viernes 19 de abril de 2024
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El optimismo… te lo debo

La situación originada por la pandemia nos lleva a territorios desconocidos. La incertidumbre y los miedos estimulan momentos de amplio consenso social basado en un pacto no escrito con el gobierno de turno: “no se preocupen si hay que cortar derechos civiles o generar perjuicios de corto plazo. Hagan lo que haya que hacer para que zafemos de esta”.

Aunque la coyuntura que enfrentamos es novedosa, no lo es tanto esta respuesta, aparentemente mayoritaria, de la sociedad argentina. El siglo XX y parte del XXI se han caracterizado por ese tipo de consensos y sus resultados son más que conocidos: finalmente no conseguimos los resultados buscados –y prometidos-, perdimos libertades y destruimos, aún más, cualquier oportunidad de desarrollo posterior.

Por supuesto que la receta argentina tiene un paso más: rechazar cualquier aprendizaje del proceso vivido y encaminarse cantando el himno hacia la próxima crisis. Nada de lo ocurrido fue responsabilidad nuestra y condenamos con severidad a quienes en su momento entronizamos como salvadores, a pesar que todos los indicios recomendaban no hacerlo.

Tampoco es nueva la dirigencia y el partido que conducen el gobierno en esta crisis. Esta versión kirchnerista 2.0 del peronismo ha decidido volver a utilizar una de sus más queridas estrategias: el relato. Entonces, para enfrentar la pandemia el gobierno propaga un discurso épico, nacionalista, basado en prejuicios, lugares comunes y diagnósticos del mundo propios de la década de los años 60. Todo condimentado con artistas enfáticos, periodistas y científicos militantes y el repetido delirio de “todos unidos como uno solo”, un clásico del populismo cívico y militar.

El kirchnerismo vende y consume un producto donde son héroes que enfrentan a chetos, viajeros, trolls, surfers, almaceneros de barrio avaros, empresarios miserables y rompe-cuarentenas varios. Una nueva temporada de la serie donde antes enfrentaron a otros seres míticos como buitres, gorilas, la corpo mediática, negacionistas, defensores de papeleras contaminantes o la oligarquía campestre y sus pérfidos representantes.

En este universo de fantasía las opiniones cambian rápidamente sin importar la lógica ni los datos. Si un viernes había que defender la continuidad de la actividad escolar en nombre del consejo de expertos, en 48 hs se puede cambiar de posición radicalmente con la misma excusa. Lo único que siempre se mantiene es el énfasis autoritario que lo sostiene.

Como en este cuento la realidad no es una variable que importe, suecos y chilenos son modelos fracasados y el mundo nos observa con envidia y admiración. Se celebra la baja cantidad de contagios, pero lo único que es reducido son los test que permiten mensurar la situación sanitaria real de la población.

En la Argentina peronista las estadísticas no importan. Nuestros progres ya no luchan como en los años 70, contra el sistema capitalista, ahora se enfrentan contra cualquier sistema de medición que logre representar más o menos fielmente partes de la realidad que el relato prefiere ignorar.

Publicado en Agencia El Federal el 12 de mayo de 2020.

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