jueves 28 de marzo de 2024
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Jesús Rodríguez: “Dejar atrás la necrofilia ideológica”

En una larga charla con Luis Novaresio en LN+, tuve la oportunidad de conversar sobre las múltiples y complejas capas políticas, económicas y sociales que caracterizan a la Argentina en este año de la décima elección presidencial desde la recuperación de la democracia cuatro décadas atrás. Reproduzco una selección sintética del diálogo a continuación. 

¿Me explicás el momento que estamos viviendo? 

Es muy difícil, muy complejo, muy desafiante y muy angustiante para mucha gente. Creo que se debe a la combinación de dos dimensiones: la debilidad política del gobierno y los desequilibrios económicos. Estas dos dimensiones, que ya son negativas, se retroalimentan la una a la otra y aumentan el problema. La debilidad política del gobierno genera incertidumbre, la que a su vez afecta negativamente las variables económicas. La evolución negativa de la economía repercute y amplía las problemas políticos del oficialismo. Esta combinación introduce algo muy preocupante que es la incertidumbre. El capitalismo está acostumbrado a vivir con el riesgo

Eso es el capitalismo.

El riesgo es innato y congénito con el capitalismo. El riesgo se pondera, se valora, se costea, se le imputa un precio. La incertidumbre, en cambio, es simplemente no saber qué va a pasar. Son cosas muy distintas. La incertidumbre es veneno para el capitalismo, para los actores económicos, para los consumidores, para los productores, para los usuarios, para los agentes económicos.

Te debe pasar cuando te reconocen, como ex ministro de economía de Alfonsín y lo que significó su gobierno en aquel momento de enamoramiento de la democracia, que te preguntan “¿Llegamos?”

El ’83 es ese momento inaugural democrático de la Argentina del cual se cumplen 40 años. El recorrido tiene claroscuros muy intensos. Del lado luminoso, haber dejado atrás la violencia como método de acción política, algo que nos azotó como sociedad durante mucho tiempo con el consentimiento de un gran número de sectores sociales. Del otro lado, la frustración de que esa institucionalidad democrática ha sido insuficiente para producir progreso económico social, colectivo e individual. A pesar de las turbulencias, de las dificultades y de las angustias, creo que existe la convicción social de que no hay otro modo de convivencia civilizada y pacífica que no sea la democracia. Debemos reconfirmar esto todos los días, porque la democracia está acosada y muestra signos de fatiga, en Argentina, en la región y en el mundo; debemos permanecer firmes en la convicción de que la única manera posible de producir progreso social y realización individual es a través de la democracia.

¿Hay algún parecido, analogía o directamente igualdad, entre aquel factor que obligó a Alfonsín entregar el poder seis meses antes y lo que pasa hoy? 

Te diría que hay una similitud y también una diferencia muy importante. La similitud con aquel momento es la incertidumbre porque, si bien el Dr. Menem casi seguro sería presidente, sus propuestas eran muy llamativas -recuperar las Malvinas con sangre, nacionalizar la banca, congelar los precios, mantener un dólar recontra alto-, entonces no se sabía qué pasaría realmente si el Dr. Menem finalmente era elegido presidente. Esa es la similitud, la incertidumbre de la que hablábamos al principio. Pero hay una diferencia definitiva y es que hoy no hay -como sí hubo en aquella oportunidad- una oposición dispuesta a atropellar al gobierno, una oposición dispuesta a tirar piedras. Había actores políticos en aquella época que decían: “¡Qué se vayan escupiendo sangre!”. Hoy eso no existe.

¿Este oficialismo es responsable?

Frente a la incertidumbre, se requiere responsabilidad de todos los actores políticos, algo que en el oficialismo no se ve. Hoy tenés a un presidente de la Nación que, en vez de afrontar las causas de la incertidumbre, declara que le gustaría que Robert de Niro lo representara en una película; un ministro de Economía que en vez de explicar la situación, recibe al presidente de la AFA y anuncia que la Argentina será sede del Mundial Sub 20; y actores políticos muy relevantes del gobierno que afirman que la fuente de todos los males de todo es un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Estas actitudes generan desasosiego.

El caso del acuerdo con el FMI solo demuestra que la oposición está a la altura de las circunstancias. Contra todas las opiniones y expectativas, la oposición votó el acuerdo con el fondo monetario internacional. ¿Qué sería hoy del gobierno sin ese acuerdo, que muchos de sus propios diputados y senadores votaron en contra? Déjame darte algunos antecedentes internacionales de responsabilidad política de quienes están en la oposición:

  • En la campaña electoral norteamericana del 2008, en medio del colapso de Lehman Brothers, el presidente Bush estuvo junto al candidato republicano y al candidato demócrata, Obama, declarando que los Estados Unidos estaban por encima de los problemas de la campaña electoral.
  • En 2002, en Brasil, frente a un acuerdo con el FMI del gobierno de Cardoso, Lula no sólo estuvo presente sino que dirigió una carta al pueblo brasileño en la que se comprometía a cumplir las metas con el Fondo en caso de ser elegido presidente. Esa meta -que era muy exigente por cierto, ya que debía haber un superávit fiscal de tres puntos del PBI- no sólo se cumplió sino que el superávit fue mayor.
  • Por último, en Uruguay en el 2002, con la turbulencia exportada desde la Argentina, el Frente Amplio facilitó el acuerdo con el FMI.

