viernes 19 de abril de 2024
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Carlos Menem, según la CIA, en 1988

El 9 de julio de 1988, Carlos Menem, un abogado, 53 años, acababa de ganar la elección interna del Partido Justicialista con más de 115.000 votos de diferencia sobre su contrincante, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Antonio Cafiero, economista, de 65 años. Menem y su compañero de fórmula, el diputado Eduardo Duhalde, serían los candidatos del partido para la elección presidencial de 1989. “La vuelta al justicialismo atávico” tituló el diario El País de España en la elección que dio por tierra con el ascendente movimiento de Renovación Peronista que tenía a Cafiero y José Manuel de la Sota como candidatos a presidente y vice.

El entonces gobernador de La Rioja derrotó a Cafiero en la propia provincia de Buenos Aires, llevándose el voto de los centros industriales y marginales que rodean a la entonces, Capital Federal.

“El surgimiento de Carlos Menem, gobernador de La Rioja, como candidato presidencial del peronismo es una importante señal de cambio partidario. Luego de haber perdido la elección de 1983 por un amplio margen frente al radicalismo, el peronismo se dividió en dos partes. Una, la vieja guardia ortodoxa que sostenía que partido debía permanecer como un movimiento ultranacionalista, militante y populista, manejado por un puñado de dirigentes políticos y sindicalistas que mantuvieran la disciplina partidaria. Y una segunda, un nuevo grupo reformista, con una imagen más democrática, mediante la atenuación de su retórica nacionalista e iniciando reformas internas tales como la elección directa de los afiliados y la garantía de la representación de las minorías”, abre el informe CIA-RDP04T00990R000100680001-6.

“Los reformistas, más pulcros, y  haciendo énfasis en la institucionalidad democrática lograron ganar la elección legislativa de septiembre de 1987, venciendo a los radicales, merced a la mala gestión de la economía del presidente Alfonsín, por un 41 a 37 por ciento, despojando al oficialismo de la mayoría en el Congreso. Casi todos los candidatos peronistas victoriosos en las listas, y 15 de 1 gobernadores, eran reformistas”, hacían la cuenta los agentes de la CIA. Este triunfo aseguró a Antonio Cafiero la dirección del partido en nombre de la “renovación”, pero la interna que se avecinaba por la candidatura presidencial pondría fin a este avance. “La facción ortodoxa mantendría su influencia, sobre todo de los poderosos sindicatos”, decía la CIA y hacía las primeras consideraciones sobre el triunfante caudillo riojano:

“Con una agenda populista centrada en la clase trabajadora y los pobres, Menem todavía no ha definido la sintonía fina de su plataforma. Esto contrasta con los intentos de los reformistas de atraer un número creciente de votantes de la clase media y trabajadores de cuello blanco, cuyo aporte fue decisivo para el triunfo radical de 1983”, aventuraban los analistas, que creían que “las poco consistentes ideas económicas de Menem giraban en torno al estatismo y el intervencionismo que había caracterizado al peronismo tradicional de antaño”. Esas ideas –pensaban los agentes– podían resumirse en cuatro puntos: “1) El crecimiento del salario y la producción, y la reducción del desempleo, alcanzables mediante una moratoria de cinco años de la deuda externa; 2) La creencia de que el Estado debe cumplir un rol principal en la economía y que los déficit de las empresas estatales podrían financiarse mediante la mejora de su eficiencia y no de las privatizaciones; 3) El hermano del candidato a presidente, Eduardo, se había manifestado por la anulación de los acuerdos entre empresas privadas y paraestatales que había suscripto la administración de Alfonsín; y 4) Menem también se había mostrado a favor del control de la banca, de modo de poder canalizar el crédito hacia la producción, y de nacionalizar el comercio exterior para controlar a los empresarios en sus intentos de evadir el control de cambio”. 

Paradójicamente, el informe asegura que “Menem se considera amigo de los negocios y está dispuesto a ofrecer incentivos impositivos y políticas proteccionistas, como así también promete sólo utilizar el congelamiento de precios como último recurso”. “Es consciente de la necesidad de la inversión extranjera, siempre y cuando esté controlada, y no parece ser partidario de las nacionalizaciones masivas, aunque ha propuesto expropiar todas las propiedades británicas de la Patagonia hasta que se resuelva la disputa por Malvinas”.

Los informantes hacen notar que, “las políticas intervencionistas trajeron un crecimiento económico masivo a su provincia e impulsado su popularidad, aunque no sin un costo significativo. De acuerdo a estimaciones de la Embajada (norteamericana), Menem utilizó las exenciones impositivas de la Ley de promoción industrial para atraer industrias privadas a la provincia. Gastó en rutas, escuelas y hospitales, a la vez que incrementó la plantilla de empleados públicos provinciales en un 60 por ciento”. Y el informe es lapidario: “La provincia está en la bancarrota, su presupuesto es deficitario, depende de los préstamos del gobierno federal para pagar bonos sin respaldo y tuvo que cerrar en marzo las puertas de la sede en Buenos Aires del banco provincial para evitar una corrida sobre sus depósitos”.

