viernes 19 de abril de 2024
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Pablo Racioppi: “Milagro Sala fue un experimento extremo del kirchnerismo para dominar el poder a través de la violencia”

El director de “Jujuy Desoído” considera que esta dirigente es una delincuente, detrás de la cual hubo y hay intereses para acabar con la democracia, la libertad y la República

¿Encaja Milagro Sala en el perfil de un preso político? ¿Se la persigue por pensar distinto, o por haber cometido crímenes? Pablo Racioppi no titubea cuando se le pregunta: “Es una referente del nacional-populismo, fascismo del siglo XXI, del poder informal por sobre lo institucional, de la violencia por sobre la palabra. Es una persona nociva, nefasta, que dejó aterrada a toda la sociedad jujeña”.

Esa descripción la hace luego de recorrer la provincia y entrevistar a víctimas de golpizas, torturas, violaciones. Y de ver casas que todavía hoy acumulan vestigios de invasiones ilegales. Es lo que pudo recoger en testimonios como director para el documental Jujuy Desoído, que se estrenó a finales de 2021, y que ahora volvió a saltar a la palestra luego de la visita del presidente de la Nación, Alberto Fernández, a una Milagro Sala convaleciente en una camilla, que dice ser víctima de la Justicia y del Estado. Él, sin embargo, no está muy convencido de que realmente esté tan deteriorada, y considera que la visita generó más contratiempos que puntos a favor en las encuestas para el Frente de Todos, que una vez más exhibió las grietas de su interna.

“Alberto trató de hacer un guiño al núcleo duro del kirchnerismo en un momento en el que el país tiene el dólar y el riesgo país al alza, y como si no hubiera ninguna otra prioridad. Dio hasta la impresión de que huyera de la realidad que tiene que enfrentar, con un viaje tras otro viaje”, consideró Racioppi, en entrevista para Nuevos Papeles. 

Cuando decidió trasladarse a Jujuy, el Presidente tenía pocas horas de haber regresado al país tras un encuentro con mandatarios del G-7. Durante su ausencia, la inflación no paró de trepar. Y casi en el mismo momento en que compartía fotografías con Sala, desató una lluvia de críticas. En Juntos por el Cambio el rechazo fue unánime, encabezado por Gerardo Morales, gobernador de Jujuy y presidente de la Unión Cívica Radical. “Milagro Sala es una delincuente condenada por corrupción y haber esclavizado a los pobres con violencia”.

Pero también hubo, desde luego, “fuego amigo”. “Que el Presidente ponga las pelotas sobre la mesa y se la juegue por algo”, le tiró Juan Grabois. Y no fue el único. Andrés “Cuervo” Larroque, referente de La Cámpora, remató: “No se vive solo de gestos, ojalá esto no quede solo en la gestualidad”. Así, incluso cuando Fernández quiso “quedar bien”, salió salpicado.

Fue tan solo el inicio de la que quizá haya sido la semana más tensa del Frente de Todos, que a los días salió embestido por la renuncia de Martín Guzmán como ministro de Economía durante un discurso de Cristina Kirchner, con el posterior terremoto político y económico.

Quien mire los capítulos de Jujuy Desoído —disponibles de forma gratuita en la web del documental y en Youtube— podrá pasearse por los orígenes de esta dirigente, por la crisis que sufrió la provincia en la década del 90 con las decisiones del menemismo, y el posterior ascenso de Sala, aupada por la familia Kirchner, para hacerse de poder económico, territorial, social y político. Hay periodistas que cuentan cómo ejercer la libertad de expresión podía pagarse caro. También quienes cuentan haber sido golpeados en los “Pasillos de la amargura”, y jóvenes que de niños que guardan los recuerdos más traumáticos cerca de Sala. Uno, incluso, confesó haber sido víctima de violación, sin poder contarlo entonces por temor a represalias. Quienes dan cara y voz a las denuncias, en medio de todo, hoy agradecen haber sido escuchados, para frenar aquella locura y bregar porque no vuelva a repetirse nunca más.

