viernes 26 de abril de 2024
spot_img

Leandro Querido: “No hay democracia sin condiciones reales de alternancia”

Leandro Querido es politólogo especializado en observación electoral y director ejecutivo de Transparencia Electoral. Autor del libro “Así se vota en Cuba”.

En un artículo reciente advertís sobre algunas señales desde el gobierno que apuntan a un proceso electoral en 2021 con fuertes sospechas. ¿Cuáles son esas señales?

El gobierno argentino no tiene ningún compromiso con la integridad electoral. Es un tema que no está en su agenda y no es una omisión casual. El modelo electoral de la coalición peronista tiene en su ala vernácula al modelo de Santa Cruz o Formosa, provincias en donde la competencia electoral fue suprimida a partir de reformas electorales que violan derechos políticos de ciudadanos y partidos de la oposición y por otro lado se encuentra el ala internacionalista que tiene como modelo político a Cuba que pudo consagrar en la propia Constitución la equiparación de la figura de “traición a la patria” con la de la actividad política opositora. Es esa ala que no puede condenar la dictadura de Maduro y la que apoyó las fake elecciones del 6 de diciembre. Entre estos dos sectores no puede surgir una propuesta basada en la integridad electoral que es el faro de los países de la región que quieren fortalecer la institucionalidad democrática. 
Además, después del discurso de la vicepresidente en La Plata, ¿alguien imagina a la Directora Nacional de Elecciones (DINE) llevando una propuesta para mejorar las debilidades del sistema electoral?: “Hola vengo a mejorar la competitividad electoral, a transparentar el financiamiento político y a desmontar el clientelismo”. ¿Qué le respondería Cristina? Andá a buscarte otro laburo le diría.
Pero estas no son simplemente especulaciones. Alberto Fernández en un clima de época mundial proclive al feminismo no le tembló el pulso para discriminar a la mujer que ganó el concurso de mérito para ocupar la vacante en la Cámara Nacional Electoral. La excluyó y puso en su lugar a un referente de las provincias con marcado déficit democrático que además fue apoderado de su partido político. Algo que sería un escándalo en cualquier país con un mínimo interés por la rendición de cuentas y la institucionalidad.
La posibilidad de que el juez Ramos Padilla se haga cargo del juzgado federal de la Provincia de Buenos Aires es inquietante. Tensa la elección del 2021 en un distrito clave. Las oposiciones deberán trabajar en un plan de control paralelo destinado no solos cubrir la jornada de votación sino además la etapa preelectoral.
Agregale a todo esto el cambio de reglas unilateral con la posible suspensión de las PASO o la restitución de las reelecciones indefinidas de los intendentes. Están todas las luces del tablero de control titilando.
¿El gobierno busca erosionar a la oposición con estos pasos?
Uno no quiere ser injusto o duro en sus planteos pero no se puede negar esta situación. El PRI en México luego de tener el control total del proceso electoral decidió asumir el desafío de la competencia abierta. Y así pasó de partido hegemonico o dominante a ser uno más. Le tocó ganar y perder y de eso se trata la democracia. No hay democracia sin condiciones reales de alternancia. 
Además el gobierno nacional en estos últimos tiempos ha asumido un discurso polarizante propio de los populismos autoritarios. El pueblo versus el anti pueblo, la patria versus los antipatrias. Ese discurso fue el que estructuró Cuba para violar derechos e instituir un régimen de partido único que lleva 60 años. Para que dimensionemos esta locura naturalizada en Corea del Norte se hacen elecciones y participan dos o tres partidos satélites del Líder Supremo. En Cuba ni eso.
Hay algunas excepciones en el peronismo pero no pueden darle un lugar en la agenda del gobierno nacional a estas cuestiones. Pienso en el peronismo de Córdoba, de Santa Fe, de Chaco, Salta o de Tierra del Fuego, que han hecho cosas interesantes o han acompañado reformas positivas pero se diluye todo este esfuerzo en la dimensión nacional.
La OEA recientemente publicó una Guía para realizar elecciones en tiempos de pandemia. El eje central es la búsqueda de consenso para la toma de decisiones en cuanto a las reglas electorales. ¿Qué hizo el gobierno nacional? Todo lo contrario. Imposiciones que solo buscan sacar ventaja e inclinar la cancha en su favor como puede ser la suspensión de las PASO.
Recientemente, en Nicaragua, un gobierno aliado al de Alberto Fernandez, se aprobó una ley que avanza sobre la libertad política de los opositores. ¿De qué se trata dicha ley?
Daniel Ortega hoy se ha transformado en el nuevo Anastasio Somoza y no es una exageración. 
Su Asamblea Nacional ahora ha sancionado la Ley 1055 que proscribe a la oposición y la clasifica como “traidores a la patria”. Como en Cuba y Venezuela. El mismo libreto. Ortega controla el máximo tribunal constitucional. Desde allí intervinieron todas las directivas de los partidos de la oposición para poner a políticos funcionales al gobierno. Es como que la Suprema Corte de Justicia a instancias del Ejecutivo intervenga la UCR para sacarlo a Alfredo Cornejo y poner a Moreau. Eso pasó con el principal partido de la oposición el partido Liberal Independiente de Eduardo Montealegre. En 2016 desaforaron a 28 diputados de la oposición. Se realizaron elecciones fraudulentas y con proscripciones y como si fuera poco hubo represión a opositores con cientos de personas asesinadas por las fuerzas de seguridad, la mayoría jóvenes del movimiento estudiantil. 
Ortega hoy está al margen de la ley y junto a Venezuela y Cuba son las tres dictaduras que sobreviven en este hemisferio. Nicaragua debería tener elecciones generales a fin del 2021. De seguir así serán elecciones sin sorpresas y sin legitimidad. 
