Nuestra compañera de redacción Ángeles Salvador se ha llevado su sensibilidad especial, sus aguafuertes y semblanzas, allá donde ya no las podremos disfrutar, donde no podrá arrancarnos sonrisas y temblores. En estos últimos años fuimos testigos, además, de su segundo libro “La última fiesta”, que al igual que el primero –con agradecimiento especial a su padre quien le había donado un órgano vital-, contenía girones de su propia vida y de pensamientos que expresaba con especial relumbre.
Su espíritu de frágil pájaro temeroso de un mundo, que con el Covid se convirtió en un espacio más oscuro y hostil, combatía de forma despareja, blandiendo su escritura vital. Vamos a extrañarla después pasar por estos instantes en los que todo es zozobra y pesar que nos lleva a preguntamos por la precariedad de la existencia.
Esa misma percepción del mundo la llevó a escribir en su último relato inédito, una primera oración premonitoria: “Reina el silencio final, es mi momento, antes de la estampida inversa y la noche cálida. A partir de ahora todo será pasado.”
Compartimos la congoja de sus hijos, de su pareja Miguel, y de todos los que, como nosotros, tuvimos la suerte de conocerla.