viernes 29 de marzo de 2024
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Microcredenciales: el rol de las universidades en un mercado en crecimiento

En el mundo de la educación superior global hoy hay un tema candente, por no decir de moda: el de las “microcredenciales”, es decir certificaciones de pequeñas unidades de aprendizajes de educación postsecundaria, con un contenido centrado en un tema específico, que acreditan un conjunto de habilidades y competencias bien definidas, y con el potencial de lograr rápidos resultados y retornos de la inversión.

Varias razones explican el “boom” de las microcredenciales. Según el Foro Económico Mundial, cada vez se amplía más la brecha entre el tipo de educación que se ofrece en las instituciones de educación superior tradicionales y las habilidades necesarias para trabajar en el mundo actual. En este sentido, las microcredenciales cubrirían nichos del mercado laboral al actualizar continuamente las necesidades cambiantes. Aquí destacan las competencias necesarias para ocupar puestos vinculados con la economía verde y digital.

Por otra parte, las dificultades de acceso y permanencia en la educación han puesto de relieve la necesidad de soluciones formativas que conducen al trabajo. Aquí, las microcredenciales constituyen opciones de inclusión en la educación postsecundaria para quienes no pueden sostener carreras largas.

También son atractivas para un gran número de personas que en su vida han cursado asignaturas de nivel superior sin completar una carrera ni obtener un título. Y a la vez son una forma de cubrir necesidades individuales a lo largo de la vida, ya sea por la necesidad de actualizarse en una profesión u oficio, o para cubrir intereses vinculados con el ocio.

Es así como responsables políticos y empleadores en el mundo comenzaron a interesarse por las microcredenciales, como mejores formas de satisfacer las necesidades de estudiantes, trabajadores, empresas y personas en general. Y a medida que avanzó la pandemia, crecieron estas opciones en formatos de ofertas digitales, especialmente por parte de proveedores externos privados, a veces asociados con universidades y/o empresas, para ofrecer cursos abiertos masivos en línea.

Hoy el mundo ve en estas opciones de formación certificada la forma de responder en las próximas décadas a la necesidad de remodelar millones de puestos de trabajo producto de la digitalización.

Tal es la explosión de las microcredenciales que comienzan a surgir intereses y preocupaciones para su desarrollo. La Comisión Europea, luego de una masiva consulta pública, alienta a los estados miembros a acordar principios y estándares en toda la Unión Europea para la acreditación de microcredenciales, incluyendo los marcos de cualificación y un uso adecuado del Sistema Europeo de Transferencia de Créditos (ECTS).

Los miembros del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), en el marco de la iniciativa MICROBOL, se preparan para el avance de las microcredenciales brindando financiamiento específico y organizando proyectos a nivel nacional para su desarrollo y regulación. Encontraron que en más de veinte países ya existe legislación nacional para la provisión de microcredenciales, lo que da cuenta del potencial de convertirse en calificaciones formales.

En estos debates, las mayores preocupaciones se vinculan con el aseguramiento de la calidad, el reconocimiento y la portabilidad de estas certificaciones.

¿Cuál es el papel de las universidades en esta tendencia en crecimiento? Si bien en el mundo hay un interés principal por parte de empresas privadas y organizaciones no gubernamentales, abundan los casos en los que las universidades forman parte de un ecosistema de proveedores y acreditadores de microcredenciales.

En estas discusiones, gana cada vez más terreno la idea de que el sello de calidad recaiga en las universidades, mientras que las agencias externas de evaluación, sin capacidad de acreditar de manera directa estas ofertas tan cambiantes, deberían centrarse en revisar su inclusión en la evaluación a la universidad, constatando los mecanismos internos existentes.

Por ejemplo, cómo las casas de estudio controlan los resultados de aprendizaje, los créditos adquiridos y el nivel del marco de cualificaciones de cada microcredencial. Y también cómo las universidades aseguran mecanismos digitales para facilitar la portabilidad, la confiabilidad de la información y la verificación de la autenticidad, lo que facilitará su reconocimiento y adopción.

Este aspecto es clave, porque los necesarios controles de calidad no quedarían a merced del mercado, pero a la vez no se burocratizarían con regulaciones estatales rígidas para ofertas educativas en permanente cambio. Sin embargo, en el mundo universitario existen visiones reactivas o demasiado optimistas.

Las primeras ven a las microcredenciales como amenazas de que sustituyan a las carreras tradicionales. Las segundas, colocan en estos formatos tantas expectativas que las asumen como porciones de un rompecabezas conducente a una titulación tradicional.

Para nuestros países en busca de soluciones a problemas históricos, será crucial colocar en el justo lugar estas opciones novedosas, aprovechando sus virtudes y a la vez reconociendo las limitaciones respecto de lo que pueden ofrecer.

Primero, será necesario comprender que se trata de un formato que certifica formación de muy diferentes tipos. Los aprendizajes reconocidos con microcredenciales pueden ser desde formación técnico -profesional hasta de posgrado, o incluso como opciones de extensión universitaria o formación continua.

Segundo, dado que los resultados y el volumen de aprendizaje de las microcredenciales son menores que los de un título tradicional, hay aspectos que ofrece la formación de mayor duración, como el pensamiento crítico y la formación básica, que este tipo de formatos difícilmente pueda lograr.

Tercero, no está en la esencia de las microcredenciales ser consideradas unidades de aprendizaje acumulables. Esto podrá suceder en los casos en que una institución de educación superior decida a priori, en sus programas modularizados, certificar también sus módulos de manera independiente como microcredenciales, lo que implica planificar las posibilidades de articulación de estas piezas en el marco de planes existentes que conducen a una titulación tradicional.

Como sea, hay una característica clave en este tipo de certificación de aprendizajes: los estudiantes están en el centro de la propuesta pedagógica, con metodologías activas que aseguran resultados de aprendizaje concretos y verificables en el corto plazo.

Las universidades tienen una larga tradición en ofrecer oportunidades de formación continua. Las microcredenciales deberían asumirse como parte de esa función, en asociación con otras organizaciones, en un nuevo contexto en el que las personas recurrirán a las instituciones de educación más de una vez, entrando y saliendo, a lo largo de toda la vida.

En ese marco, cada universidad deberá decidir si en su oferta educativa incorpora las microcredenciales, y cómo, según la misión, el perfil institucional y las necesidades de su entorno. Esto requiere, además, algunos lineamientos a nivel nacional con la participación de todas las partes interesadas.

Publicado en Clarín el 25 de agosto de 2022.

Link https://www.clarin.com/opinion/microcredenciales-rol-universidades-mercado-crecimiento_0_ZFN4F614Wv.html 

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