viernes 29 de marzo de 2024
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Abraham Lowenthal: “Estamos aprendiendo día a día lo que piensa Trump”

Invitado por la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) para el XIII Congreso Nacional que se desarrolló en la Universidad Di Tella, Abraham Lowenthal, profesor emérito de relaciones internacionales en la Universidad del Sur de California, adjunto de estudios internacionales en el Watson Institute de la Universidad de Brown y miembro no residente de la Iniciativa Latinoamericana de Política Exterior Programa en la Institución Brookings, accedió a una conversación con 20M. Lowenthal fue el director fundador del Diálogo Interamericano y del Programa América Latina del Woodrow Wilson Center, institución que en noviembre de este año creará una beca que llevará su nombre.

 

Un párrafo del texto que presentó en el congreso de la SAAP nos dice que el sistema político norteamericano le da al presidente ciertas libertades con respecto a la política exterior. ¿Cómo se entiende eso a la luz de la ley que obliga a Donald Trump a aplicar sanciones a Rusia, diluyendo su pretendido acercamiento con Vladimir Putin?

Bueno, el sistema político le da, a partir de ciertas maniobras, espacio al presidente. Eso no quiere decir que el Congreso no pueda mandar algunas cosas, demandar algunas otras o que no pueda cooperar. Pero, sí, lo que ha pasado con Rusia, realmente, es una cosa medio irónica. Porque si uno supone que Trump y Putin, quizás tuvieran una intención de resolver algunos problemas y de recomponer la relación después de todo lo que pasó con los WikiLeaks y la supuesta interferencia en la campaña política, etcétera, sus reacciones han impactado en la opinión pública de forma tal, que ha hecho inconcebible este camino.

Usted también menciona que hay cosas que se dicen para ganar una elección a sabiendas que no va a poder llevarlas cuando uno llega al gobierno. ¿Ese límite se lo va a poner el Congreso a Trump si pretende llevar adelante su discurso de campaña?

La verdad es que no sabemos qué tenía en mente Trump o cuál es, por ejemplo, su política exterior. O sea, en su campaña y en sus años de hombre público, antes de ser presidente de Estados Unidos, ha dicho muchas cosas sobre cuestiones internacionales, algunas bastante conflictivas. Ha dicho, por ejemplo, que Estados Unidos no debe estar tan involucrado en conflictos internacionales, que no debe involucrarse tanto en países como, por ejemplo, Afganistán. Por otro lado, dice que debemos acabar con Al Assad, pero después no hace nada en esa dirección. Entonces, no ha mostrado una política exterior coherente ni como candidato, ni ahora. Como candidato, como todos los candidatos, buscó atacar las políticas internacionales del gobierno de turno. Hay ejemplos de esto en cada elección presidencial, la de Kennedy, Johnson, Nixon, Carter, etcétera.

La verdad es que no sabemos qué tenía en mente Trump.

De las cosas que dijo sobre política exterior, como candidato, quizás la más interesante fue su repetida declaración de que pensaba que sería importante y factible tener una relación sólida con Rusia, y, de hecho, Putin también ha dicho cosas similares. Y creo, por lo menos, por la apariencia, que hay una oportunidad de buscar un cambio. Pero la razón por la que el Congreso, casi un año después, ha puesto límites no tiene nada que ver con la naturaleza del proyecto de Trump, sino  con las circunstancias políticas vinculadas al escándalo de los WikiLeaks.

No conozco a Donald Trump en persona, con su record como empresario de Real Estate y de reality show, realmente, no presenta un perfil confiable para mí.

En su primer día como candidato declarado a la presidencia, él comenzó su discurso hablando de México con expresiones muy negativas, hasta vulgares, diciendo que el Acuerdo de Libre Comercio era el peor acuerdo en la historia humana. Esta fue una declaración de política exterior bastante clara; no era vaga, era bastante clara: se acaba con este acuerdo. Pero ahora como presidente no está siguiendo esto, o sea, no hay una negociación pragmática entre Canadá y Estados Unidos. No caben dudas que puede ser actualizado porque cuando se formalizó no había, por ejemplo, e-commerce.

No conozco a Donald Trump en persona, con su record como empresario de Real Estate y de reality show, realmente, no presenta un perfil confiable para mí. Estamos aprendiendo día tras día qué piensa y creo que él está aprendiendo día por día qué piensa. En esa dinámica, dice cosas, llega a un acuerdo con los líderes de su propio partido en el Congreso para tomar alguna medida y el día después hace un switch aparentemente contradictorio a lo que decía. Podríamos decir que es un poco improvisado.

Su texto también dice que Trump le otorga mucha importancia a las relaciones personales. Entonces, podríamos decir que si los países de América Latina quieren tener una buena relación con Estados Unidos, tal vez, tendrían que tener una buena relación personal con él.

