viernes 19 de abril de 2024
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Perczyc ni trota ni camina

Le quedan pocas hojas al calendario escolar 2021 y todo indica que vamos a entrar al año próximo sin resolver las graves urgencias que sufre la Argentina en materia educativa. Hace poco más de dos meses Nicolás Trotta, estandarte del cierre de escuelas durante la pandemia, abandonaba el Ministerio de Educación dejando en el puesto a Jaime Perczyc -un viejo conocido del sistema educativo- quien prometió una “epopeya educativa”. La sociedad entera depositó sus expectativas en la gestión del nuevo Ministro que, finalmente, ni trota ni camina.

La profunda desigualdad que atraviesa la educación argentina se combina con una pauperización del nivel de aprendizajes, dejando como saldo un problema cada vez más grave que el Gobierno Nacional sigue ignorando. El 30 de noviembre se conocieron los informes de las pruebas ERCE realizadas por la UNESCO, los cuales arrojaron pésimos resultados para nuestro país, continuando la tendencia negativa que ya mostraban las pruebas realizadas en 2006 y 2012. El kirchnerismo aprovechó la ocasión para echar culpas sobre el Gobierno anterior, responsabilizándolo exclusivamente de una situación que ellos mismos contribuyeron a crear. Pero al día siguiente se tomaron las pruebas APRENDER -suspendidas en 2020- cuyos resultados serán publicados a mediados del año próximo: van a reflejar la estrepitosa caída de la educación por efecto de un año y medio de escuelas cerradas por este Gobierno y no habrá lugar a dudas sobre quiénes son los responsables de la catástrofe educativa.

Fieles a su estilo, Jaime Perczyc y los adalides del cierre de escuelas concentran esfuerzos en culpar al Gobierno de Cambiemos de todos los males. Sin embargo, un informe de Argentinos por la Educación denuncia que aún quedan 600 mil jóvenes desvinculados del sistema educativo, mientras seguimos sin contar con un sistema nominal de alumnos que permita realizar un seguimiento de las trayectorias educativas de los estudiantes del país. Ya el año pasado se encendieron las alarmas por el impacto de la cuarentena educativa en las poblaciones más vulnerables, estimando que un millón y medio de niños, niñas y adolescentes fueron abandonados por el Estado y privados de su Derecho a la Educación. El propio Perczyc reconoció que había 1.800.000 de alumnos “que presentaron dificultades” y anunció con bombos y platillos el programa “Volvé a la Escuela” al cual destinaron 5 mil millones de pesos. Los resultados están a la vista. 

El Gobierno debe abandonar el relato y enfocar sus acciones en la transformación del Sistema Educativo, para lo cual es necesario un profundo diagnóstico que deje en claro las prioridades y establezca una hoja de ruta que no admite más dilaciones ni excusas. Hace casi una década se creó el SINIDE, y sin embargo seguimos sin contar con un sistema nacional de información educativa nominal, que permita conocer el estado de situación de cada estudiante, docente y escuela. La decisión del Gobierno de cerrar las escuelas en pandemia, aún contra toda evidencia científica que demostraba, por un lado, la baja incidencia del contagio -con el respeto a los protocolos adecuados y testeos masivos- y, por otro, el terrible impacto en el aprendizaje y la salud emocional de los niños, produjo una verdadera catástrofe educativa que llevará años recuperar.

Otra muestra de la pésima gestión del Ministerio de Educación es el programa Juana Manso: el mismo fue vendido en plena campaña electoral como la solución mágica ante la falta de dispositivos electrónicos y conectividad. Según se establece en su página oficial consiste en un “plan integral que aborda los 3 niveles de la brecha digital: el acceso, el uso y la apropiación, y aplica la tecnología para la mejora de la educación de las y los estudiantes y docentes de todos los niveles y modalidades del país”. El mismo sitio establece detalles del programa en un apartado sobre equipamiento prometiendo que “Durante 2021 se entregarán 633.000 computadoras a estudiantes de escuelas secundarias, rurales dispersas e interculturales-bilingües de todo el país” y en un apartado sobre conectividad planteando que el Ministerio “apunta a conectar a todas las escuelas para promover la igualdad educativa y garantizar el derecho a la educación”. Pero la mentira tiene patas cortas, y un pedido de acceso a la información pública presentado por ACIJ demostró que al 14 de noviembre sólo se habían entregado 27.844 netbooks de las 633 mil que prometía el programa, representando un magro 4,3% del total. A su vez el informe revela que más de la mitad de las escuelas estatales sigue sin tener conectividad a internet.

El colectivo Padres Organizados también resaltó la desidia del Gobierno y su cartera educativa con una carta abierta que dice “terminamos el 2021 sin haber reparado el daño que dejaron el cierre de escuelas y las medidas de confinamiento”. Sus reclamos durante estos dos años pusieron sobre la mesa la gravedad de la situación anteriormente descripta, sumando además una preocupación sobre la salud mental y emocional de niños, niñas y adolescentes. El cinismo del Gobierno se pone en evidencia cuando recordamos que el Presidente Alberto Fernandez le pedía  a los niños que se queden en casa y le manden dibujitos, mientras celebraba el cumpleaños de Fabiola en la Quinta de Olivos.

En territorio bonaerense la Educación sigue en caída libre: después de un año y medio sin clases presenciales y con los peores indicadores socioeconómicos de la historia de la Provincia, el Gobernador preferido de Cristina Kirchner lanzó un plan de nombre rimbombante pero de dudosa efectividad. El “Programa de Recuperación y Transformación” prevé diez medidas en materia de infraestructura, salud, educación y seguridad. Especifica metas y objetivos muy grandilocuentes, pero sin establecer cómo se van a alcanzar. En materia Educativa proponen “Mejoras en la infraestructura y el equipamiento mobiliario, tecnológico y didáctico adecuado” de la mano de un cambio en las autoridades de la cartera provincial. La ignota Agustina Vila, quien acumuló críticas y reclamos tanto de propios como extraños, deja su lugar al frente de la Dirección General de Escuelas a otro viejo conocido del sistema educativo: Alberto Sileoni, quien estuvo a cargo del Ministerio de Educación de la Nación desde el 2009 al 2015. ¿Cómo puede recuperarse la Educación de la mano de un ex Ministro que fue responsable de su decadencia? Parece que la creatividad e inventiva del oficialismo estuviera agotada y sólo apela a rodearse de figuras que tienen más pasado que futuro.

Así es como llegamos al cierre del ciclo lectivo con una acumulación de medidas de dudoso éxito a cargo de funcionarios de probado fracaso. La crisis de la educación en Argentina requiere un trabajo serio y comprometido que el Gobierno no está dispuesto a hacer.  Mientras tanto, las nuevas generaciones de argentinos siguen perdiendo valiosas oportunidades para entender el presente y construir el futuro. 

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