viernes 29 de marzo de 2024
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¿Aprendizaje o Ley de Murphy?

Se realizaron las elecciones primarias al modo argentino. Algunos dicen haber previsto sus resultados. Otros continuamos perplejos, porque no toda es vigilia -la de los ojos abiertos-, a lo Macedonio Fernández, en relación a su desconcierto íntimo  frente a los enredos de la realidad.

Expresa protesta, pero al distribuir  expectativas deja abierta alguna puerta hacia el mañana. Es una advertencia social, un tanteo  que adoptará perfiles concretos el 14 de noviembre

Ciertas reacciones y silencios, hacen pensar que habrá temblores en el gobierno. Correctivos y concentración en el objetivo  de modificar los resultados.

La oposición siente el aire de una ventana de oportunidad. Alcanzar equilibrios parlamentarios que permitan controles institucionales. En simultáneo, la responsabilidad de actuar en positivo para coadyuvar al cumplimiento constitucional del mandato fernandino y construir puentes  amplios de alternancia democrática hacia el 2023.  

Para oficialismo y oposición, ser responsables implica hacer lo posible para organizar el poder, con capacidad suficiente para actuar sobre los hechos y mejorar gradualmente la realidad. Transmitir la impresión de diálogo y comprensión mutua, para reducir la pobreza, la división, el aislamiento y la sensación fatal de fracaso político.

Las nociones de poder y responsabilidad están ligadas. Si somos responsables, debemos ser capaces de afrontar las etapas venideras, sin ahogarnos en culpas y acusaciones recíprocas por el pasado.  Es preciso concebirnos más democráticos y futuristas, para una visión común del mañana y acciones coherentes con ese propósito.

Desatar el viejo y negativo nudo argentino, que paraliza y estrangula capacidades. Superar el fruto inmaduro del corto plazo sobre el largo plazo. No basta un solo partido político ni una sola coalición. Requiere un empeño colectivo  de sensatez. Si no con el aporte de todos, al menos de una gran parte de los actores políticos y sociales, que sea mayor a sólo uno de ellos.

Sin embargo, hay grandes dificultades porque no sólo se trata del kirchnerismo, de la aparcería de gobierno, sino de una membrana anacrónica de estructuras dirigenciales, sindicales, empresarias, de feudalismos provinciales e incluso del establishment cultural, acostumbrados a cazar en el gallinero de un Estado vicioso. Sus ventajas inmediatas y sesgadas,  se gozan –sectoriales y encubiertas- tras de una supuesta independencia, banalmente revolucionaria y gloriosa.

Cualquier elemento y cualquier tiempo son susceptibles de agresiones mutuas. Es importante no usarlos destructivamente. No hay ningún camino para la paz. La paz es el camino sanador.

Un viejo adagio dice: si queremos la paz debemos preparar la guerra. Verdad a medias, lo cual es más peligroso -a veces- que una mentira. Es razonable la prevención en presencia de riesgos reales, pero muy otra cosa que se trate de imponer a como fuere los objetivos  de cada uno, por valiosos que se crean, sin reconocer y tener presentes a los demás.

¿Están reunidas tales disposiciones en torno al principal actor, que es el gobierno? ¿Hay conciencia de la gravedad extrema del momento? ¿Habrá grandezas para auspiciar encuentros, cualquiera sea el resultado del 14 de noviembre?

¿Servirá el 12 de septiembre como un aprendizaje útil, o sus efectos hasta el 14 de noviembre y aún luego, serán una demostración más de la Ley de Murphy? Como se sabe, esa ley fue enunciada con espíritu preventivo, cautelar,  y se resume así: “Si hay varias maneras de hacer una tarea, y una de ellas conduce al desastre, entonces alguien utilizará ese camino” (Edward A. Murphy (1918-1990).

Uno de los refranes que se leen en el libro de Miguel de Cervantes sobre el ingenioso caballero don Quijote de la Mancha reza: “Dime con quién andas, decirte he quien eres”. Se me ocurre agregar: ¿qué harán? Y por si acaso, una recomendación ineludible: habrá que  prepararse también para la tempestad. Con todo lo que esta implica.

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