martes 16 de abril de 2024
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Teorema, un homenaje a Raúl Baglini

Hace unos meses, nuestro columnista Eduardo Moro escribió esta semblanza sobre Raúl Baglini, que hoy falleció.

Hacia fines de los 60 se conoció  en las pantallas un film de Pasolini que hoy integra la galería de las grandes películas de culto. El guión describe la llegada de un extraño visitante que seduce y atrapa a todos los integrantes de una familia burguesa. Su narrativa cinematográfica exhibe la visión del director sobre ese tipo de relaciones en la Italia de entonces, movilizadas por la excentricidad y los atributos del personaje recién llegado.

De origen lógico y matemático, el sentido amplio de la palabra teorema alude a una proposición que desde una hipótesis inicial deriva racionalmente hacia una demostración de su cumplimiento bajo las condiciones dadas.

En nuestro mundo hizo notoria carrera el que pasó a recordarse como  teorema de Baglini (nótese el parentesco de sonoridad final de Pasolini con Baglini), formulado por el político y parlamentario argentino originario de Mendoza, que a partir de una legendaria intervención en el Congreso -defendiendo un Presupuesto proyectado por el Gobierno de Alfonsín-, expuso la idea de que cuanto más lejos se está del poder, más fáciles son los enunciados políticos irresponsables, y cuanto más cerca, mayores las posturas sensatas. En otros términos: expuso la tesis –demostrada hasta el cansancio- de que habitualmente y en política, se da una relación inversamente proporcional de responsabilidades en el sujeto, conforme a su distancia  o  cercanía con el poder.

En mi opinión, su teorema aplicaría también en las diversas actitudes frente a la Pandemia, en cuanto el escenario se llena de comentaristas y versiones fáciles, cuanto mayor es la distancia con el ejercicio de las responsabilidades sobre la vida de todos. Sabemos la incertidumbre que alcanza a  calificados niveles científicos mundiales -sus diferentes acciones frente al  desconcierto general- convocados finalmente por el ensayo elemental de prueba y error, sin pronósticos sólidos, en tales condiciones. Se trata de superar la parálisis, aún caminando en la oscuridad. Más cautelosos o más audaces, cuanto mayor es la distancia entre la responsabilidad de proyectar y elegir caminos posibles y de juzgarlos apresuradamente, o bien dependiendo de las ópticas de aproximaciones ante el inesperado y desconocido fenómeno.

Raúl Baglini, hombre de muchos talentos  probados en el ejercicio de éstos, discutido como lo somos todos los seres humanos llamados a la actividad política, ha testimoniado en su trayectoria la generosa entrega de su inteligencia a quienes tenemos el privilegio circunstancial de compartir con él momentos ocasionales de su vida. Un gigante bondadoso y ocurrente, lleno de anécdotas y modismos paradojales, que encantan su presencia y conversación magistral.

Hoy está en Mendoza, aquejado por algún impedimento pasajero. Desde la distancia y nuestro aislamiento obligado por la responsabilidad de todos ante la crisis, extrañamos su cordialidad, confiados en su pronto restablecimiento. Volveremos al futuro con su amigable compañía, para continuar compartiendo con él la galaxia de sus inagotables inquietudes.

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