sábado 20 de abril de 2024
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1985 Una ficción que merece el Oscar

1985 es una película que muestra a un Ministro del Interior de un gobierno declarando en contra de un juicio, y a un operador llamado Bruzo que intenta influir sobre los fallos. En el país real, un par de años antes, cinco días después de asumir como Presidente, Raúl Alfonsín convocaba al congreso a derogar la Ley de Autoamnistía de la Junta Militar, creaba la CONADEP e iniciaba el proceso del Juicio a las Juntas.

1985 es una película donde un grupo de militares sonrientes, le derivan un expediente a la Cámara de Apelaciones en lo Civil. En el país real, un año antes, el presidente Alfonsín había reformado el código de justicia militar, propiciando que el juicio fuera derivado a la Justicia Civil.

1985 es una película donde un fiscal se muestra preocupado por la recolección de pruebas y testigos. Para eso convoca a un equipo de jóvenes que, viajando por todo el país, juntan las pruebas necesarias. Realizando una tarea titánica, las llevan en un carro por los pasillos de Tribunales. En el país real, a esas alturas, la CONADEP ya había realizado esa tarea. La había compilado en el libro Nunca Más.

1985 no podría haberse rodado en Uruguay o Chile. Los productores, decidieron no contarle al mundo, que la democracia Argentina, de la mano de un líder distinto, torció el destino de impunidad que tuvieron todas las dictaduras sudamericanas. En Chile, por ejemplo, una Democracia post-pinochetista consagró al dictador Pinochet como Senador vitalicio. Hoy, treinta años después de consumada la Transición, todavía su Constitución sigue vigente. En Uruguay, se dictó una Ley de Amnistía para no juzgar a los militares. Ni siquiera un plebiscito pudo derogarlo.

1985 es una gran película que homenajea en forma justa el trabajo de los fiscales.

1985 termina mencionando que a pesar de las leyes de impunidad, los juicios continúan. En el país real, los dictadores fueron indultados en 1990 y Strassera renunció como representante de Argentina ante los Organismos de Derechos Humanos. Años después, acusó al matrimonio Kirchner de hacer un uso político de los DD.HH. Y de nunca haber firmado, en los años de plomo, ni siquiera un habeas corpus. 

1985 podría haber sido una gran fiesta popular, pero se quedó en una de esas guitarreadas de fogón, donde se cantan siempre las mismas canciones.

1985 es una película “inspirada en hechos reales”. Está bien que así sea. No es correcto pedirle a una ficción que sea consecuente con la verdad histórica. Pero tampoco es correcto que, una ficción, haga publicidad para incrementar su taquilla, diciendo que es historia.

1985. Una Pena.

The End.

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