En Cuba, un país cuyo “sistema electoral” conocés muy bien, se está dando un conflicto muy fuerte entre sectores de la cultura y el gobierno. Incluso con detenciones arbitrarias todos los días. En el medio, una feroz devaluación castiga aun más a una sociedad arrasada económicamente. ¿Puede esto modificar el tablero político en la isla?
No me animo a especular sobre desenlaces y menos sobre un régimen que lleva 60 años en el poder pero lo cierto es que se trata de un régimen longevo que nada puede ofrecerle a la nueva sociedad cubana que se muestra desafiante. El Movimiento San Isidro, los grupos animalistas o LGTBI son expresiones novedosas que el sistema de partido único no puede digerir. Además hay un nuevo periodismo que con un celular en la mano descoloca las mentiras organizadas del régimen. Igualmente es un modelo cuyo control social se basa en la administración centralizada y exclusiva de alimentos escasos. Un recurso muy efectivo en regímenes que solo generan pobreza. Que su objetivo es la pobreza como instancia de control. En este contexto las elecciones son una ficción. Una imposición que fluye de arriba hacia abajo. Raúl Castro sigue siendo el gran elector. 
Es interesante poner es perspectiva el caso Cuba como el ejemplo más radical. Luego vienen otros paises que lo intentan imitar sin llegar al cien por cien de pureza. Venezuela y Nicaragua por ejemplo. Pero atención porque hay otros países que algo de Cuba tienen en sangre: Bolivia con Arce y Evo, Argentina con Cristina o México con AMLO. Colombia tiene a Gustavo Petro en la oposición por ejemplo. 
Volviendo a la realidad de Cuba podemos decir que a esta nueva sociedad se le adiciona una crisis económica inminente que puede generar algo de incertidumbre en un régimen totalitario y celoso que no quiere por ningún motivo abrir el grifo de la participación. Se trata de un nuevo y difícil desafío, ya sin la billetera generosa de Venezuela de respaldo.
En paralelo a las noticias locales, asistimos a un proceso electoral viciado de irregularidades en Venezuela, sumado a lo que antes señalábamos de Cuba y en Nicaragua. Dados estos escenarios, ¿está nuevamente en peligro la democracia en nuestro continente? ¿O se impondrá por algún tiempo un escenario donde convivan democracias liberales con iliberlaes?
Sin duda hay un escenario desafiante para las jóvenes democracias en construcción que tenemos en América Latina. Entiendo que la crisis ocasionada por la emergencia de la pandemia debilitó a muchos gobiernos y esto le ha dado una oportunidad a la posible irrupción de una segunda ola del virus del populismo autoritario de izquierda. La débil institucionalidad democrática de la región no ha generado una vacuna efectiva al respecto para frenar este avance y esto es un problema porque no conocemos una experiencia propia del populismo autoritario de izquierda que haya impulsado mejoras en los sistemas electorales para hacerlos más integros y competitivos. Por el contrario, su marca distintiva de gestión en cuanto a gobernanza electoral va de la imposición de la “cancha inclinada” a la supresión lisa y llana de las elecciones democráticas. 
Y esto es un retroceso que va a contramano de lo que ocurre en los países con desarrollo.
Los modelos exitosos son los que han construido mediante consensos, un centro amplio, de auto reconocimiento que va desde la izquierda democrática a la derecha democrática. El costo de la destrucción de ese espacio puede ser provechoso para una élite autoritaria, pero es muy oneroso, una verdadera tragedia, para la inmensa mayoría de la sociedad. Y la destrucción del sistema electoral no es casual, dado que son las elecciones íntegras las que permiten dirimir qué modelos son más inclusivos, de lo contrario solo hay imposición, una imposición que resulta difícil sacársela de encima, que se apodera de un cuerpo social como un virus al cual las vacunas parecen no ser efectivas. Por lo tanto, cuando no hay vacunas efectivas lo mejor es acudir a la prevención y en este caso se trata de tomar distancia de los discursos polarizantes que se difunden desde el poder para condenarlos y aislarlos. La dirigencia política con compromiso democrático debe unificarse para penalizar políticamente a las autoritarias y a los autoritarios que buscan en la exclusión y en la supresión de derechos su particularista camino a la gloria.Los modelos exitosos son los que han construido mediante consensos un centro amplio, de auto reconocimiento que va desde la izquierda democrática a la derecha democrática. El costo de la destrucción de ese espacio puede ser provechoso para una élite autoritaria, pero es muy oneroso, una verdadera tragedia, para la inmensa mayoría de la sociedad. Y la destrucción del sistema electoral no es casual, dado que son las elecciones íntegras las que permiten dirimir qué modelos son más inclusivos, de lo contrario solo hay imposición, una imposición que resulta difícil sacársela de encima, que se apodera de un cuerpo social como un virus al cual las vacunas parecen no ser efectivas. Por lo tanto, cuando no hay vacunas efectivas lo mejor es acudir a la prevención y en este caso se trata de tomar distancia de los discursos polarizantes que se difunden desde el poder para condenarlos y aislarlos. 
Los procesos electorales del 2021, incluyendo al de Argentina, tendrán dos modelos a seguir. El de Venezuela y Nicaragua o el de Chile y Uruguay. 
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Alejandro Garvie

Crecen las posibilidades para un segundo mandato de Joe Biden

Alejandro Einstoss

Ley Bases: Privatizaciones, un acto más del péndulo entre el Estado y lo privado

Fabio Quetglas

Optimismo tóxico