jueves 25 de abril de 2024
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Martín Tetaz: “Nada será igual”

Las máquinas aprenden (y lo hacen rápido), la economía marcha a la uberización, los Estados pierden poder, la educación se segrega, la desigualdad crece exponencialmente, el dinero se desnacionaliza, las nuevas industrias producen a costo marginal cero, bancos de tiempo y de favores, en fin, una cartografía inquietante mirada desde nuestro permanente subdesarrollo. En su último libro Nada será igual, un viaje a la economía del futuro, el economista Martín Tetaz describe y argumenta respecto de cómo se están modificando las reglas de juego no sólo en la economía, sino también en la política y la sociedad.  Todo podríamos resumirlo en dos ejes: el avance de la inteligencia artificial y la uberización de la economía. Una excelente obra de interés general para asomarse al porvenir. Indiferentes a la marcha de la problemática social, abstenerse.

¿Las máquinas piensan?

Si definimos pensar, como procesar información, elucidando correlatos y relaciones, detectando patrones y haciendo pronósticos. Sí, claramente las redes neuronales recursivas piensan. Más simple aún; si lo definimos como Alan Turing; esto es: si las maquinas pueden hacer las mismas tareas de procesamiento cognitivo que las personas, sin que sepamos si una tarea ha sido hecho por un mecanismo artificial o por un ser humano, la respuesta también es sí, al menos para muchas tareas.

¿Qué significa una economía uberizada?

La uberización es la eficientización de los procesos de intermediación; desde el transporte, hasta los medios de comunicación, pasando por los bancos y el comercio. Se trata de conectar mas fácil, más rápido y más barato, a los consumidores y a los productores de bienes y servicios. Además, la uberización permite utilizar el sistema de precios con toda su potencia; una forma de capitalismo con anabólicos.

¿Qué pasará con el mercado laboral?

Vamos a un mundo heterogéneo. Mucho más que ahora, con las grandes empresas que agregan valor sin costo marginal, o con un costo despreciable, como Google o Facebook, interesadas en contratos de largo plazo con sus trabajadores, para evitar que se los robe la competencia, pero en la otra punta con freelancers que ni siquiera tienen un solo empleador. Las pymes ya tienen muchas dificultades para ser competitivas en el mundo de la relación de dependencia tradicional y buscan por lo tanto contratos de obra, por objetivos, como los que hacemos con el plomero o el electricista.

¿Si las relaciones de dependencia están en un proceso de cambio cómo se financiará el sistema previsional?

El avance de la inteligencia artificial está poniendo en discusión el rol de la tercera edad; como ha planteado Sebastián Campanario en su último libro “Revolución Senior”, tenemos que deconstruir nuestra visión sobre la jubilación porque con las nuevas formas de creación de valor la experiencia es un activo muy redituable que no tiene sentido jubilar.

Al mismo tiempo emerge la posibilidad de generar rentas del capital de inteligencia artificial, sin necesidad de trabajar y por lo tanto ya no necesitamos un sistema donde los trabajadores financien a los retirados, con lógica redistributiva, sino uno donde la sociedad ofrezca un ingreso básico de carácter universal, o el equivalente a un impuesto negativo a la renta, financiado con ese sistema de capitalización social.

Entre las muchas ideas innovadoras que desarrollás en el libro, hay una que propone redistribuir riqueza tomando el modelo del “impuesto al lujo” que tiene desde 1997 la NBA y la Liga Mayor de Béisbol (MBL) en EE.UU. ¿Cómo sería?

La NBA tiene un impuesto que pagan los equipos que gastan mucho en contratos, con el que financian las nominas de los clubes mas frugales, ayudando a mejorar de esa manera el balance competitivo del sistema, lo que evita que pueda saberse de antemano quien será el ganador de la liga, porque entienden que si eso ocurre el juego pierde atractivo y se reducen los ingresos.

Uno de los cambios que ya se están produciendo en la educación es que la escuela ha dejado de ser el ámbito de adquisición de capital humano para convertirse en un espacio de reproducción y construcción de capital social. Es cierto que siempre hizo las dos cosas, como bien lo resume Bordieu en su concepto de capital cultural, pero cada vez mas los chicos aprenden a leer y escribir en sus casas, antes del aula, del mismo modo que se forman viendo videos de youtube o aprendiendo de sus pares, sin supervisión de adultos.

Los impuestos al lujo como los de la NBA pueden frenar el proceso de segregación escolar, que en los últimos 20 años dejó a la escuela pública como refugio de los pobres, mientras la clase media votaba con los pies, huyendo hacia el sistema privado, pero que en los últimos años se ha exacerbado en una competencia por matriculas cada vez mas caras, cuyo único efecto es cristalizar el capital social.

Por muchas vueltas que le demos al asunto sigue siendo la educación la herramienta para achicar las desigualdades, pero la educación está transitando una crisis de paradigma. ¿Cómo será la escuela?

Una de las cosas que nos recordó la pandemia es que, aunque los chicos pueden aprender el teorema de Pitágoras por zoom y los padres trabajar desde la casa, tanto la escuela como el trabajo son los dos pilares en torno de los cuales se organiza nuestra vida social y el conjunto de experiencias que ocurren dentro de un aula no se pueden reemplazar por una pantalla, que en todo caso las complementa.

Pero también es cierto que como ha planteado Ken Robinson, el modelo educativo actual es hijo de la revolución industrial que necesitaba una burocracia uniforme y esa forma de creación de valor quedó en la historia; hoy necesitamos pensamiento creativo y disruptivo, por fuera de la caja, en equipos de trabajo dinámicos y heterogéneos donde la diferencia es un plus; la línea de montaje donde todos pasan al mismo tiempo por la misma etapa del proceso es ridícula, pero la escuela seguirá siendo el espacio social por excelencia aunque sufra un profunda transformación.

Más allá de lo pedagógico, lo cierto es que hoy la escuela, con su acceso estratificado es cada vez mas un vehículo de segregación social, que uno de oportunidades; cada vez mas una autopista de muchos carriles y cada vez menos un ascensor de movilidad. Pero al mismo tiempo, como nos enseñó el cierre de las escuelas durante la cuarentena; sin escuelas una generación entera de sectores vulnerables queda condenado a la pobreza.

Contás en el libro que cuando le preguntaron a un Maradona de 14 años cuáles eran sus sueños, respondió: “Mis sueños son dos, el primero es jugar en el Mundial y el segundo es salir campeón de octava”. ¿Cuáles son tus sueños?

El mío también es jugar un mundial. Hasta que me despierto y me conformo con poder ver uno. Pero también sueño con una revolución de las reglas de juego que pavimente el camino de los que quieren trabajar, estudiar, invertir y producir en mi país. Sueño con un Estado que funcione, que ponga mas reglas y dicte menos, que sea socio en las ganancias y deje de llevarse la plata de los sueldos, la inversión y las exportaciones. Sueño con un país que reconstruye la moneda y el crédito con un directorio del BCRA independiente, nombrado por una mayoría especial del congreso y permaneciendo en su cargo sin importar quien gobierne.

Sueño que la singularidad y la disrupción tecnológica es una oportunidad. Y que la aprovechamos.

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