Las elecciones de este año mostraron una polarización muy importante. Casi el 89 por ciento del electorado se concentró en las dos opciones principales, cifra sólo superada en 1983 con un 92 por ciento.
Varios analistas pronostican la vuelta al bipartidismo de los años 80, pero con dos coaliciones electorales: el peronismo y el no peronismo.
Superar la fragmentación de los últimos 25 años del sistema de partidos argentinos puede traer consecuencias muy positivas para el funcionamiento del sistema en su conjunto. Pero para eso, las coaliciones que compitieron deben mantenerse unidas.
En el caso del gobierno esto es más fácil porque los recursos que concentra la presidencia funcionan como un cemento muy potente. Esto puede fallar, lógicamente, pero es mucho más difícil en el caso de la oposición.
¿Qué debería hacer Cambiemos para mantenerse unida y provocar este resultado final? Debe institucionalizarse, esto quiere decir: no puede ser solamente el instrumento de un líder sino que tiene que marcar pautas de funcionamiento compartidas, tanto para los líderes como para la previsión de los votantes; tiene que tener un mecanismo compartido para la solución de controversias que seguramente aparecerán; y tiene que adaptarse a la nueva realidad, adaptarse a estar en la oposición; plantearse nuevos objetivos; conversar con los disconformes; aceptar más la diversidad de opiniones; fortalecerse en los distritos; y sobre todo coordinar una comunicación común. Están dadas las condiciones para eso. Hay que ver si está la habilidad de los líderes y la voluntad de hacerlo.
