martes 23 de abril de 2024
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Evolución reciente de las cuentas externas

De acuerdo con las cifras publicadas por el INDEC, el saldo del intercambio comercial externo registró en 2017 un déficit de 8.515 millones de dólares. Se trata del quebranto más elevado en lo que va de la década iniciada en 2010, y el segundo verificado durante dicho período (en el año 2015 se había registrado un déficit de 3.419 millones). El desempeño verificado en 2017 se reiteró durante enero del corriente año al verificarse un saldo negativo de 986 millones dólares, valor que contrasta, fuertemente, con el déficit en ese mismo mes del año anterior (51 millones).

Este comportamiento ha despertado preocupación entre la mayoría de los analistas y consultores privados. En cambio, en las esferas gubernamentales la preocupación no parece ser la misma: consideran que se trata, básicamente, de un proceso transitorio derivado de la reactivación económica, y del incremento de la inversión en bienes de capital de origen externo. Para quienes están más preocupados, la principal razón reside en que el súbito surgimiento de un elevado déficit en la balanza comercial se ha verificado, de manera simultánea, con la profundización del desequilibrio en la cuenta de servicios reales y financieros de la balanza de pagos.

En efecto, si se consideran los montos de los principales conceptos que integran la cuenta corriente de la balanza de pagos se observa que, durante los nueve primeros meses de 2017 (última información disponible), el déficit acumulado alcanzó a los 22.476 millones de dólares; magnitud un 113% mayor al quebranto acumulado en igual lapso de 2016 (10.535 millones) y que, en relación a lo ocurrido en igual período de 2015, había exhibido una reducción de casi 2.000 millones de dólares.

Este fuerte incremento en el saldo negativo de la cuenta corriente es el resultado no sólo del agravamiento del déficit en la cuenta de servicios reales (pasó sucesivamente de 4.327 a 6.481 y a 7.996 millones de dólares entre 2015 y 2017) y, asimismo, en la de servicios financieros (desde 8.510 a 7.744 y a 11.468 millones en el mismo lapso) sino, también, en el cambio de signo en el saldo de la balanza de bienes correspondiente a los primeros 9 meses de los años 2015 a 2017: desde un magro superávit de 316 millones a otro mayor de 3.690 millones, para finalizar en un déficit de 3.012 millones de dólares.

Cabe señalar que Argentina exhibe un “déficit estructural” en los rubros de servicios reales y financieros de la balanza de pagos. Pero su profundización reciente, en el caso de la cuenta de servicios reales, encuentra su principal motivo en el creciente impacto negativo neto de los gastos en viajes y turismo, en donde el atraso del tipo de cambio juega un papel importante. Y en el caso de los servicios financieros, en el incremento del pago neto de intereses y, en una medida menor pero igualmente significativa, en el de las transferencias netas en concepto de utilidades y dividendos. Aquí influyen, de manera preponderante, el aumento del endeudamiento externo y, también, el rezago cambiario respectivamente.

En este contexto cabe preguntar, desde una perspectiva de mediano plazo, por las razones que podrían dar cuenta del fuerte deterioro en la balanza comercial que, junto con la profundización del “tradicional” quebranto en los rubros de servicios reales y financieros, ha agravado durante el año anterior el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos.

Al respecto, si se atiende al saldo del intercambio comercial en la década que comenzó en 2010, el mayor superávit se alcanzó en 2012, con 12.008 millones de dólares. El déficit más elevado fue el registrado durante el año anterior con 8.515 millones. Desde este punto de vista, ¿cómo se comportaron, entre esos años, las exportaciones e importaciones?

En términos de valor, las ventas al exterior cayeron un 27%, mientras que las importaciones, a contramano de la percepción predominante de un alza significativa, se redujeron un 1.6%. Desde este punto de vista, la razón principal del fuerte deterioro de la balanza comercial se encontraría en el comportamiento negativo del valor de las exportaciones. A su vez, este último se explica por una caída del 21.3% en el precio y una contracción del 7.2% en las cantidades.

En cambio, en el caso de las importaciones, el precio disminuyó un 12.6%, pero el volumen creció en una magnitud similar, confirmando en este aspecto la señalada sensación predominante. En síntesis, y en una mirada de mediano plazo, el deterioro de los precios internacionales de exportación parecería haber jugado un papel determinante en el surgimiento del déficit comercial externo.

¿En cuáles rubros de la canasta de exportaciones se observa la mayor caída entre los años considerados? En términos de valor, la más elevada se presenta en Combustibles y Energía (CYE) con un 65%; en segundo lugar, en las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) con 31%; en tercer término, se ubican las ventas externas de Productos Primarios (PP) con una disminución del 22% y, por último, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) con una reducción del 16%. Dada la actual importancia relativa de cada rubro en el total de las ventas externas, más de la mitad de la caída en el valor de las ventas al exterior se explica por el desempeño de los PP y las MOA, y alrededor del 40% por el desempeño de las MOI.

