martes 19 de marzo de 2024
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Miguel Ángel De Dios: “Las noticias falsas favorecen a los populismos autoritarios”

Miguel Ángel De Dios es Abogado por la UBA, Magister en Leyes por la Universidad de Miami, ha litigado tanto en Argentina como en la Corte de Nueva York; es actualmente docente en la Universidad del Salvador y en la UBA, y es profesor visitante en varias universidades en Estados Unidos, Inglaterra, España y Brasil. Conversamos con él acerca de la calidad de la información en tiempos de pandemia, de los peligros que se avizoran para la libertad de expresión, de las amenazas a la democracia liberal y el crecimiento de los populismos, de los tiempos de la posverdad,  y de la necesidad de regular el funcionamiento de las redes sociales en beneficio de la transparencia y seguridad de los ciudadanos.

Suele hablarse de la lucha contra la pandemia como si se tratara de una guerra contra el virus y, es bien sabido que en las guerras las primeras víctima son la información veraz y la libertad de expresión. 

Creo que sería exagerado decir que no hay libertad de expresión pero si comparto que las amenazas permanentes a la misma por parte de los gobiernos autoritarios encuentran un espacio propicio en el contexto de la emergencia sanitaria. La pandemia ha permitido sostener el recorte de libertades y derechos básicos (a circular, trabajar, manifestarse en la vía pública, etc.), la libertad de expresión no va a ser ajena. El control y escrutinio de las acciones de gobierno siempre incomoda y los gobiernos de sesgo autoritario actuan en consecuencia.

En estos momentos es crucial que se garantice a voces independientes la posibilidad de informar al público con información crítica que supervise las acciones gubernamentales. Cómo sostiene Steve Coll, decano de la facultad de estudios para graduados en periodismo de la Universidad de Columbia, debemos estar atentos para evitar que la censura sea otra de las secuelas que nos deje el Covid-19.

Además, la crisis vuelve muy vulnerables a los medios de comunicación privados y los hace dependientes de los presupuestos de los gobiernos.

La economía se desploma y la empresa periodística está inmersa en esa misma realidad. Si la importancia de los presupuestos públicos en los medios de comunicación era una realidad antes de la crisis, cuando toda la economía se torna dependiente de la asistencia estatal, la vulnerabilidad de los medios frente a la publicidad de los gobiernos ser torna crítica.

El manejo de la pauta oficial en Argentina ha funcionado muchas veces para favorecer a amigos y como un mecanismo de control y disciplinamiento de medios independientes. En las últimas décadas en casos como Perfil y Diario de Río Negro, la Corte Suprema de la Nación ordenó al Estado “no manipular la publicidad, dándola y retirándola a algunos medios en base a criterios discriminatorios“. En su discurso de asunción Alberto Fernandez manfiestó que quería contribuir a fortalecer una prensa independiente del poder y que no esté atada a los recursos del poder. La crisis económica derivada de la pandemia desafía al gobierno de Fernandez a no repetir las experiencias pasadas.

¿La crisis acelerará las tendencias previas a la pandemia: concentración de la información, hegemonía de las redes sociales, fake news?

En el Siglo 21 con la consolidación en el poder de formatos autoritarios populistas, con tonalidades retóricas de izquierda o derecha, el ataque al periodismo independiente venía en creciente escalada. La batalla por el control de la información es la nota distintiva de la última década. Esta crisis generada por el Covid-19 permite la racionalización del concepto interés o seguridad nacional para justificar el control de la información.

Sin embargo, cuando a la vez los gobiernos de este tinte tienden a sentirse mas cómodos en la descalificación de la prensa independiente y avanzar sobre la libertad de expresión, las redes han creado nuevas plataformas de comunicación donde distintas voces pueden encontrar canales de expresión. La velocidad y amplitud de comunicación que generan las redes virtuales hace muy difícil el control de los gobiernos a las voces disidentes. Lo vimos en la primavera árabe como en múltiples ejemplos que la comunicación en redes virutales sortea en eficacia a los canales tradicionales de manifestación y puede vehiculizar las demandas que de otro modo estarían silenciadas.

Esto sin perjuicio que sobre las mismas redes virtuales la tecnología de algorítmos y procesamiento de microdatos permite dar un enorme poder a quienes cuenten con esta información.  Allí la manipulación mediante la diseminación de noticias falsas y, en general, el uso de tales herramientas por los gobiernos constituyen una severa amenaza a la sociedad abierta.

Sin embargo las redes están llenas de noticias falsas ¿Qué pasó con lo que llamábamos posverdad?

El escenario de posverdad, que es un término cuyo significado esta consensualmente definido en la última década (aunque aparece en algunos debates anteriores), es aquel en el cual en la discusión de ideas o posiciones públicas los hechos objetivos influyen poco en la formación de la opinión pública y, en cambio, son preponderantes las apelaciones a la emoción y la creencia personal previa de cada interlocutor. Algunos pensadores señalan que el término es una redefinición de los conceptos de propaganda y manipulación que existieron en otras épocas de la historia.

