miércoles 24 de abril de 2024
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¿A dónde vamos “todos unidos”?

Las crisis no autogeneradas son una oportunidad para superarnos, o para seguir listando motivos de fracaso. El ejercicio sano de tener prioridades nacionales no soslaya la necesidad de buscar respuestas de mayor calidad a nuestros problemas.

El país vive momentos difíciles, los pesares se acumulan en las espaldas de una sociedad cansada, el relato de la larga lista de desaciertos no hace distingos entre gobiernos. En ese contexto, es gigantesco y admirable el esfuerzo que están haciendo millones de argentinos/as. Necesitamos que ese esfuerzo sea bien encaminado para superar la pandemia de coronavirus, y también para enfrentar los retos que quedarán el día después.

Así como las corridas financieras exhiben las debilidades económicas pre-existentes, una crisis sanitaria pone al descubierto las insuficiencias de un Estado degradado y una economía descapitalizada.

Corresponde, en este punto, pasar a otro nivel de debate, porque si algo quedó expuesto en este proceso, es que no hay democracia de calidad sin el apoyo de una burocracia solvente, que buena información y conocimientos deben constituir el eje de las respuestas públicas, que la formalización económica es crucial en materia de ciudadanía, y que con ciudades segmentadas y degradadas siempre estaremos en peligro.

Para ejercer el buen gobierno, los Ejecutivos de todos los niveles necesitan instrumentos. Todos somos argentinos y tenemos nuestro destino vinculado al país, y también ejercemos la colaboración haciendo señalamientos que perfeccionan las respuestas públicas, introduciendo miradas alternativas y, sobre todo, siendo estrictos contra toda forma de manipulación. Las crisis exacerban la sensibilidad, pero a veces eso no nos ayuda a pensar; son la prudencia y responsabilidad de los gobernantes insumos básicos de la superación social y no las apelaciones emocionales, generalmente endebles y vacías.

Los países que logren superar esta crisis socio-sanitaria, no lo harán superponiendo medidas a pedido del público, ni revoleando partidas presupuestarias, ni yendo y viniendo con comunicaciones erráticas, ni mucho menos estigmatizando a quién tuvo la desgracia de contagiarse (acá o en el extranjero). Lo harán con una estrategia. Una estrategia que, por supuesto, se construye en tiempo récord, pero Argentina cuenta con capacidad técnica, redes asistenciales, cadenas logísticas, legitimidad política para hacerlo.

Se conoce cuáles son los eslabones críticos: la estrictez del aislamiento (la experiencia China es demostrativa de la eficacia de la medida), el abastecimiento alimentario, el volumen de testeo (cuyo valor quedo demostrado en el caso coreano), la distribución de respiradores, sostener las cadenas de pago, respaldar a los trabajadores de la salud, etc. Es importante que el conjunto de las instituciones públicas comparta una visión: el país no podrá vivir en cuarentena y la salida necesita coordinación, acuerdo y conducción.

En una democracia plural y en un contexto de crisis (este lo es), la solidaridad institucional es fundamental y el Presidente cuenta con ese respaldo. En honor al mandato que tenemos de nuestros representados de cuidar al país, a los ciudadanos y los recursos, es que pedimos:

1. Un criterio comunicacional más ajustado a la información con estrictez, para evitar sobreactuaciones o temores innecesarios. Una ciudadanía bien informada es también un insumo eficaz en estas circunstancias.

2. Una coordinación Nacion/ Provincias/ Municipios más estrecha. El país es grande, las situaciones son diversas, desde ciudades fronterizas desbordadas, hasta zonas casi sin casos. Desde áreas metropolitanas con movilidad dependiente del transporte público, hasta pequeñas localidades. Hay que llegar con atención, cuidado, instructivos, priorización de tareas, etc. Mejor coordinación es más energía en favor de las soluciones. La emergencia económica le permite a la Nación contar con instrumentos que Provincias y Municipios no tienen, pero para superar esta instancia necesitamos de todos, y por eso hay que transferir aceleradamente recursos y capacidades que elevan la calidad de la intervención territorial.

3. Evitar los exabruptos autoritarios por parte de funcionarios de todo tipo y origen. Estamos en emergencia sanitaria, pero en un estado de derecho; la lógica del cuidado debe llevarse adelante con “buenas prácticas” y rigor higiénico, no atentando contra derechos.

4. El diseño de un camino de normalización de la vida relacional que evite un colapso económico (con consecuencias sanitarias, también devastadoras).

5. Avanzar sin ningún tipo de dudas, hacia un Estado más profesional, más enfocado, más dotado de tecnología. Un Estado que sepa estar donde es solución y no obstáculo.

Las etapas del ninguneo al virus, de la simbología patriótica, y de la división entre probos y réprobos, ya han dado todo lo que se puede esperar de ellas; ahora corresponde liderar con sentido cívico, con conocimientos técnicos-científicos, con roles claros y con sensibilidad social, durante unas semanas muy difíciles, en las que debemos extremar nuestros cuidados (no sólo de distancia social e higiene); y pensar como salimos de la cuarentena sanitaria, y ayudamos a cada argentino y argentina a sostener la confianza en su país y en las instituciones, basada en la calidad de la palabra pública y en la capacidad de actuar juntos en las difíciles.

Publicado en La Nación el 7 de abril de 2020.

Link https://www.lanacion.com.ar/opinion/a-donde-vamos-todos-unidos-nid2351594

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