Construcción con alcance insospechado

Racioppi, que de joven quería ser pintor y estudió Bellas Artes, para después dedicarse al cine publicitario, la producción y la escenografía, en un camino que hoy lo codujo hasta los documentales, tiene diferentes lecturas sobre Milagro Sala.

Por un lado, cree que se trata de una “construcción” por parte de terceros, más que de una creación genuina. De sus inicios, advierte que lo que comenzó como la entrega de una copa de leche evolucionó hasta transformarse en un contrapeso contra Carlos “Perro” Santillán, un sindicalista no peronista conocido por encabezar protestas contra el menemismo en los 90. Luego de la crisis de 2001, y arrancada la gestión de Néstor Kirchner, mutó en una figura alentada desde Buenos Aires para ejercer la violencia y el control social contra los pobres. 

“Creo que ella era un proyecto para promoverla hasta posicionarla como líder de pueblos originarios desde Ushuaia hasta el norte de la Argentina. Pero creo que hay algo más, impulsado por el castro-chavismo, porque esto de los pueblos originarios no es casual. Lo ves en Ecuador, en Chile, en el sur de la Argentina y se sufrió en Jujuy con Sala. Hay gente que a estos grupos los crea, los promueve, les da estrategias para tomar tierras y apoderarse de dominios y destruir instituciones”, deslizó Racioppi.

Y no se muerde la lengua: apuesta a que el objetivo final no solo de Sala, sino de quienes la apoyaron, era ir definitivamente por la República.

“Se trató de un experimento extremo del kirchnerismo para dominar el poder político, judicial y la seguridad a través de la violencia”.

Le apuntó a las dictaduras de Cuba y Venezuela, en las que alerta sobre intereses comunes con Rusia, China e Irán que no deben subestimarse.

“Hay negocios lícitos e ilícitos, cuestiones de espionaje, como el avión iraní que llegó a Ezeiza y todavía no sabemos si es el primero de varios, o qué venían a hacer; estos países cuentan con muchos recursos para propagar sus matrices, y creo que Milagro Sala era un fenómeno más de esos; no olvidemos que en la pandemia quisieron traer a médicos cubanos a la provincia de Buenos Aires, pero por suerte hubo resistencia”.

La batalla cultural

Con la visita de Alberto Fernández a Milagro Sala, Jujuy Desoído tuvo un repunte de reproducciones. El documental volvió a estar en boga, al igual que los vecinos, que una vez más aparecieron en prensa y redes sociales para relatar la situación.

Pero ¿qué fue lo que animó a Racioppi a dirigir —en compañía de Gabriel Levinas como productor— un contenido de este tipo?

“Hay una batalla cultural que se tiene que dar con hechos. No pretendo adoctrinar o solo denunciar. Sí hay que poner la lupa sobre fenómenos del relato kirchnerista”, advierte Racioppi.

Considera que en sus primeros 12 años, el kirchnerismo creó un relato por medio de financiamiento para películas, documentales, teatro, cine y literatura en el cual alteraron algunos hechos históricos y encubrieron otros, como la corrupción y la violación a derechos humanos, como con Sala en Jujuy.

“Me siento en cierta situación de desolación. ¿Dónde están otros que pongan estos hechos en cuestión, que den la discusión? Hay realizadores y personas en jurados que son kirchneristas, otros que prefieren no meterse en ciertos temas, y estoy seguro de que hay otros más que sí se animan y a mí me encantaría estar rodeado de muchos de esos colegas, pero a veces parece una utopía”.

De dos cosas está seguro: que continuará su participación en este tipo de contenidos, y en que ni con toda la propaganda del mundo, los involucrados podrán instalar la idea de que Milagro Sala es una presa política, pues sus crímenes y las víctimas que sufrieron sus atropellos, se mantendrán ahí para denunciar, aun cuando les cueste, los desmanes a los que fueron sometidos.

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