¿Qué le pasa al que llega al poder para que hable de Robert de Niro o del campeonato sub-20? ¿No ven a la gente en la calle Corrientes? ¿No ven la crisis? ¿Qué opera en el poder para que se dé esta desconexión de la realidad? 

Hay “desobligaciones”, tal vez, de gente que cree que la realidad está en su auto oficial. Perder el contacto con la realidad cotidiana, si uno no tiene la cabeza bien amueblada, puede generar problemas.

¿Alberto Fernández tiene la cabeza bien amueblada?

Me parece que no tiene el equipo necesario para afrontar los desafíos que tiene por delante. Pero también el presidente Fernández sufre, desde el primer día, problemas derivados de la anomalía congénita del dispositivo de poder del Frente de Todos. No hubo una interna política donde los afiliados se expresaran, no hubo congreso partidario, no hubo decisión de un cuerpo de conducción. Solo hubo un mensaje grabado de una persona que decidió las dos posiciones políticas más importantes de la Argentina: el presidente de la Nación y el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Cuando el núcleo de las decisiones políticas no está en la sede oficial del poder, las cosas no terminan bien, acá o en cualquier parte del mundo. Pasó un poco en Brasil, con Dilma y Lula, se puede decir que pasa ahora en Bolivia con el presidente Arce y Evo Morales, o en Colombia con el presidente Uribe y Santos. Y en la propia historia argentina, en los ’70, con López Rega, Cámpora, Perón, Lastiri, la AAA, Ezeiza.

Cuando el poder no reside donde debe.

Exactamente. Ese problema empezó el primer día de este gobierno.  El presidente Fernández mandó al Senado el pliego del procurador general; nunca lo trataron. El presidente Fernández mandó al Senado el pliego para aprobar a los directores del Banco Central de la República Argentina; fueron designados en comisión porque no fueron tratados. El presidente Fernández tuvo que intervenir tres veces la AFI, con sus tres interventores, porque el Senado no le iba a aprobar como correspondía la designación del director a través de un acuerdo de Senado. Y después está la falta de apoyo al acuerdo con el FMI, que ya hemos mencionado. 

Hemos hablado de su gestación, pero a la hora de definirlo, Alberto Fernández es…

…el presidente que los argentinos eligieron. Resultaría muy fácil para cualquiera cargar las culpas sobre la figura presidencial y yo creo que todos tenemos una cuota de responsabilidad. Primero, la decisión colectiva de esta sociedad de elegir esa fórmula -Alberto Fernández -Cristina Fernández de Kirchner-, que ganó la elección. Tenemos que hacernos cargo de eso como sociedad.

Cristina Fernández de Kirchner es… 

Es tal vez la más relevante exponente de la necrofilia ideológica, el amor por ideas fracasadas y muertas. Esa afán de poner en práctica iniciativas que tal vez alguna vez fueron útiles, funcionales y necesarias pero que hoy definitivamente están en el arcón de las cosas del pasado. Este es un problema porque frente a los desafíos de este tiempo, los cambios que en el mundo se producen, las novedades diarias, esas “utopías regresivas”, como las llama Fernando Enrique Cardoso, agigantan los problemas.

¿El kirchnerismo es un movimiento democrático?

El kirchnerismo es una expresión política clarísima de populismo,  que concibe al poder, no como una construcción colectiva, sino como un sitio a conquistar. Es un juego suma cero: si yo tengo el poder, vos no. Hay una frase que acuñó el canciller de Sarmiento cuando, luego de la guerra del Paraguay, inició un acercamiento con ese país. Dijo: “La victoria no da derechos”. Y una mayoría circunstancial electoral no da derechos. Ese es el problema de este modo populista de concebir el poder, este modo populista de gobernar, este modo populista de mirar la sociedad, de no sentir que sea aceptable tener una opinión distinta.

Cuando llegaste al ministerio de Economía al final del gobierno de Alfonsín, había tres dígitos de inflación. Si entra Sergio Massa y te pide un consejo, ¿qué le decís?

No soy quién para dar consejos, pero si tuviera que dar una opinión, le diría que haga un esfuerzo para proveer certezas.  Julio Hipólito Olivera, tal vez el único argentino que pudo haber sido Premio Nobel de Economía, explicaba que la incertidumbre produce consecuencias más perjudiciales y más duraderas que los propios errores de política económica.

