miércoles 24 de abril de 2024
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La guerra de las vacunas

El mundo está esperando la solución mágica. La idea es que, cuando aparezca “la vacuna”, se acabará la pandemia y volveremos a la “antigua normalidad”. Sin embargo, lo que llegará no es “la vacuna” sino varias vacunas.

Esto, que puede parecer promisorio, posiblemente provoque situaciones caóticas que requerirán, para atenuarlas, esfuerzos internacionales. Hay -en distintos grados de desarrollo y posibilidad de éxito- 43 potenciales vacunas. Las que tienen más futuro son las de China y Rusia, así como las de los laboratorios AstraZeneca, Pfizer y Johnson & Johnson. El riesgo es que la competencia produzca distorsiones económicas y, peor aún, que en algunos casos las vacunas menos seguras y eficaces desplacen a las más confiables.

Una guerra comercial mundial. Las vacunas pueden convetirse en uno de los principales ingresos de algunos estados, o en ganancias multibillonarias de algunos laboratorios. Esto dará lugar a una guerra por la conquista de mercados.

Competencia desleal. Algunos fabricantes harán dumping u otorgarán subsidios a los estados para que adquieran sus vacunas, que no serán necesariamente las más eficaces y seguras. En un caso extremo, podrían difundir que la vacuna de una competidor tiene (falsos) efectos secundarios graves, y sacarlo así del mercado.

La desigualdad del mercado. Allí donde se libren las vacunas al mercado y no haya una adecuada regulación, las diferencias de poder adquisitivo darán lugar a la inequidad. Esto provocará fuertes reacciones sociales: la vacunación será considerada un derecho.

La discriminación forzada. Lo mismo ocurrirá en países que no tengan recursos a fin de adquirir vacunas para toda la población y deban establecer prioridades.

La corrupción. La impaciencia de la gente ,y la prolongación de los daños a la economía, hará que gobiernos adquieran vacunas de forma urgente, sin cumplir las normas que rigen en la normalidad las compras del Estado.

Esto dará lugar a la probable corrupción de funcionarios. Ciertos fabricantes podrían recurrir al soborno. Siemens lo hizo para proveer más servicios electrónicos y Daimler para vender más Mercedes Benz. De mayor relevancia es lo de Glaxo, que en 2014 sobornó en China a administradores de hospitales para que le compraran ciertas vacunas.

Monopolios. Aún cuando no medien sobornos, algunos fabricantes pueden ofrecer a gobiernos precios bonificados, trámites simplificados, entrega rápida, posibilidad de formar stocks y asesoramiento. Esto a cambio de tener el monopolio de vacunas. El riesgo es siempre que por métodos como éstos se imponga una vacuna de menos eficacia y seguridad.

Oligopolios . Para evitar la destrucción mutua, dos o más grandes laboratorios pueden repartirse mercados dejándose recíprocamente libertad para negociar monopolios en los países que les toque.

Movimientos “anti-vax”. Los movimientos anti-vacunas se están extendiendo en Estados Unidos y algunos países de Europa. Presionan a los gobiernos, organizan manifestaciones, hacen campañas por las redes sociales y algunos amenazan con tomar medidas de acción directa. Los más beligerantes acusan a gobiernos y epidemiólogos de provocar pánico para otorgar y compartir grandes beneficios con los laboratorios multinacionales

Desconfianza. Hay quienes se niegan a vacunarse porque temen ser “conejillos de Indias”, usados para probar vacunas express. Una encuesta de YouGov reveló hace tres meses que sólo 41 % de los norteamericanos estaban dispuestos a vacunarse. Para alcanzar la inmunidad colectiva haría falta que se vacunase alrededor de 66%. Por entonces había un gran temor a la “vacuna Trump” ; pero aun después de eso gran parte de la población norteamericana cree en la peligrosidad de la vacuna . Lo mismo ocurre en Europa.

Las vacunas han erradicado enfermedades penosas como la difteria, la viruela o la polio, y salvado la vida de centenares de millones humanos. No obstante es posible que una vacuna –sobre todo si se desarrolla contra reloj- implique riesgos, así sean raros y no graves. Una institución oficial de Estados Unidos (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) tiene registrados, a partir de 1955, diez casos de vacunas o lotes de vacunas que se retiraron del mercado por razones de seguridad. Es difícil conciliar la perentoria necesidad de una vacuna segura y eficaz con una sana competencia, procedimientos transparentes y confianza del público. Estas son ideas esbozadas, en borrador, de un posible escenario:

– Acuerdos entre la OMS y los países donde el Estado o privados produzcan vacunas Anti-Covid 18. La aprobación de una vacuna por un estado nacional debe ser validada por el Departamento de Vacunas y Productos Biológicos de la OMS. Las vacunas de los países que no entraron en el acuerdo tienen un handicap: aparecen como menos confiables.

– Decisiones antimonopólicas de Europa. La Comisión Europea, que tiene entre sus funciones defender el “derecho a la competencia” garantiza ese derecho a fabricantes cuyas vacunas tienen la validación de la OMS . – Financiación extraordinaria. Organismos internacionales de crédito (FMI, Banco Mundial, BID) otorgan préstamos sin interés, y en casos extremos a fondo perdido, para que países marginales efectivamente afectados por la pandemia puedan combatirla.

– Observatorios de transparencia. Organizaciones como Transparency International y sociedades civiles en varios países, tienen observatorios vigilancia para detectar y exponer casos de corrupción en la adquisición o distribución de vacunas. Estos mecanismos serían negativos si no fueran ágiles y expeditivos. No se puede en este caso lograr lo que en inglés se llama una “win-win situation”: una situación en la cual todos ganan. Si no se hace nada, muchos van a perder mucho.

Incluso decenas de millares de vidas.

Publicado en Clarín el8 de noviembre de 2020.

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