El cuadro es diferente si se comparan los precios de los distintos rubros entre los años 2017 y 2012. Los que más cayeron fueron los de CYE (41%), seguidos de los PP (30%) y las MOA (23%), y en mucha menor medida el de las MOI (8%). Y es aún más diferente si se atiende a lo sucedido con las cantidades exportadas entre los años mencionados. En efecto, mientras los volúmenes exportados crecieron un 11% y 9% respectivamente para los PP y las MOA, las cantidades vendidas al exterior en concepto de CYE y MOI se redujeron un 42% y 25% respectivamente.

En otras palabras, aunque no se puede ignorar, entre los años considerados, la importancia del comportamiento del tipo de cambio real (el multilateral cayó un 15%), también parece haber pesado en el desempeño de las ventas externas de PP y de MOA, de manera significativa, la caída de los precios internacionales, ya que las cantidades vendidas al exterior aumentaron en un porcentaje no desdeñable.

Diferente fue el caso de las exportaciones de CYE, donde se conjugaron dos circunstancias: una fuerte reducción en los precios externos del petróleo y de sus derivados, junto a la decisión de priorizar el destino de la producción local al abastecimiento del mercado interno.

Más sombría resulta la mirada de las MOI. La caída del 25% en los volúmenes exportados se explicaría, centralmente, por el fuerte deterioro del tipo de cambio real multilateral total en un 15% y, en mayor medida aún, con respecto a Brasil (21%). A ello cabe adicionarle el efecto de la contracción del PBI de este país (3%) entre los años señalados, ya que constituye uno de los destinos principales de las MOI (rubro en el que pesan de manera significativa las ventas del complejo automotor). En otras palabras, al nivel del tipo de cambio real prevaleciente entre los años señalados, parecería existir un problema no menor en la competitividad externa en la producción argentina de MOI.

Sin embargo, si la perspectiva se reduce a lo acontecido entre 2017 y 2015, el escenario aparece más preocupante; en particular por el lado de las compras externas. En efecto, mientras en ese lapso las exportaciones crecieron en valor un magro 2.9%, las importaciones lo hicieron en un 11.1%. En ambos casos, los precios medios se contrajeron: para las ventas al exterior un 3.2%, y para las compras de productos importados un 6.1%. Ello implica que las cantidades exportadas e importadas no sólo aumentaron entre los años considerados, sino que lo hicieron en magnitudes muy diferentes: en el primer caso, un 6.2%; en el segundo, un 18.5%.

Cabe destacar que, entre los años 2015 y 2017, las importaciones que más crecieron en valor y en cantidades, respectivamente, fueron las de vehículos de automotores de pasajeros (88% y 93%), seguidas de las de bienes de consumo (31% y 37%); de las de bienes de capital (24% y 22%); y de las de piezas y accesorios para bienes de capital (1.3% y 11%). En cambio, las compras externas de bienes intermedios se redujeron un 1.5% en valor y crecieron un 5.5% en volumen, mientras que las de combustibles y lubricantes cayeron un 17% en valor y aumentaron levemente en un 2%.

No obstante, debe tenerse en cuenta que a pesar del fuerte dinamismo que han observado durante los dos últimos años las compras externas de vehículos automotores de pasajeros y de bienes de consumo, las mismas representaban en conjunto el 25% del total de las importaciones del año 2017 (algo más de 15.000 millones de dólares). En cambio, las correspondientes a bienes de capital y a piezas y accesorios para bienes de capital representaban, en ese mismo año, alrededor del 47% de las compras totales realizadas en el exterior (unos 28.000 millones de dólares).

En este contexto, cabe preguntar acerca de cuáles son las herramientas y de los grados de libertad de que dispone el Gobierno en el corto plazo para modificar el desempeño reciente de la balanza comercial externa y de los restantes rubros del balance de pagos. Desarrollar estos aspectos excede las posibilidades de esta nota. Pero puede señalarse que, en lo inmediato, se limita a procurar un nivel real del tipo de cambio multilateral más elevado y sostenerlo en el tiempo.

Y eso es a lo que apuntó el Gobierno, esencialmente, con el cambio en la meta de inflación y el descenso de la tasa de política monetaria. Al respecto, y hasta el día 26 de febrero, el tipo de cambio real multilateral total mejoró y era apenas un 2.4% más bajo que el registrado el 17-12-2015, a la salida del cepo; un 11% mayor respecto de Brasil; pero un 12.5% menor en relación con los EEUU; y un 8% y 6% inferior respecto de China y de la Zona del Euro respectivamente.

Resta comprobar si ello será suficiente para que la balanza comercial mejore en lo que resta del año y haga posible compensar, en parte, el resultado estructural negativo, y hasta ahora creciente, de las cuentas de servicios reales y financieros del balance de pagos. En particular, en un marco donde la sequía que agobia a buena parte de la zona núcleo de la producción de granos y oleaginosas podría reducir en no menos de 3.000 millones de dólares las exportaciones totales del país durante el corriente año.

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Veinte Manzanas

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