Sergio Massa es…

…un dirigente político muy ambicioso.

¿Le da para ser candidato a presidente?

No sé, lo decidirá el peronismo.

Integras una autoridad no demasiado difundida masivamente y hostigada por aquellos que creen que cuando ganas las elecciones, el poder es completo y qué es esto de que viene un auditor o un síndico a decidir si algo no está bien. ¿Por qué la Auditoría General de la Nación no tiene la contundencia que debiera tener?

Matizaría tu afirmación. Hemos producido informes muy importantes. En su historia reciente, la Auditoría General de la Nación llegó hasta el hueso de lo que fue el programa Fútbol para Todos y probó las consecuencias negativas de la tercerización y la intermediación en el Estado en el programa de viviendas Sueños Compartidos. También produjo muchos informes sobre los subsidios y la ausencia de controles en los servicios públicos, como el que desgraciadamente no fue escuchado sobre transporte ferroviario y debimos lamentar la Tragedia de Once. Mas recientemente la AGN produjo un informe acerca de los gastos COVID, donde se demostró, por ejemplo, que se compraban insumos médicos que no tenían la autorización de ANMAT o que se contrataba a empresas, no por licitación sino por contratación directa, cuyos titulares eran funcionarios del Ministerio de Salud. Las causas penales que se están sustanciando en las cuales informes de la AGN son insumos, superan las cien en la actualidad.

¿Se compró vacunas por convicción ideológica antes que científica?

Me gustaría hacer un comentario más general sobre la pandemia, sobre la cual hay un recurso retórico de parte del oficialismo. ¿Cómo la gestionó esta Administración? Vamos a los números, no a las opiniones.

  • En todo el mundo los gobiernos reaccionaron con restricciones a los movimientos, consecuencia de eso se redujo la actividad económica. ¿Pero cuánto? La caída de la actividad económica global en el 2020 fue de tres puntos del PBI, dato del FMI. En Argentina, la caída fue de 10%.
  • Como consecuencia de la menor actividad, se incrementó la pobreza aquí y en todos lados. Pero de acuerdo a datos de la CEPAL,  la Argentina triplicó el incremento promedio de la pobreza de 18 países de América Latina en 2020.
  • Hubo fallecidos como en todos lados pero nosotros integramos el lote de los 15 países del mundo con mayor número de fallecidos por cien mil habitantes.
  • La Universidad de Oxford construyó un indicador de confinamiento que muestra a la Argentina 40% más restrictiva que el promedio mundial.
  • Un consorcio de instituciones académicas globales que mira la calidad de la democracia construyó un indicador acerca de cuánto las decisiones oficiales de los Estados aumentaron el riesgo para la calidad democrática. En un registro de 120 países, nosotros clasificamos segundos después de Sri Lanka

La gestión de la pandemia en Argentina fue muy pobre, un fracaso, una enorme frustración que además vino teñida de la necrofilia ideológica sobre la que hablábamos antes. Recordemos que hubo funcionarios de esta Administración que dijeron que la pandemia era consecuencia del neoliberalismo o que un virus microscópico vino a poner patas para arriba el capitalismo. 

¿Entendés a la persona que compra dólar a 370 y pico?

Yo puedo entender la reacción individual porque tiene toda la lógica de defensa preventiva, anticipatoria, pero esa suma de decisiones, que se justifican individualmente en esa lógica, produce consecuencias tremendas. Por eso insisto en la imperiosa necesidad de reducir la incertidumbre.

En el orden del cuestionamiento del sistema tal cual lo conocemos, Javier Milei es… 

Tiendo a respetar a todas las personas, por lo que tengo que respetarlo a Milei, pero eso no me lleva a respetar sus ideas. Somos ocho mil millones de personas en un planeta, la tierra, que tiene 500 millones de kilómetros cuadrados de superficie y hace varios miles de años que hay vida humana. Ningún individuo en ningún centímetro cuadrado en ningún segundo de esa historia vivió gobernado por las ideas que propone Milei.

Él va a decir que es adánico.

El problema es que sus ideas son poco menos que un salto al vacío, sin paracaídas.

¿Apelando tu conocimiento técnico, hay riesgos de que nos volvamos a poner de sombrero al país como en el 2001 o como en el ’89?

Si tenemos actitudes irresponsables, sí. Creo que hay que hacer un esfuerzo todos los días para llamar la atención acerca de la necesidad de que todas las personas con responsabilidades públicas -sean dirigentes políticos surgidos de una elección o funcionarios públicos, o comunicadores o empresarios de medios o líderes espirituales o representantes sindicales o dirigentes empresarios- hagan un ejercicio cotidiano y consciente de esa responsabilidad.

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