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Política 19 10 2022

Argentina 1985: Agustín Campero y Mariano Llinás en un debate franco y cordial










El presidente de la Fundación Alem y el reconocido cineasta y guionista de la película plantearon sus visiones y argumentos. Coincidencias y discrepancias.

Una entrevista conjunta en el programa Contacto Digital, que se emite por radio Rivadavia, Agustín Campero, presidente de la Fundación Alem y a Mariano Llinás, guionista de la película Argentina 1985 disparó un atractivo debate ya que el dirigente radical no ahorró elogios pero criticó, entre otros aspectos, aquellos graf al concluir el film sobre supuestas leyes de ‘olvido’ dictadas tras la condena que la Justicia impuso a los jerarcas militares por su responsabilidad en violaciones a los derechos humanos cometidas durante la última dictadura; juzgó que ello está “muy alineado con el discurso del kirchnerismo” y cuestionó también que exista una omisión al indulto que dictó en su momento el presidente peronista, Carlos Menem, que derivó en que los genocidas recuperaran su libertad, mientras que el cineasta admitió “ser guionista es un lugar de resignación” que en algunas ocasiones se traduce en que algunos aspectos de una historia “no quedan” reflejados como algunos desearían y minimizó la relevancia las exclusiones de algunos hechos así como a otras polémicas referencias que exhibe la ficción que evoca el histórico llamado Juicio a las Juntas.

La entrevista conjunta a Campero y Llinás –ambos se preocuparon por ubicarla bajo el perfil de una charla y lejos de un debate- estuvo cruzada por un halo de apasionamiento y cordialidad al tiempo que tuvo como aditamento el artículo de opinión –de autoría del titular de la Fundación Alem publicado por un portal de noticias donde planteó objeciones al film- y, en ese marco, el dirigente radical consideró que Argentina 1985 “es contundente, con buenos resultados para (como espectador) agarrarte de principio a fin; no te suelta, te emociona, lloré muchísimo durante la película, me emocioné muchísimo”, dijo.

Empero, remarcó: “También me agarré mucha bronca (por) algunas decisiones políticas y de estética”, y entonces trajo a colación su artículo de opinión al decir: “Yo decía en la nota  ‘tenemos delante un elefante del cual no estamos hablando y que es la película lo que finalmente reivindica es el Juicio a las Juntas; en el trazo grueso, que en política quizás es lo más importante, hay una reivindicación quizás del momento más alto de nuestra democracia y, probablemente, de toda nuestra historia democrática como fue el Juicio a las Juntas, que no enorgullece porque uno piensa que fue un gran momento de la Argentina y, probablemente, soñamos con tener esa calidad que tuvo el juicio a las juntas en todas las cuestiones que hace a la vida pública Argentina”.

Llinás intervino por primera vez ya iniciada la charla. “Te hago una pregunta Agustín ¿Cuándo vos decís que te dio bronca qué querés decir?, ¿Qué tipo de bronca. A mí, por ejemplo, viendo la película, a mi también hubo cosas que también me dieron bronca; habiendo participado de la película; habiendo sido una parte importante de la película también dije ¡Uy! Imaginate lo que es ser guionista de una película. Ser guionista es estar permanentemente en un lugar de resignación; estoy acostumbrado a que hay cosas que no son como a mí me gustaban pero no sé si es ese tipo de bronca a la que estás haciendo referencia porque quizás, por ahí, estoy totalmente de acuerdo contigo”, planteó.

“Es interesante lo que dice Mariano, desde su posición como guionista, porque probablemente muchas cosas te parten y finalmente una película es una obra colectiva, súper colectiva, mucha más colectiva quizás que otras manifestaciones artísticas”, apuntó y fue directo: “Como trazo grueso lo que me parece está peor en la película es el final; esos carteles finales aclaratorios (porque) me pareció muy alineado con el discurso oficial de hoy en día; que decir que después del juicio a las juntas vinieron las leyes del perdón o del olvido lo cual es falso y esa denominación es propia del actual período político y esta descontextualizada; no nombra al indulto y tampoco dicen que cuando terminó el gobierno de Alfonsín, los responsables de la represión ilegal seguían presos y eso fue único y no se dice lo que (implicó) el indulto. Y entonces ahí me parece que eso está muy forzado en la película que, salvo en esas concesiones, casi toda la narración de película es bastante firme en su convicción narrativa y acá no. Esa narrativa se rompe y me parece que es una concesión innecesaria al momento político actual”, dijo

Y ello disparó un animado intercambio entre el Presidente de la Fundación Alem y el cineasta. Llinás inquirió: “¿Cuando decís el momento político actual te referís al gobierno? Y Campero respondió: “Exactamente” y ambos avanzaron un paso más en esa suerte de ida y vuelta. El guionista apuntó: “¿Al gobierno de Alberto?, ante lo cual el dirigente radical fue categórico: “Al kirchnerismo”.

Aún no se habían sumado a la charla el trío conductor del programa, Alejandro Alfie, Gastón Rojtberg y Cecilia Domínguez. Y Llinás juzgó: “A esta altura parece un poco raro imaginar esa especie de institución a la cual supuestamente le estamos rindiendo pleitesía”, dijo y consideró: “A mí me parece muy interesante lo que vos (Agustín) porque son cuestiones muy sintomáticas que pasaron con la película y mi sensación es que muchas de las objeciones tienen que ver con los carteles de principio y de final. Porque, por ejemplo,  muchos señalan que en la película, al comienzo, no se mencione el pacto militar-sindical, el apoyo de (Ítalo) Lúder y los candidatos del peronismo a la ley de Autoamnistía”, refirió en alusión precisamente a ese acuerdo que mucho antes de las elecciones de 1983 fue denunciado por Raúl Alfonsín así la ley que casi un mes antes de aquellos comicios dictó la última dictadura con el claro propósito de cubrirse las espaldas en torno a la represión ilegal que había desatado tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y que fue derogada pocos días después por el Congreso tras la recuperación de la democracia en el  país.

