viernes 19 de abril de 2024
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Alejandro Einstoss: El riesgo de desdolarizar las tarifas

¿De qué hablamos cuando hablamos de desdolarizar las tarifas? Primero, recordemos que la factura que recibimos de luz y gas en nuestras casas -si no contamos los impuestos- las podemos dividir en dos partes: la primera, la energía y la segunda, el costo de transportar y distribuir esa energía hasta nuestras casas.

Esta última parte es un precio regulado por el Estado que se actualiza dos veces al año por inflación y que está en pesos, por lo tanto lo que está en dólares es el precio de la energía, en particular el precio relevante es el precio del gas natural con el cual se genera más de la mitad de la energía eléctrica que consumimos.

Entonces ¿por qué está en dólares el precio del gas natural? Y ahí podemos argumentar dos respuestas. La primera: desde el año 2007 perdemos el autoabastecimiento de gas natural y por ende tenemos que importar gran parte del gas que consumimos. Entonces, el dólar o la dolarización se nos mete por la ventana de las importaciones. Pero, además, el crecimiento reciente de la producción de gas local se explica por la inversión privada y extranjera. Si pesificamos y congelamos el precio del gas, aniquilará todo incentivo a la inversión y podría introducirnos en una espiral de menos inversión, menos producción, más importación y, por ende, el problema tendería a empeorar.

En resumen, la pesificación y el congelamiento del precio del gas sólo generaría una mejora temporaria de la cuestión tarifaria y no solucionaría o escondería los principales problemas que están detrás de estas cuestiones: la primera, la inestabilidad macroeconómica y la inflación que, hasta que no se solucionen, la cuestión tarifaria no encontrará una solución permanente; y la segunda -quizás más importante- es cómo se determina el precio del gas en el mercado local, un mercado fuertemente concentrado y oligopólico.

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