jueves 25 de abril de 2024
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Mariana Polizzi: “Es importante implementar el free movement lo antes posible en la Unión Europea”

La crisis del transporte en Gran Bretaña, las recientes elecciones en Alemania y la Europa pos Covid son los temas que desarrolla Mariana Polizzi, en esta entrevista.

El fin de semana se realizó una elección histórica en Alemania, las primeras sin el protagonismo de Angela Merkel. Triunfó por un pequeño margen el socialista Scholz, quien, pese a la complejidad del sistema para elegir Canciller, quiere tener un gobierno definido antes de Navidad. ¿Cuáles son las posibles alianzas que se pueden dar?

Efectivamente, muchos analistas y académicos europeos coinciden en este punto: podrán discutir por estos meses el legado de Merkel, pero no habrá materializado un nuevo gobierno alemán hasta diciembre; y con este punto coincido plenamente.

Es interesante observar el fragmentado escenario alemán: la ínfima diferencia entre la CDU de Merkel y la Socialdemocracia de Scholz, pero también, un impresionante crecimiento del Green Party, más un freno a la ultraderecha representada por Alternativa para Alemania, que amenazaba con capitalizar y seguir creciendo con la crisis de la pandemia. Lo más probable es que estos dos grandes partidos (CDU y SPD) se sienten a negociar la formación de una coalición, pero sin dejar de incluir a los liberales y a los verdes. El cordón sanitario, sin dudas, se aplicará sobre AfD. Alemania parece no querer imitar el ejemplo de otros países europeos, en donde la derecha radical participa en las coaliciones de gobierno.

¿Existe hoy en Europa una figura que pueda reemplazar a Angela Merkel? Macron enfrenta unas elecciones difíciles el próximo año, ¿crees que puede ser esa figura si logra la reelección?

Desde el momento primigenio de la fundación que dio el puntapié inicial para lo que hoy conocemos como Unión Europea, que fue el Tratado de Roma, el axis franco alemán adquirió especial relevancia. Y en ese sentido, miembros comunitarios tan importantes como podríamos pensar en el caso de Italia, fueron de alguna manera subsumidos al ritmo marcado por Berlín y Paris.

En el caso de Merkel, su figura adquiere una impronta europea por los momentos históricos que le tocó sortear. Desde sus inicios en la primera plana de la política alemana, fue cuestionada no sólo por ser mujer sino también por la manera en que rápidamente se decantó del líder de la UDC y el escándalo de corrupción de ese momento: Un segundo momento lo podemos ubicar con la crisis financiera internacional de 2008 que, rápidamente, se expande a lo largo y a lo ancho del mundo, pero específicamente pensando en términos europeos esto se ve claramente con la crisis del Euro en 2012-13, salvaguardada exitosamente por el entonces presidente del Banco Central Europeo (BCE) y hoy actual Premier italiano, Mario Draghi: en este sentido, Alemania y, especialmente, la administración de Angela Merkel es proyectada como la más ordenada y eficiente de Europa, y el modelo a imitar para el resto de los países, en clave al conocido clivaje Europa Septentrional y la Mediterránea. En tercer lugar, la crisis migratoria de 2015, que implicó todo un desafío en términos no sólo humanitarios sino también políticos y sociales para el Viejo Continente, en donde la gestión germana fue fundamental para la acogida de los refugiados de la crisis siria, por ejemplo. Por último, la crisis provocada por la pandemia del Covid19 evidenció, una vez más, la voluntad de hierro de Merkel para hacer frente a la crisis.

Por todos estos motivos, se hablar comúnmente del “legado de Merkel”. En mi opinión, Macron tiene un perfil político más tecnocrático, no es un político tradicional per se, y será interesante observar a futuro cómo construye su liderazgo a nivel transnacional, una vez concretada la salida de la canciller alemana del poder. Sí se pudo vislumbrar un indicio de esta voluntad cuando se apersonó en Beirut ante la crisis del Líbano, marcando de alguna manera el peso global de la UE y de Francia como actor en Medio Oriente.

De a poco, los países van implementando una normalidad no muy diferente como era antes de la pandemia, salvo por la implementación de un pasaporte Covid, que se va imponiendo. ¿Qué escenario de movilidad vez para el espacio Schengen en el corto plazo?

