jueves 18 de abril de 2024
spot_img

Daniel Santa Cruz: “El Plan Humanitario Malvinas” es el evento más importante que sucedió respecto a las islas”

La Legislatura de la ciudad de Buenos Aires declaró de interés el libro “Malvinas, identidad de héroes” del periodista Daniel Santa Cruz. Sobre la cuestión que trata este trabajo, la identidad de los soldados muertos en el conflicto de 1982 y que descansan en las islas, hablamos con el autor.

“Malvinas, identidad de héroes” es un libro diferente sobre la guerra de Malvinas. Más que narrar los antecedentes o los hechos, se enfoca en una gesta humanitaria posterior. ¿Qué te llevó a trabajar sobre esta cuestión?

Comencé a cubrir el tema de la identificación de los cuerpos de los soldados argentinos sepultados en Darwin para La Nación hace 8 años, cuando poco se hablaba del reclamo. Conocí a Julio Aro y me involucré con la demanda de los familiares. Viajé a Malvinas por esta causa tres veces, acompañé a Julio a Londres a finalizar su trabajo con Cardozo y a distintos puntos del país para hablar con familiares de soldados caídos. En 2018 realicé un documental “Héroes con nombre” para el canal LN+, ganamos el premio al mejor documental de TV por cable de ese año, así que solo faltaba el libro y, como bien decís, no es un libro sobre la Guerra de Malvinas, sino sobre las consecuencias de la guerra. Y porque creo que una historia que tiene dos protagonistas que fueron enemigos en 1982 y 30 años después se unieron para liderar un proyecto humanitario que trajo reparación y justicia para las víctimas de esa guerra y, especialmente para sus familiares, merece ser contada de todas las maneras posibles.

¿Podés introducirnos brevemente en el tema del libro? ¿Qué es el Plan Programa Humanitario Malvinas?

Es una investigación periodística que buscó hacer público un reclamo de 121 familias y centenares de veteranos que exigían algo lógico: la identificación de los suyos, algo para lo que tuvieron que esperar entre 36 y 38 años. En definitiva, es un libro que muestra la lucha de dos veteranos, uno argentino, Julio Aro y otro inglés, Geoffrey Cardozo, para conseguir que se respeten los derechos humanos vulnerados de los soldados y sus familias. Detalla el trabajo de todos los actores involucrados, autoridades políticas, diplomáticas, del Equipo Argentino de Antropología Forense y de actores inesperados, como el mítico músico de Pink Floyd, Roger Waters, a quien entrevisté para este trabajo. El Plan del Proyecto Humanitario, llevado a cabo en el cementerio de Darwin (Islas Malvinas), fue la primera iniciativa forense emprendida en virtud de un cometido específico de dos Estados que se han enfrentado en un conflicto armado internacional. La iniciativa se originó en 2012 tras una solicitud del gobierno argentino al Comité Internacional de la Cruz Roja para que, en su capacidad de intermediario neutral, ayude a identificar a los soldados argentinos. El Proyecto fue implementado entre 2017 y 2018 como resultado de una negociación diplomática que comenzó en el año 2016 y culminó con un acuerdo entre Argentina y Reino Unido por el cual se encomendó al CICR la identificación de los soldados caídos durante el conflicto armado que tuvo lugar en 1982, y que fueron sepultados bajo lápidas con la inscripción “Soldado argentino sólo conocido por Dios.”

Contanos sobre el trabajo del Capitán Geoffrey Cardozo y la relación con el veterano Julio Aro.

En octubre de 2008, Julio Aro viajó a un encuentro de veteranos de las Malvinas en Londres, invitado por Tony Davies, un sargento mayor del Regimiento de los Guardias Galeses que peleó en la Guerra de Malvinas y era, además, vicepresidente de la Asociación de Medallas del Atlántico Sur. Julio no habla inglés, pero entre los soldados británicos se encontraba el coronel Geoffrey Cardozo, quien maneja muy bien el español, y le tradujo todos los diálogos con sus anfitriones. El último día, Aro les contó a los ingleses sobre su reciente viaje a Darwin, donde había quedado muy conmovido por encontrar 121 tumbas de soldados argentinos no identificados que descansaban con la leyenda “Soldado argentino solo conocido por Dios”. En ese momento, el coronel Cardozo apuntó que él podía ayudar con la identificación. Relató que, en 1982, había recibido la orden de recoger y sepultar en el cementerio de Darwin los 246 cuerpos de los soldados argentinos caídos durante la guerra. Incluso, tenía un informe donde detallaba ese trabajo con información precisa sobre las características de cada cuerpo, sus pertenencias y el lugar donde habían sido encontrados. Con ese informe en la mano, que mi libro reproduce y documenta, Julio prestó atención a una tumba que solo tenía un número de referencia, ese número era coincidente con los DNI de los argentinos nacidos en 1962, la clase que aportó la mayor cantidad de soldados a la guerra, lo comparó con el padrón y pertenecía a Gabino Ruiz Díaz, Cambacito, un soldado correntino muerto en la guerra y sin identificar. Era una pista clara que indicaba que todo se podía hacer. Allí nació una amistad entre Cardozo y Aro, una alianza que los llevó a mover cielo y tierra pata lograr que se identificaran, hoy en día, 119 de los 121 cuerpos sepultados en Darwin.

