualdades intra nación existentes, la propuesta permitiría dar certidumbre y reglas de juego claras, desactivando las soluciones free rider como las adoptadas por la Administración Trump.

La alternativa a este tipo de soluciones es que los estados continuarían intentando tomar medidas unilaterales como la imposición a los servicios digitales, acciones que son vistas como un ataque a la libertad de empresa o desalentadoras de la inversión.

Si el mundo tomara esta ruta, el resultado sería “una proliferación de medidas fiscales unilaterales y descoordinadas y un aumento de disputas fiscales y comerciales perjudiciales” que costarían hasta el 1 por ciento del PIB mundial, advirtió la OCDE.

En plena pandemia y crisis económica consecuente, la cooperación y el acuerdo en organismos internacionales son la mejor solución para los problemas planteados por el colapso de la economía mundial. No hay mucho optimismo por el futuro de estos pilares, aunque el segundo tiene más chances de ser admitido que el primero.

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Veinte Manzanas

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