jueves 28 de marzo de 2024
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La radicalización del populismo (reloaded)

¿Cuál es la imagen que describe hoy de mejor manera al Gobierno Nacional? ¿La de un conflicto que apenas puede ser disimulada entre un Presidente moderado y moderador, y una Vicepresidente desesperada por zafar de sus causas judiciales? ¿O la de un Águila de dos cabezas, en la que un Presidente en el Gobierno y una Vicepresidenta en el Poder convergen en sus intereses y trabajan finalmente como un único equipo?

Lo cierto es que la actitud conciliadora y consensual del Presidente que se expresa en sus intervenciones públicas -aunque a veces se le salte la chaveta- es funcional para que el kirchnerismo disimule su avance continuo sobre el Estado y desde allí hacia la sociedad.

La política siempre trata de encontrar su curso, como el mercurio. De hacer de cualquier situación una oportunidad. Y la pandemia, y muy especialmente la cuarentena (única arma que se tiene para combatirla en un país flojo de otras capacidades para enfrentarla) le han significado al kirchnerismo extremo un escenario ideal para retomar la “radicalización del populismo”. La misma que abortada con el triunfo de Cambiemos -con la paradoja amarga que fue la misma dirección de CAMBIEMOS la que posibilitó su regreso-.

En la interpretación de algunos miembros prominentes del kirchnerismo la pandemia ha herido de muerte al Capitalismo Global y esto hace que los poderes imperiales (léase Estados Unidos) se encuentren debilitados y ensimismados en sus problemas. Lo mismo sucede con los poderes vernáculos asociados (la legendaria “bisagra del imperialismo”): ellos están en cuarentena, quedando en evidencia su dependencia, que anteriormente se manifestaba en su carácter depredador del Estado. Solo que ahora se invirtió la taba.

Hasta antes de la pandemia regía el llamado Trilema de Danny Rodrik. Para el economista turco que enseña en los Estados Unidos, en el mundo prepandemia solo un par de los tres elementos componentes claves de la modernidad podían presentarse asociados (Democracia, Estado, Globalización). Así, democracia y globalización, constituían el USA way; Estado y Globalización, el China way; y Democracia y Estado, el Populist way. La crisis de la globalización irreversible, en la mirada del kirchnerismo, implica una convergencia de las naciones sobre el modelo populista, que implica -a la vez- la eliminación del componente liberal de nuestras democracias.

Dado nuestro sistema bimonetario, el Estado ha avanzado resueltamente y sin problemas sobre el 70% de los argentinos que dependen de los pesos impresos por la maquinita del Banco Central de la República Argentina. La siguiente fase lógica es controlar al único contra poder que no depende del Estado. La única maquinita que en el país produce dólares, o sea, al C.A.M.P.O.

Contra poder porque es el único sector que puede estrangular el necesario ingreso de dólares que demanda el mantenimiento de la economía, aún en coma inducido. Por eso, el kirchnerismo somete a la sociedad al único testeo que le interesa que es el saber el estado de los anticuerpos sociales contra el avance de su hegemonía. Por eso, el caso Vicentin, más allá de sus complejidades es el primer round de una pelea que recién empieza.

Todavía muchos opinan que la vicepresidenta en ejercicio del poder lo único que pretende es su amnistía de sus cuitas judiciales. Sin embargo, las causas han avanzado tanto, las pruebas se han acumulado con tanto peso gravitatorio, que el único modo de evaporarlas es con un cambio de sistema. Por eso, van por la ampliación de la Corte Suprema. Por eso, van porque vuelvan a la Procuración las escuchas telefónicas. Por eso, van por un cambio total de personal en la AFI.

La impunidad es un fin, pero también es un medio para que avance la radicalización del populismo que en el medio de la globalización en coma inducido ha encontrado un nombre de fantasía en el pletórico relato oficial. Así el concepto de Soberanía ha comenzado a hacerse pandémico en el discurso oficialista.

Soberanía que no es Nacional, ni del Pueblo, y que, aunque desde el kirchnerismo asi se la invoque, en realidad significa imposición de sus particulares designios. Dado que no hay en su perspectiva diferencia alguna entre Estado, Gobierno y Conductor/a del Movimiento. Así como tampoco entre lo Público y lo Privado (que son fantasmagoría mediante las cuales la burguesía esconde el verdadero robo que se le efectúa al Pueblo).

Avanzar en la “soberanía” kirchnerista demanda tener bajo control las variables económicas, y para eso es fundamental el período de gracia para no pagar la deuda, y tener disponibilidad de dólares para estabilizar el modelo AF. De allí que el Gobierno finalmente exhiba su afán por cerrar el tema deuda. Tal como es tradición en el kirchnerismo, se empieza agrediendo verbalmente a los acreedores para finalizar agrediéndolos, rompiéndoles su vestimenta. Si, reventándole sus bolsillos de tanto meterle termosellados de dólares.

Finalmente, el talón de Aquiles de los intentos populistas ha sido la insustentabilidad manifiesta de su modelo económico. Y mientras la pandemia y la cuarentena hacen descender inicialmente el nivel de demandas, más temprano que tarde comienzan a manifestarse las contradicciones de un sistema sin producción y sin consumo, mantenido por ambas maquinitas (la del peso, y la del dólar soja) cuyo abuso tiene un límite.

Mientras tanto, y en nombre de la “soberanía” (o sea, de “lo que está sobre todo”) el kirchnerismo otra vez “va por todo”.

Publicado en 7Miradas el 19 de junio de 2020.

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