Luego el informe aborda la posible política exterior del candidato peronista: “Menem está enrolado en temas sensibles al sentido exagerado del nacionalismo independentista argentino. Los peronistas han apoyado la política exterior de Alfonsín, incluyendo la pertenencia al movimiento de los países no-alineados, el grupo de los 6 y el grupo Contadora, pero Menem – que está a favor de un mayor protagonismo de la Argentina en el Tercer Mundo– podría acrecentar la participación de su país en alguno de estos grupos. De origen sirio, Menem está interesado en Medio Oriente y podría tratar de mejorar las relaciones con Libia y la OLP, con cuyas posiciones simpatiza”.

Con respecto a la relación de Menem con los EE.UU., el informe dice: “A pesar de algunas opiniones en contrario, creemos que Menem alberga fuertes sentimientos anti norteamericanos y que su campaña incluirá ataques a los intereses y políticas norteamericanas. Esto se demostró recientemente cuando acusó a los EE.UU. de ser responsable de generar hostilidades en el Golfo Pérsico”. “Culpa a los países desarrollados por el gran endeudamiento externo de la Argentina e indudablemente criticará las propuestas de pago realizadas por los EE.UU.”. Y culmina: “Al contrario de los radicales que han evitado el tema, la facción liderada por Menem ha denunciado la política norteamericana para América Central. También podemos esperar que Menem critique el apoyo de los EE.UU. a Gran Bretaña en el conflicto de Malvinas”.

La relación de Menem con los militares también es objeto de análisis en el informe: “Habiendo estado encarcelado por el último gobierno militar durante varios años, sospechado de lazos con la izquierda, aún pesa sobre él la desconfianza de un sector de las FF.AA. Sus políticas populistas e ideas de izquierda seguramente incomodarán a sectores de la oficialidad. Menem sabe que debe tener más apoyo de las FF.AA. y para ello ha realizado una serie de reuniones con altos oficiales con el objeto de conocer sus reclamos” (aquí el informe tiene una nota al pie que dice: “creemos que al menos uno de esos oficiales está relacionado con dos de los levantamientos militares que tuvieron lugar el año pasado”).

Y sigue: “Menem se ha propuesto suturar las heridas producidas por la guerra contra la subversión (sic) y la debacle de Malvinas que sumieron en el desprestigio a las FF.AA. desde el retorno a la democracia. Está en contra de la recientemente sancionada Ley de Defensa Nacional que reorganiza a las FF.AA. con un perfil apolítico y profesional. Menem propone una amnistía general para todos los militares acusados de violaciones a los derechos humanos del último gobierno –aunque también sospechamos que propondrá lo mismo para los jefes guerrilleros que hoy están encarcelados–”.

Hecha esta semblanza, el informe se centra en el camino por delante hacia las elecciones de 1989: “Menem le da más vigor a la campaña contra los radicales. Su extensa popularidad  y su victoria en las primarias aumentarán su imagen de político efectivo. Más aún, el fracaso del programa económico radical será una pesada carga para (el candidato radical Eduardo) Angeloz, situación que brindará a los peronistas importantes oportunidades durante la campaña. Menem podría utilizar el bloque peronista del Congreso para impedir cualquier medida de corrección económica de Alfonsín, de aquí hasta que termine su mandato”.

Sin embargo, el camino de Menem estaba lleno de azares, el más importante de ellos era “evitar la desunión de su partido”, porque –según la CIA– “su nominación y el poder que le otorga en los asuntos del partido podría enfrentarlo con Cafiero, que comanda una parte sustancial del mismo y aspira a continuar en la presidencia. Las desavenencias públicas y las peleas facciosas del partido serían una fuente de pérdida de votos”.

Los sindicatos peronistas, ese factor de poder que le había dado a Menem el triunfo en la interna, también entraban en la consideración de los agentes: “Si Menem ganara la presidencia, los sindicatos reclamarían su cuota de representación tanto en el partido como en el gobierno. Más aún, reclamarían aumentos salariales inflacionarios. La renovada influencia política del sindicalismo –que aún conserva una imagen ruda y autoritaria– podría alejar a los votantes que muestran una creciente preferencia por la política democrática”.

Por último, el creciente voto de clase media era considerado, en el informe, como un elemento a tener en cuenta por Menem: “Estos votantes –muchos de los cuales son peronistas y acompañaron a los candidatos reformistas en las últimas dos elecciones– podrían hallar las ideas de Menem poco digeribles.

En ese sentido, los informantes esperaban que “el candidato radical Angeloz haga todo lo posible para alimentar el temor de la clase media respecto de Menem, y de animar a los votantes para que sea visto como la única alternativa razonable. Angeloz, proviene del ala derecha del radicalismo, tiene la imagen de político responsable, defensor de políticas económicas conservadoras y una postura pro occidental. Algunos elementos de su plataforma tales como las privatizaciones, están ganando apoyo en la población. Más aún, muchos de sus partidarios señalan el éxito fiscal de la provincia de Córdoba, de la cual es gobernador, como un ejemplo de su habilidad para gobernar. Al mismo tiempo, las chances de Angeloz declinaran si la economía se sigue deteriorando bajo  la presidencia de Alfonsín”, culmina el reporte que retrata la antesala de lo que sería el surgimiento de un nuevo presidente, protagonista, junto al saliente Alfonsín, dela primera transmisión de mando de un presidente democrático a otro desde 1928.

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