jueves 25 de abril de 2024
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Adiós Sr. Trump

Donald Trump termina su mandato visitando el muro fronterizo con México, una parábola de su gestión: una promesa cumplida a medias sobre un asunto que fue caballo de batalla de su ascenso político: el odio al inmigrante.

Sólo logró levantar unos 630 kilómetros de los 3145 de frontera entre ambos países y su política económica resultó más intimidante para los inmigrantes que las medidas medievales consistentes en amurallar las divisiones políticas. El muro, aunque parcial, es una metáfora de su gestión negacionista de la globalización, de la diversidad y de los graves problemas que enfrenta la humanidad como el cambio climático o la lucha contra la actual pandemia.

Trump se apoyó en grupos supremacistas minoritarios que crecieron en el fermento de la crisis económica, la desinformación, las conspiraciones, las regresiones conservadoras y el desprecio por la diferencia. Esos mismos grupos, azuzados por el blondo empresario inmobiliario, asaltaron el Capitolio la semana pasada – una especie de putch de Kapp – causando la muerte de 5 personas, estupor mundial y una gran herida al ya ajado prestigio de los EE.UU. como líder global.

Pero tal como le enseñara Roy Cohn, Trump machaca incólume con un relato que dista años luz de la verdad. En la ciudad de Alamo, en el valle del Río Grande de Texas, el martes pasado dijo suelto de cuerpo ante la mole de concreto: “promesa hecha, promesa cumplida.” Y agregó que el muro parcialmente construido es “uno de los proyectos de infraestructura más grandes en la historia de nuestro país.” Tan impávido como cuando niega haber fomentado la toma del Capitolio junto con otros senadores como Ted Cruz, su hijo, o su abogado Rudolph Giuliani.

La administración Trump gastó más de 15.000 millones en el proyecto del muro fronterizo,  provenientes de asignaciones del Congreso o de fondos desviados del Departamento de Defensa. Nada de eso fue pagado por México, una promesa que Trump hizo repetidamente en la campaña electoral de 2016, pero que fue completamente ignorada por los funcionarios mexicanos de dos administraciones diferentes.

Este acto público de Trump es el primero luego de los mortíferos disturbios en el Capitolio. En los últimos días admitió la derrota, estuvo aislado -el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott  no estuvo presente en el acto del muro-, varios de sus funcionarios renunciaron y el propio Mike Pence parece haberle dado la espalda.

Si la investigación federal sobre las muertes en el asalto al Capitolio determina que los responsables fueron incitados a la violencia en el mitin de Save America que ocurrió unas horas antes, el presidente Donald Trump podría enfrentar cargos penales. El código penal federal tipifica como delito que “dos o más personas… se opongan por la fuerza a la autoridad [de los Estados Unidos] o por la fuerza para prevenir, obstaculizar o retrasar la ejecución de cualquier ley de los Estados Unidos” (18 USC 2384). Ese delito, incluido el uso de la fuerza, fue claramente cometido por los asaltantes, después de haber sido alentados por el presidente.

Trump también podría ser acusado de incitar al asesinato del oficial Sicknick, posibilidad remota, pero que se está barajando, para tal vez, echar a Trump de la Casa Blanca y ofrecer a Pence la posibilidad de entregar el mando a Joe Biden.

Con o sin destitución Trump pasará a ser considerado el peor presidente de su país, su ascenso marcó la crisis del sistema político norteamericano y su caída no implica, necesariamente, que las causas de su posibilidad hayan sido superadas.

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