Es claro, a partir de los trabajos mas recientes sobre la conducta humana y los aportes de la biología, la neurociencia y la psicología aplicada, en la era de la hiper-información la respuesta individual pasa grandemente por respuestas emocionales aún en la discusión de ideas, el sesgo confirmatorio de cada interlocutor y el desarrollo colectivo de cámaras de eco de ideas como refugio emocional. Ello con menor espacio para la validación, el chequeo de la veracidad de los hechos y argumentaciones. Me resisto a aceptar que estemos definitivamente en el mundo de la falsedad, pero coincido que es una gran amenaza a la sociedad abierta.

Sin capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso ¿No estamos socavando la democracia liberal en beneficio de una democracia absolutista?

Creo que esto es el punto mas crítico, cómo sostener la lógica del debate de ideas propio de una democracia deliberativa si ella se desarrolla sobre la base de la construcción de premisas fácticas falsas. El ejemplo de la experiencia de Cambriage Analitica en las elecciones del Brexit en Inglaterra y la participación en la elección en EE.UU. en 2016 es elocuente. La tecnología aplicada a la manipulación propagandística, el desarrollo del debate público a partir de falsedades y la eficacia de penetración en el electorado, es el caldo de cultivo ideal para la consolidación de populismos autoritarios.

Parecería que llegó la hora de regular el funcionamiento de los grandes prestadores de servicios de internet. ¿Porqué, por ejemplo, continuar  permitiendo el anonimato, o las múltiples personalidades?

Después de las investigaciones en el Congreso de los EE.UU. a partir del uso de microdatos almacenados por Facebook y finalmente usados por Cambriage Analitica, así cómo las múltiples manifestaciones acerca de la problemática de las fake news (valga acá la pena tomar el muy explícito documental en Netflix “Nada es privado”), Mark Zuckerberg se ha convertido en el primer defensor de la necesidad de regular internet y los prestadores de estos servicios. En efecto, desde la propia industria se advierte la necesidad de que la propia arquitectura de la red necesita control.

¿Será suficiente la autorregulación de los jugadores del sistema? La propuesta de crear paneles independientes de revisión para validar la información y su disponibilidad en las redes es una de las propuestas. Pero es difícil colegir que eso será suficiente. Al menos hay cuatro áreas en que sería necesario una nueva regulación, a saber: contenido dañino, integridad electoral, privacidad y portabilidad de datos. El tema es muy complejo y hay que tener siempre celo sobre los resultados de regulación que puede impactar directamente sobre la libertad de expresión. Pero el mercado solo no creo que sea capaz de establecer un balance adecuado de autorregulación.

La información es poder, pero la información falsa genera poder verdadero.

Esto guarda intima relación con la pregunta anterior sobre los datos y la información. En Europa se está trabajando desde hace años con la problemática de la protección de datos como un tema derivado de la economía digital. La tensión entre los países es creciente y las posiciones parecen estar sesgadas en una u otra dirección de acuerdo a intereses. En la última reunión anual de la Red Internacional de Competencia (ICN) en Cartagena, Colombia, donde se reunieron representantes de 136 agencias de competencia en el mundo, era muy clara la disputa de intereses frente al problema de la economía digital. Los representes de la Unión Europea bregaban en todo momento por instalar la preocupación sobre la necesidad de regulación en internet y la protección de datos, en tanto que, los representantes de EE. UU. centraba su foco en la disputa con China por la neutralidad de las agencias de control de competencia. Bastaba con identificar de dónde provienen los vigorosos jugadores tecnológicos en capacidad de almacenamiento y procesamiento de datos a través de internet para entender que posición u otra tenían las agencias regulatorias.

Yo sostengo desde hace tiempo que la tecnología de redes de comunicación, los microdatos y el interés de los Estados por controlarlos es una señal clara del desafío de la sociedad abierta en el Siglo 21. No debemos ser ingenuos ni permanecer inertes. Una sociedad abierta que promueva el fortalecimiento de la democracia deliberativa y que cultive el valor de la libertad de expresión como elemento constitutivo de la misma debe estar preparada para encontrar los mecanismos de regulación y de protección adecuada de si misma ante sus nuevas amenazas.

Cada gran salto que dio la humanidad lo hizo a partir de un cambio tecnológico, pero siempre respetando los derechos de propiedad intelectual. En la batalla de contenidos que se está librando parece no ser importante el derecho de autor. 

Esta pregunta entiendo que apunta a otra problemática que se origina en la economía digital. De nuevo es la asimetría que hay entre el poder de las compañías de internet y su capacidad de divulgación y poner a disposición en la mano de cada consumidor contenido “gratuito” de manera directa frente a los mecanismos tradicionales de controlar y remunerar los derechos de autor. Acá me parece que la Directiva de Derechos de Autor en el Mercado Único Digital de la Unión Europea de 2019 es un ejemplo. Es considerada por algunos que generará en la práctica un mecanismo de censura porque la respuesta del Google, Facebook, etc. será bloquear el contenido que pueda afectar derechos de autor.

Toda la industria editorial europea, por ejemplo, es muchas veces inferior al tamaño y capacidad económica de la más chica de las empresas prestadoras de servicios de Internet. 

Es algo que debemos estudiar bien. La normativa dictada en Europa tiene un período de gracia de dos años para entrar en vigor (como fue el caso del dictado de la normativa sobre Protección de Datos), lo que permitirá verificar cuál es la tendencia del comportamiento de los jugadores frente a la regulación y la eventual eficacia que genera el establecimiento de la misma.

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