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Opinión 27 01 2023

De chiqueros y arrabales: desiderátum de la coherencia


Autor: Fabio Rodríguez









Les pasa lo mismo que con el Poder Judicial. Llegaron y, en 1947, le hicieron juicio político a la Corte Suprema de Justicia por la acordada del 30 que certificó el golpe contra Yrigoyen, y por su reiteración en 1943, como si el Presidente de ese momento no fuera la misma persona que, siendo capitán del Ejército, iba en el estribo del auto del dictador – como lo muestran los documentos fotográficos – o como el que siendo ya coronel no se hubiese beneficiado con la asonada del 4 de junio. Remueven a esa Corte, ¿y designan jueces probos e independientes? Sólo un nombre de los designados en su reemplazo – y las conclusiones son del lector -: Justo Lucas Álvarez Rodríguez, el marido de Blanca Duarte, el cuñado de la Primera Dama.

Les pasa lo mismo que con Uruguay. Massa lo tilda de “hermano menor del Mercosur”. ¿Acto fallido? No, es lo que realmente piensan. No tienen corrección política ni diplomática –si no, Santiago Cafiero no sería canciller- pero la poca que poseen se les termina cuando se les nombra a los uruguayos. Es que son todo lo que ellos (ellos, no el pueblo argentino) no son. La presencia del Presidente Lacalle Pou con sus predecesores: Julio María Sanguinetti y José Mujica en la asunción de Lula Da Silva en Brasil,  es la prueba tangible. Un ejemplo de los orientales, al concierto de las Naciones, de convivencia, de tolerancia, de respeto: la derecha, el centro y la izquierda, el abanico de la sociedad uruguaya mostrándose unidos. Imposible que les quepa a éstos en su pensamiento rústico, de poca monta, guarango, fascistoide,  autoritario.

Sí, les pasa lo mismo en las relaciones exteriores. En los 40/50 del siglo XX,  entre sus amigos se cuenta, entre otros dictadores sanguinarios, a: Rafael Leónidas Trujillo, dominicano, el asesino de las Hermanas Mirabal, las “Mariposas Dominicanas”, luchadoras por la Democracia y la Libertad en su país, en cuya memoria las Naciones Unidas establecieron, el 25 de noviembre de cada año, como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer… ¡Un ejemplo el amigo!

Sigamos: Anastasio Somoza García “Tacho”, de Nicaragua, padre de otro dictador: Anastasio Somoza Debayle “Tachito”; Marcos Pérez Giménez, de Venezuela; Gustavo Rojas Pinilla, de Colombia y Alfredo Stroessner de Paraguay, fueron algunas de las lindezas amistosas del régimen. No fue casualidad que, luego, se encontrara como pez en el agua en la España dictatorial y falangista de Francisco Franco.

Y si vamos a los ’70, cuando el “Tío” Cámpora fue Presidente, se destaca al vicario de Fidel Castro: Osvaldo Dorticós Torrado, presidente de Cuba, en el acto de asunción. Y volviendo a Uruguay, que fue el hogar de asilo de muchos argentinos libres, el Presidente de esa época de plomo visitó suelo oriental cuando  – medio parecido al peruano Castillo que hoy defienden – allí gobernaba Juan María Bordaberry, que había disuelto el Congreso de la República y abierto las puertas a la dictadura que gobernó hasta 1984.

O, también en los ’70, se recibió con bombos y platillos a los especímenes de la dictadura comunista de Rumania: Nicolae Ceausescu y su esposa Helena, y la Presidenta de la época, hace 40 y pico de años, nada más, impuso la máxima condecoración que otorga la Nación Argentina: la Orden del Libertador General San Martín, ¡al chileno Augusto Pinochet! (¿habrá sido por lo demócrata y republicano, no?).

Distinto a los años en que la Argentina, con su democracia recién recuperada,  era ejemplo para los países con regímenes autoritarios: Brasil, Uruguay, Bolivia; y su Presidente era condecorado, recibido y reconocido por las demás naciones. El Premio “Príncipe – ahora Princesa – de Asturias (denominado “el Nobel de Hispanoamérica) de Cooperación Iberoamericana”, es la muestra palmaria de la consideración a la Argentina de ese momento; y sobre todo lo resume un grafiti que – en portugués, por supuesto – cubría las paredes cariocas y paulistas: “Señor de buen fin, danos un Presidente como Raúl Alfonsín”. Distinto, también, a lo que nos conmovió hace muy muy poquito, cuatro años apenas, cuando el mundo se congregó en Buenos Aires para la reunión del G 20. Caminos que nunca debieron abandonarse sino seguirse, continuarse, caminarse, mejorarse.

No. No es casualidad que el oficialismo actual haya invitado a la reunión de la CELAC a los dictadores Nicolás Maduro Moro, Miguel Díaz–Canel y Daniel Ortega Saavedra.

No. No es que haya un gobierno sin principios en la Argentina. Los tiene,  son los que comulgan con esta clase de amigos porque,  en esencia, son lo mismo.

Siempre en el chiquero del mundo.

En los arrabales del Universo.

El desiderátum de la coherencia gobierna la Argentina.

Lamentablemente.

Fuente: Radicales Org.