viernes 26 de abril de 2024
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Martín D’Alessandro: Poder duro, poder blando

 

Hace 30 años, el politólogo estadounidense Joseph Nye, hizo célebre una distinción conceptual entre el poder duro, y el poder blando. El poder duro es el poder tangible, militar, policial, económico, de la gestión. El poder blando es el poder intangible, es la atracción, modificar las preferencias de los demás, sin la necesidad de aplicar premios y castigos.

El poder inteligente, en liderazgo eficaz, combinan elementos del poder blando y del poder duro, pero cuando uno de estos dos elementos falla, todo el poder queda desequilibrado y expuesto en cuestión. Argentina en este momento tiene este problema delante, el presidente Alberto Fernández tiene a su disposición todos los elementos del poder del Estado, pero su poder blando se está desgastando día a día, sus índices de popularidad, el respeto de los otros actores políticos y económicos, su propia posición moral, están desgastándose. En la misma línea, su poder de acción y de comunicación, están perdiendo peso debido a sus cambios de parecer pasados y presentes.

El peligro de este desequilibrio, es que ante la pérdida del poder blando, el presidente cree que la situación lo está empujando a exagerar su poder duro, sobreactuando entonces su capacidad de nombrar a funcionarios que no son idóneos, o tratando de sancionar, o agredir de alguna forma a todos aquellos a los que no puede persuadir, ni liderar, ni inspirar con una visión de futuro u objetivos comunes. Esto es importante y tenemos que estar atentos porque no siempre en la historia, los avasallamientos a la democracia provienen de la fortaleza, sino también de la debilidad.

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