viernes 19 de abril de 2024
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Ana María Rozzi: “Los primeros sindicatos tenían en cuenta la actividad artística y cultural”

La investigadora teatral Ana María Rozzi nos presenta su último trabajo, Las voces del Teatro Empire, publicado por Eudeba, en el que indaga sobre la actividad de los gremios a principio del siglo XX en relación a la actividad artística y el compromiso con la cultura. 

¿Por qué eligió para su nuevo libro escribir sobre el Teatro Empire?

Tengo un lazo personal con el Teatro Empire. Desde 1997 ha estado en manos de Carlos Mathus y Antonio Leiva y luego de Leiva solo, a partir de la muerte de Mathus en 2017. Mi relación con ambos es de trabajo y amistad y data de la creación del TIM Teatro de Rosario, en 1958. Hemos compartido muchos escenarios, incluso el del Empire.

Además, hubo un disparador. Estaba yo con el Dr. Carlos Fos, reconocido investigador teatral, esperando para comenzar la presentación de mi segundo libro “Desnudos, amados y censurados. El fenómeno del éxito de La lección de anatomía, de Carlos Mathus”, en el hall del Teatro Empire. Carlos miró en derredor y dijo: “Alguien debería hacer un archivo de este teatro”. En ese momento, tuve la idea de investigar la historia de la sala.

Mi actual proyecto se refiere al Teatro Coliseo Podestá, de La Plata, y a la transformación que implicó el paso del Circo Criollo al Teatro Rioplatense. Con esa investigación abandonaré por completo el ámbito de mi experiencia personal pasada. No dejaré de escribir en primera persona, sin embargo, aunque sea criticable desde el punto de vista académico. Digamos que es un estilo difuacadémico (académico y de difusión).

¿Cómo era la relación entre estos teatros, a principios del siglo XX, y los gremios conformados por las olas inmigratorias de esos años?

Es notable que los primeros sindicatos se ocuparon de capacitar a sus miembros y además, tuvieron muy en cuenta la acción artística y cultural.

El edificio del teatro es de La Fraternidad, Sindicato de Conductores de Trenes de la República Argentina. Su inauguración en 1934 estuvo muy ligada a los movimientos de teatro independiente pero no de manera institucional. El Secretario Gerente, Francisco Agnelli, era quien estaba ligado a artistas de teatro y cine. Esta relación duró poco y derivó en el alquiler de la sala a LR3 Radio Belgrano, en 1937. En realidad, la sala había nacido como un salón de actos y conferencias, pero sus condiciones y su envergadura hicieron de ella un teatro.

Los ferroviarios nunca constituyeron elencos ni proyectos teatrales, pero es impresionante examinar las revistas de La Fraternidad de la primera mitad del siglo XX. Contienen artículos sobre filosofía, teoría política y temas similares, además de cuentos cortos y poesías. Actores y directores no había, pero sí mucha inquietud cultural.

¿Cuál es el hilo conductor de tus tres proyectos editoriales: El TIM Teatro, La lección de Anatomía y Las voces del Teatro Empire?

Estoy yendo hacia afuera de mi experiencia personal. Podría decir que estoy despegándome de mis vivencias y recuerdos. Comencé con el propósito de registrar la historia del TIM Teatro de Rosario desde mi trayectoria en ese grupo. Luego consideré que La lección de anatomía merecía un libro, porque hasta hoy es el mayor éxito que registra el teatro argentino. Si bien conocía personalmente el proceso de creación de la obra e incluso había sido directora repositora, no había estado involucrada en forma activa, como en el caso del TIM Teatro. En el caso del Teatro Empire, la experiencia personal es aún menor, porque allí soy una colaboradora, ocasionalmente una actriz, y no tengo relación con La Fraternidad, cuya historia tuve que estudiar.

¿Cómo llega la actual administración al teatro?

En 1996 el Teatro Empire permaneció cerrado, decayendo en forma acelerada. Al año siguiente, Carlos Mathus y Antonio Leiva buscaban hacerse cargo de un teatro, luego de una mala experiencia en el desaparecido Teatro Gloria, en Avda. de Mayo. El iluminador Constantino Nikias, que había trabajado mucho tiempo con ellos y con elencos del Empire, los recomendó a La Fraternidad. Leiva fue a ver a la dirección del sindicato y consiguió un acuerdo muy generoso que permitió a él y Mathus tomar en sus manos la sala, limpiarla, arreglarla y ponerla de pie.

En términos de patrimonio cultural, ¿qué representa el Teatro Empire para la ciudad de Buenos Aires?