En este sentido, coincido plenamente: la vuelta a la normalidad (salvo por la implementación del pasaporte Covid más el Green Pass) no se vislumbra demasiado diferente, más que nada por el espectacular avance de la vacunación en territorio europeo, sobre todo en los países adherentes al Tratado de Schengen (a pesar de los numerosos movimientos anti Covid y anti vacunación). Así que, en el corto plazo, y como la presidenta de la Comisión Europea Ursula Von Der Leyen ha manifestado en reiteradas oportunidades, lo fundamental es garantizar el free movement lo antes posible, pues este es uno de los pilares de la existencia misma de la UE.

¿Qué pasará con los movimientos antiglobalización en Europa? ¿Confluirán con los antivacunas, como se vio un poco en Francia? 

Creo que antes de analizar esta cuestión tenemos que ponernos de acuerdo respecto a tres puntos esenciales: 1) la pandemia del Covid19 evidenció un mundo surcado por la desigualdad, la falta de empleo (señalada por la ONU como algo endémico), y el avance tecnológico que influye cada vez más en nuestra cotidianeidad; 2) asimismo, la intención de cooperación y solidaridad internacional propias del multilateralismo, con resultados dispares como lo sucedido con la iniciativa COVAX, más la distribución de vacunas contra la enfermedad, evidenciando una vez más la cuestión centro periferia; 3) el escenario internacional evidencia un mundo en transición, principalmente hacia el Asia Pacífico y Suedeste Asiático, y será interesante ver en los próximos años que sucede con las economías de actores hegemónico como Europa y Estados Unidos.

Dicho todo esto, es probable que con el avance del capitalismo (y catalizado por la crisis del Covid19) los movimientos globalifóbicos de Europa estén más que presentes, a pesar de iniciativas como Next Generation EU y la asignación de los fondos a los países más afectados por la situación crítica vivida en estos 18 meses; y, por otra parte, sumarle a esto los denominados “movimientos anti Covid19 / antivacunas” que directamente descreen de la existencia de la pandemia, y se niegan sistemáticamente a la tutela sanitaria por parte del Estado.

El Brexit se cobra sus primeras facturas en Gran Bretaña con la escasez de combustibles. ¿Era de prever este escenario? ¿Se puede dar con otros productos? ¿Qué salida tiene Boris Johnson a esta crisis?

Escases de combustibles y materias primas, pero también (y fundamental) de fuerza de trabajo disponible para ejercer oficios vitales como el transporte o la agricultura. El escenario era de preverse, de hecho, mucho de los partidarios del Remain advirtieron esta situación a futuro, más la fuerte crítica respecto a las posibilidades de acceso al mercado común y el status tan especial del que gozaba el Reino Unido al ser socio comunitario de la UE: ¿Quién se ocuparía de las cosechas si los trabajadores rumanos y búlgaros se van del país? ¿Y con los chóferes provenientes de otros países del Este? ¿Y el sector de la construcción? ¿Y los servicios de limpieza? Y así un largo etcétera.

Ahora bien, incipientemente Boris Johnson tiene la intención de solucionar el escenario que puede presentarse a futuro, mediante el otorgamiento de visados para atraer a trabajadores que quieran desempeñarse en este tipo de sectores. El ejército británico, en una situación francamente repentina, tuvo que suplir la falta de abastecimiento de combustibles a través de su propia infraestructura. Ojalá que esta falta, a futuro, no se suceda respecto al resto de las otras actividades mencionadas.

Ante las olas migratorias que seguramente seguirán llegando a Europa, sobre todo en los próximos años, ¿qué actitud tomarán los partidos políticos de signo responsable y maduros, sobre todo los que ejercen el poder?

Algunos internacionalistas coinciden en que la geopolítica de la inmigración será uno de los temas clave que enfrentará Europa en su conjunto en los próximos años. Quiero creer que se adoptarán medidas en donde pueda primar la solidaridad y, sobre todo, el derecho internacional al cual estos Estados están sujetos. Un punto interesante para discutir es la consagración de un nuevo pacto migratorio anunciado en 2020, que elimina el sistema de cuotas de 2015; también ha circulado la posibilidad de modificar el Tratado de Dublin que establece que el país que gestiona la acogida es aquel en el que se hace “primer pie” en territorio. Deberían primar los derechos humanos, y fundamentalmente, concebir a la migración como una cuestión enmarcada en esa categoría nativa.

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