“Si lo principal en que la película falla es en los carteles de principio y de final hay que decir que eso supone que la película mejoraría simplemente cambiando los carteles de principio y de final”, dijo Llinás como para procurar minimizar la relevancia de esos graf en los que en el final se referencia a las leyes del ‘olvido’ que, aunque no se explicitan, constituyen una alusión clara a las llamadas leyes de Punto Final y de Obediencia Debida que si bien fueron propuestas por el gobierno de Alfonsín tuvieron la convalidación del parlamento. “Es una zona casi no cinematográfica del debate ¿no? Es una zona que tiene que ver con cómo frasear determinadas cosas”, consideró el cineasta que no sin antes reconocer en Campero su expertise como crítico cinematográfico, lo instó a “comprender que si tu enojo tiene que ver con esas palabritas que quedan ahí me parece que es una cuestión menor”.

“No. A mí me parece, justamente, una de las cosas que hacen más débil la película”, replicó con firmeza pero con inocultable tono de voz afable Campero, quien añadió: “Mariano es un extraordinario director de cine y, aparte tiene convicciones muy firmes en la realización de sus películas y sus producciones. Y eso no es poca cosa; es un anclaje muy fuerte; la película no lo pedía y no lo necesitaba; es una concesión al momento político presente”, insistió el presidente de la Fundación Alem al objetar esos graf ante lo que Llinás apuntó: “Yo no vine acá para ser imputado; exijo moderación en el debate” y hubo risas compartidas entre el dirigente radical, el cineasta y los conductores del programa.

Precisamente, Domínguez inquirió a Llinás, aunque incluyó a Campero en su consulta para que también brindara su propia mirada al plantear si las omisiones a las que había aludido el presidente de la Fundación Alem si esa resignación –a la que había aludido el cineasta- o las omisiones planteadas por el dirigente radical eran deliberadas o producto de una reflexión al momento de filmar la película. El guionista dijo: “Hacer cine es omitir porque por ahí es menos jugosa la propuesta a lo que vos esperabas. En una película vos haces tres tomas; seguramente de esas tres elegís una y tenés que cortar; permanentemente en una película estás dejando fuera cosas que te gustan”, tras lo cual hizo referencia a críticas planteadas públicamente por el reconocido sociólogo y académico, Roberto Gargarella, quien, entre otras cuestiones, reparó en que Alfonsín no aparece en el film. Y completó: “Yo tengo debilidad por algunos momentos que me parecen de una contundencia fenomenal como, por ejemplo, el discurso de (Emilio) Massera (al ejercer su derecho a hablar ante de la sentencia en el juicio) y hay un momento en el cual dramáticamente, en términos de lo que es la historia argentina, en términos de lo que es el dramatismo posible, la manera en que habla Massera, el nivel de perversión de los que Massera dice pero al mismo tiempo, porque como todo el mundo sabe Massera era un buen orador, haber dejado eso afuera me parecía que dejaba una potencia enorme para la película”.

Refirió como otro aspecto que quedó fuera del contenido de Argentina 1985 el testimonio que en el llamado Juicio a las Juntas brindó “el general (Agustín) Lanusse en el cual él mismo desarticular la teoría de los dos demonios desde adentro del Ejército; son momentos extraordinarios y están afuera. Pero, sin embargo, el Ejército argentino no ha hecho un planteo de por qué no pusieron el testimonio del general Lanusse. Es misterioso el enojo de los antiguos miembros de la lista 3”, dijo con ironía aunque con tono amable para aludir a aquellas radicales que suelen reivindicar la mítica boleta con la que la UCR se presentó históricamente en las contiendas electorales desde 1983.

Fue entonces cuando uno de los conductores intervino para, precisamente, remarcar los dichos de Gargarella sobre, precisamente, el marco en el que aparece la figura de Alfonsín en la película. “No digo que no sea necesario. Es que no puede estar”, sostuvo Llinás y fue entonces cuando uno de los ‘moderadores’ de la animada charla intervino: “Mi visión es levemente distinta. El momento de la presencia de Alfonsín, no de la aparición, me parece sinceramente espectacular; me parece el mejor momento de la película, con un cuidado de la imagen, sobre todo del sonido; ¡era Alfonsín!” A mí me conmocionó; lo sentí en el pecho porque esas palabras que está dichas; ese momento está bárbaro”, refirió en ese momento de la charla avanzaba en un tomó animado y sumamente amable.

En el tramo final de la charla, Campero renovó sus elogios hacia Argentina 1985: “Hay que ir a ver la película” y añadió: “Es una demostración muy fuerte y emocionante de un hecho que hicimos los argentinos, que hizo un gobierno y por eso también sirve la política porque sin política el juicio no podría haber sido hecho; es parte de nuestra historia y es algo que nos tiene que interpelar en el momento en el sentido de que podemos hacer cosas de muchísima calidad y que si tenemos ese punto tan alto en el pasado también lo podemos tener en el futuro y esperemos que sea con cosas muchísimo más felices”.