El Teatro Empire es una parte fundamental del patrimonio cultural tangible e intangible de la ciudad y del país. El patrimonio tangible está representado por su edificio, emblemático exponente del art déco, y sus murales hechos con una técnica única en argentina. Están confeccionados sobre muros plateados a la hoja, pintados encima y luego aerografiados con figuras alusivas a la historia del transporte y la fraternidad obrera. Su arquitecto, Mario Sabaté, es considerado importante en el medio y fue Intendente de la Ciudad de Buenos Aires.

Por el escenario del Empire pasaron, entre otros, Alfredo Alcón, Graciela Borges, Mercedes Carreras, Angelina Pagano, Luis Sandrini, Ana María Campoy, José Cibrián, Delia Garcés y Ángel Magaña. Entre los directores, el Empire contó con Antonio Cunill Cabanellas, Armando Discépolo y Roberto Tálice, quienes trabajaron con escenógrafos como Gori Muñoz, Saulo Benavente, Héctor Basaldúa y Eduardo Bergara Leumann. Los artistas extranjeros que lo visitaron fueron de la talla de Darío Fo, los Colombaioni, Madeleine Ozeray, Joaquín Rodrigo, Miguel de Molina, Dacia Maraini y José María Vilches

Estos nombres serían suficientes para mostrar el valor de su patrimonio cultural intangible. Sin embargo, hay que agregar a las personas que tuvieron a su cargo la sala a través de los años en que fue teatro, radio y cine: Jaime Yankelevich, padre de la televisión argentina; Vicente Vigo y Alberto Kipnis, pioneros exhibidores de cine-arte y Ciudadanos Ilustres de la Ciudad de Buenos Aires, y Carlos Mathus, por ejemplo.

¿Cuál es el presente del teatro? ¿Cómo sobrevivió al desafío de la cuarentena? ¿Conoce qué pasó con otros teatros independientes de la ciudad?

El presente del teatro, salvo por la pandemia, es brillante. Su actividad es constante y se ha constituido también en una sala de ópera independiente, gracias a su acústica y las condiciones que se ofrecen a los artistas.

En la cuarentena, el Teatro Empire ha sobrevivido gracias a Antonio Leiva, infatigable artista y defensor del trabajo de la sala. Primero, produjo las versiones para streaming de piezas que se habían ofrecido en el Empire: El huérfano feliz, pieza de la que es autor; La voz humana, de Francis Poulanc, y La lección de anatomía, de Carlos Mathus. Antonio no se rindió y logró, luego de un año de trabajo, poner en escena una versión de El Reñidero, de Sergio de Cecco, en la que participé como coadaptadora. Luego ofreció su apoyo a la ópera Dido y Eneas, de Henry Purcell, que se estrenó con la dirección de Silvana D’Onofrio el día en que el presidente anunció que debían volver a cerrarse los teatros. Cabe destacar que se han hecho mejoras en la sala en cuanto pudo reabrirse.

Antonio Leiva será siempre parte de la historia del teatro argentino, del Empire y de su patrimonio cultural, por su tesón, su aporte moral y material y sus méritos artísticos. Siempre fue un querido amigo, pero a través de esta crisis he llegado a admirarlo profundamente. Nunca bajó los brazos y supo mantener el espíritu de equipo del teatro y de los elencos.

La situación de los demás teatros independientes ha sido crítica y los grupos luchan por sobrevivir. Es muy duro para las salas pequeñas, porque la reducción de los aforos prácticamente las lleva a desaparecer. Ha habido ayuda por parte de organismos como ARTEI, asociación de teatros independientes; el Instituto Nacional del Teatro, el Fondo Nacional de las Artes y PROTEATRO, de la CABA. Nada es suficiente y hoy, con el nuevo cierre, me atrevo a decir que muchos teatros desaparecerán.

¿Cómo sigue la actividad del teatro?

En primer lugar, el Teatro Empire aspira a sobrellevar las enormes dificultades que le plantea la pandemia. En lo inmediato, si se reabren los teatros, se continuará con las funciones de El Reñidero y Dido y Enas, que han tenido excelente repercusión del público y la crítica. Más adelante, el Empire espera que regresen a su escenario los espectáculos de danza, música y teatro que lo poblaban. Era normal que hubiera hasta tres espectáculos diarios en la sala y que esos artistas regresaran año tras año.

El 20 de junio, aniversario de la inauguración del edificio, está programado presentar mi libro Las voces del teatro Empire, con la presencia del Secretario General de La Fraternidad y un panel formado, en principio, por Antonio Leiva y yo. Esperamos que se pueda hacer de manera presencial.

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