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Opinión 21 02 2017

Club Atlético Déjà Vú


Autor: Gonzalo Javier Lema









Caras de satisfacción, de esperanzas de encaminarse y salir de la crisis. Ahora sí va a comenzar el tan ansiado torneo. El fútbol argentino incrementará más del doble sus ingresos de TV. Parece ser la noticia de esta semana. Pero no. El relato es de una imagen de agosto de 2009.

En aquel momento el torneo apertura 2009, que coronora a Banfield campeón por primera vez, no comenzaba debido a una enorme deuda de los clubes (especialmente los grandes) con sus jugadores, algo así como cincuenta millones de pesos. En esos días apareció el gobierno de CFK dispuesto a mejorar el contrato de TSC de $230 millones a $600 millones, es decir, incrementando la suma en un 160%.

En aquel momento, siendo secretario de hacienda de un club, razoné que aquella no sería la solución. Como ahora, que todo se repite otra vez, lo puse por escrito en un artículo titulado “Que empiece el fútbol, ...amén”, y que Escenarios Alternativos publicó como si fuera un escribano virtual para cotejar hoy. La conclusión era sencilla; si el fútbol se seguía jugando con once jugadores y los equipos a distribuir fondos seguían siendo los mismos, una variable quedaba fija y la otra variaba, similar al razonamiento del modelo Mundell-Fleming, esto produciría inflación en los contratos de los futbolistas, agentes, etcétera. El comportamiento de los dirigentes por obtener mejores resultados deportivos los llevaría a buscar mejores refuerzos, a ofrecer mejores premios. Podría catalogarse esta actitud de irresponsable, pero no de irracional, sino lo contrario. Es que el sistema acordado entonces otorgaba esos incentivos. Lamentablemente, hoy se replican y me ahorra demasiadas explicaciones por lo sucedido desde 2009. Aquellos pronósticos volcados en mi artículo se hicieron realidad uno a uno.

El contrato original de Fútbol para Todos, preveía un ajuste por el TNB (incremento del abono básico domiciliario del cable). Si se hubiera hecho aquel ajuste, hoy la AFA estaría recibiendo una cifra cercana a los $3.700 millones, pero sólo recibe $1.661. Menos de la mitad. Este incumplimiento pone en evidencia que si las ofertas no superan esos $3.700, el contrato no será mejor, aún sin contemplar las mayores comtraprestaciones (por ejemplo, streaming).

Un punto es recurrente. La intervención de los gobiernos en el fútbol siempre fue ruinosa para este deporte. Aquella de la administración Kirchner, y peor aún la actual del macrismo. Así lo sentenció Simon Kuper, autor de Soccernomics, y de Fútbol contra el enemigo, en la jornada organizada por la Fundación Viva el Fútbol en noviembre del año pasado. El impulso de esta licitación de derechos de transmisión, sólo mejora el formato del principio de concurrencia. Pero el esquema sigue siendo el mismo. Una fotocopia que nos debería poner en alerta. Una vez más, hicieron oídos sordos a quienes más saben en el país de estos asuntos. Hubo una propuesta de creación de un canal de AFA (AFA TV). Esa propuesta creaba valor, AFA tendría un activo no corriente que perduraría más allá de un contrato, y desde allí buscaría a su socio estratégico. Lo hizo la Federación Chilena con excelentes resultados. Capitalizaba un activo, el más importante que tiene AFA, ya que aún con los valores deprimidos de la actualidad, los derechos de televisión importan más del 50% de los ingresos.

Pero la falta de conocimiento y visión de la comisión interventora en retirada, sumada a la desesperada necesidad del show me the money de los clubes para cubrir los agujeros, y la equivocadísima gestión del día a día, nos hicieron volver a repetir la receta del fracaso. Cambiar derechos de televisión por ingresos que se consumen instantáneamente, y pagar deudas. Ingresos corrientes por gastos corrientes. Es decir, nula inversión. Y otra vez el mismo cuento. Ahora se va a más que duplicar los ingresos, aún sin superar aquel 160% (se estima que un 120%). Pero no es un secreto. Lo saben los representantes de futbolistas, y demás agentes económicos ligados a la actividad. Si no mejoran el pago en un club habrá otro, y si hay voluntad de retenerlo empieza el círculo vicioso que ya conocemos. Una vez más la creencia errada de que el sobrepeso se remedia con un talle más grande de ropa, en vez de la dieta, vuelve a aparecer. Suscribir un nuevo contrato para seguir con la misma tecnología de gestión sólo asegura el mismo resultado. De todo corazón espero equivocarme, pero si a un bote le entra agua, y la grieta se agranda, la solución no es buscar más baldes para el "achique", sino reparar la grieta. Si el dinero que entre no se destina en una parte a infraestructura, a la formación de jugadores (acompañada con gestiones ante FIFA para que las regulaciones no sigan perjudicando a los países exportadores de futbolistas como Argentina), los estadios seguirán siendo peligrosos, y el otrora brillante fútbol juvenil argentino seguirá rezando al costado de una cancha para clasificar a un mundial.

Pero queda mucho por hacer. Un contrato de gestión de marketing, la revisión de la realización de partidos amistosos de la selección, y todas sus actividades conexas, que esta comisión interventora no avanzó, tal vez por razones de “amiguismo estudiantil”, o “parentesco consanguíneo y partidario”, como se evidencia en estos días en la política nacional. Serán los clubes los encargados de concluir esta serie de reformas, los verdaderos artífices del sostenido éxito del fútbol argentino, que la intervención saliente a pesar de sus desastrosos resultados deportivos, no pudo desdibujar. No puede desperdiciarse esta oportunidad. Los dirigentes deberían haber tomado nota de esta experiencia. Es la única señal alentadora de estos días, a pesar de los esfuerzos por menguar la representación genuina del fútbol amañando desde afuera la conformación de los órganos representativos de la AFA.

El fútbol debe mejorase desde el fútbol. Es la hora. Segundos afuera.

El autor es Director Ejecutivo Fundación Viva el Fútbol