¿Cuál es la importancia de cerrar las heridas abiertas a más de cuarenta años del conflicto?

Una importancia imposible de detallar. Solo la pude dimensionar cuando viajé con los familiares a Malvinas, muchos de ellos habían estado antes en el cementerio de Darwin y elegían una tumba al azar, allí rezaban y dejaban flores, sin saber si era o no la de su hijo. En estos viajes por primera vez estaban frente a la tumba real de sus hijos, hermanos y la emoción que despertó en ellos te respondería tu pregunta. Para muchos fue cerrar un duelo que tuvo que esperar casi cuatro décadas. Esos padres pudieron recuperar pertenencias de sus hijos que fueron sepultadas con ellos y bien resguardadas por Cardozo: rosarios, documentos, cartas, anillos, medallas. Todo eso tuvo un impacto emotivo que no podemos medir. Por eso siempre digo que el Plan Humanitario Malvinas es el evento más importante que sucedió respecto a Malvinas, para nuestro país, desde que culminó la guerra.

Uno de los temas que vos tratás habitualmente en tus trabajos es el de los Derechos Humanos, y el tema de la identidad lo es en términos fundamentales. Desde tu perspectiva, ¿cuál es el hilo conductor que relaciona ambas cuestiones?

Una vez Julio Aro me dijo en una entrevista “Daniel, que hayan perdido la vida no justifica que tengan que perder también su identidad”. Esa frase me movilizó mucho, ahí está la respuesta. Hace años escribí una columna para La Nación que se titulaba “Historia de la desidia”, allí relataba paso a paso como se dejó pasar el tiempo, que, por no abrir un diálogo con el Reino Unido sobre Malvinas sin abordar la soberanía, en nuestro país se vulneró el derecho de esas familias a identificar los cuerpos de sus hijos que murieron en una guerra injusta. El libro relata con detalles inéditos el tratamiento humanitario que le dio Geoffrey Cardozo a los cuerpos de nuestros soldados, eso también habla de respeto a los derechos humanos, tanto Cardozo, como los isleños respetaron siempre a los soldados caídos. Los Derechos Humanos están presentes en todo el relato, en el trabajo del EAAF, de la Cruz Roja, de los isleños, de los gobiernos y, obviamente, en la voluntad y el compromiso de Julio y Geoffrey.

¿Qué significado tiene que se haya reconocido por parte de la legislatura porteña la “Declaración de Interés”?

Fue muy emotivo, pero no lo tomé como un reconocimiento personal sino como parte de un logro que busqué con la publicación del libro: que muchos argentinos tomaran nota y se involucraran en esta cruzada que buscó devolverles la identidad a los soldados caídos y sepultados anónimamente en las islas. La distinción de la Legislatura porteña es parte de ese logro. Pero creo que en gran parte este y cualquier reconocimiento oficial debería ser para Julio Aro y Geoffrey Cardozo y también para aquellos que se involucraron cuando todos les daban la espalda, para esas madres que lloraron años pidiendo por algo que tardíamente llegó. Agradecí en nombre de todos ellos, pensando especialmente en esas madres que esperaron pacientemente casi 40 años para reencontrarse con la tumba donde fehacientemente descansan sus hijos porque creo que merecen todos los reconocimientos, aun los que llegan a través de trabajos de terceros.

spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Luis Quevedo

Raíces de la crisis: el verdadero significado de la “batalla cultural”

Adolfo Stubrin

El turbio corazón del DNU 70

Alejandro Garvie

Tesla recibe subsidios y recorta empleos