viernes 19 de abril de 2024
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Myanmar: los jóvenes contra el golpe de Estado

La noticia dio la vuelta al mundo a la velocidad de un clic: los militares de Myanmar apresaron a las autoridades democráticas y tomaron el poder. Entre los detenidos estaba Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz y símbolo de la lucha por la democracia, lo que en pasados gobiernos militares le costó 15 años de arresto, una década sin ver a sus hijos ni acompañar a su marido, un historiador inglés, en su enfermedad y posterior muerte.

Desde 2015, Suu Kyi es la persona clave del gobierno birmano (gentilicio aceptado por la RAE para los habitantes de Myanmar), aunque los militares conservaban un gran poder político y económico. A pesar de eso y del escarnio internacional por la limpieza étnica del Ejército contra los rohingya, una minoría musulmana, Suu Kyi había logrado que los uniformados perdieran algo de poder político. Un día antes de ser reelecta se produjo el golpe de Estado.

Myanmar tiene una intensa historia en movilizaciones populares contra el Ejército (llamado Tatmadaw) que tomó el poder en 1962 y que, con diversos rostros, lo mantuvo hasta 2015. Por ejemplo las del 8 de agosto de 1988, aun recordadas como “el 8888”, en un país que ama la numerología. Las protestas de 2007 tuvieron fama global por la movilización de monjes budistas que, con sus atuendos, dieron nombre a los hechos: la “revolución azafrán”.

En esta ocasión la protesta está mostrando otra originalidad, mezclando elementos de la cultura occidental y oriental. El video de la despistada profesora de aerobic se hizo viral y “puso en el mapa” a Myanmar y la situación que se vivía con los militares tomando el poder. A eso aportó también la famosa cantante Rihanna, quien envió envío su apoyo vía Twitter. Además, comenzaron a circular dibujos y caricaturas, en la tradición del comic y el manga japonés.

También volvió a sonar el himno popular que musicalizó las protestas del 8888. Curiosamente esa canción se basa en la melodía exacta de “Dust in the Wind”, un éxito de 1977 de Kansas, una popular banda norteamericana.

Algo llamativo es que los manifestantes se identifican mostrando tres dedos (bajando el meñique y el pulgar) del mismo modo que la actriz Jennifer Lawrence en la película “Los juegos del hambre”. Esta simbología anuncia algo que los militares no han previsto y es que la base del rechazo al golpe está en los jóvenes, que poco tienen que ver con las historias del siglo XX. Tampoco con sus métodos.

Las redes sociales se han convertido en herramientas fundamentales para los opositores al golpe. Facebook y Twitter son las más usadas en Myanmar y a través de ellas comenzaron a organizarse para difundir el llamado a la desobediencia civil promovido por el partido de Suu Ky.

Con las redes también se coordinaron los cacerolazos para sumar más gente a las protestas sin la necesidad de arriesgarse a la represión en la calle. Cada día al anochecer, el conocido sonido de las cacerolas invade Myanmar del mismo modo que hace pocos meses lo hacía en Argentina. Mientras la oposición crece día a día, los militares birmanos cortaron Internet y bloquearon las redes sociales para tratar de frenar el malestar social. Pero eso rebeló más a la juventud. Nadie sabe cómo terminará la historia y aunque no haya lugar a mucho optimismo, los jóvenes de Myanmar parecen no estar dispuestos a aceptar tiranos, ni en las películas ni en la vida real.

Publicado en Clarín el 11 de febrero de 2021.

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