No estoy tan seguro que en la política exterior, la relación entre el presidente norteamericano y el presidente de un país cualquiera, Argentina u otro, sea algo fundamental ni para  Trump, ni para otros presidentes. Lo que sí veo es que Trump como no tiene una estrategia coherente ni lúcida confía, estructuralmente, en su “química” con las personas. Él puede pasar un par de días en familia, en su hotel de Florida, con el presidente chino, puede jugar golf y comer bien, pero no creo que eso cambie de manera sustancial la agenda entre Estados Unidos y China.

Macri, por razones obvias más vinculadas a su predecesor que su figura, despierta cierta curiosidad en Washington, señala un momento de cambio en la relación.

Trump lleva seis meses como presidente, sus relaciones con distintos líderes mundiales consisten, hasta ahora, en reuniones bastante cortas, bastante públicas, de las más importantes ya existen reproducciones en las que se puede ver que no tiene un estilo, que no se presta a establecer una relación íntima y amable con ellos. Creo que, probablemente, lo más interesante de sus declaraciones sobre individuos es su intención de agradar. Así ha procedido con el presidente chino o con el de Filipinas, que es uno de los líderes internacionales menos atractivos para la gran parte de los observadores. No manejo, como digo, en detalle la relación entre Argentina y Estados Unidos, desde la asunción de Trump. Pero el contexto de la relación entre Argentina y Estados Unidos casi siempre ha sido de distancia. No he visto hasta ahora algo que cambie la forma de Trump. Macri, por razones obvias más vinculadas a su predecesor que su figura, despierta cierta curiosidad en Washington, señala un momento de cambio en la relación.

Una parte importante del Departamento de Estado presentó la renuncia cuando Trump asumió. ¿Eso es llamativo?

Eso pasa con la transición de un gobierno, todo o bastante cambia. A nivel de embajadores y secretarios o secretarías de estado tienen el deber de presentar su renuncia para la consolidación del presente. Y siempre hay cambios en estos puestos. Lo que pasa es que, generalmente, el nuevo presidente ya tiene bastante claro quiénes serán los reemplazos. Y aquí está lo interesante del caso. Hoy, es muy difícil encontrar gente dispuesta a sufrir todo lo que hay que sufrir en cuanto a investigaciones personales, para poder ser nombrado. De unas cien personas que están capacitadas, para ocupar estos puestos, yo diría que hay, tomando números muy redondos, unos treinta que hace 25 años hubieran aceptado hoy no aceptarían porque es demasiado hostil el proceso del nombramiento. En el Partido Republicano hay personas capaces que han trabajado en otros gobiernos, de Bush o de otros presidentes republicanos. Hay nueva gente que ha hecho carreras en las finanzas, o en negocios, o en otros campos que les gusta la política internacional… y la especulación. Aparte es como todo, ¿no?, porque van a actuar por estar. Pero Trump no es George Bush y muchos de ellos no aceptarían formar parte del gobierno de Trump.

Dicen que Trump está intentando una regularización del estado, pero regularizar una burocracia que está cada vez más débil, es difícil. Creo que es un problema serio, que no hay un equipo disponible y, por eso, es difícil para él poder anunciar su lista de gente. Por último, el carácter, el temperamento narcisista de Trump es otro factor a tener en cuenta: no quiere que nadie le diga que no.

Ud. está presentando el panorama de una burocracia debilitada que tiene la responsabilidad de llevar adelante las relaciones internacionales de los EE.UU. ¿Qué podemos esperar de la redefinición del nuevo orden mundial? ¿Los planes indescifrables de Trump? ¿Las ideas de Bannon?

Bueno, hay una dirección del poder internacional cada vez más severo. O sea, no estamos hablando del año 1950 del siglo pasado donde Estados Unidos tenía un porcentaje altísimo del producto bruto mundial y las fuerzas armadas completamente invencibles, monopolios nucleares, etcétera. Estamos en otro mundo en el que este orden que fue creado y dispuesto a seguir su liderazgo llega a su fin. Creo que el papel norteamericano en participar en la creación de un nueva orden internacional será menos de lo que fue en aquel momento histórico. Ahora, Trump no es alguien que por sus cualidades vaya a ser un gran líder para esa tarea. Ahí tenemos como ejemplo el caso de su postura frente al cambio climático. No obstante, Estados Unidos como región, como sociedad, como economía y con intelectuales con talento científico y político, no van a ser tan ausentes como el presidente Trump. Yo, por ejemplo, vivo en California. El día después del anuncio formal de Trump de que Estados Unidos salía del Acuerdo de París, el gobernador de California estaba en Beijing firmando un acuerdo con el presidente de China. Si, un acuerdo China-California para hacer varias cosas bien específicas sobre medio ambiente. Entonces, en los próximos años asistiremos a una sociedad norteamericana, a la economía norteamericana, a la empresa privada norteamericana, los estados, las cortes, los gobernadores y alcaldes, participando activamente de las relaciones internacionales. Y el accidente, yo diría que es más accidente que otra cosa porque tenemos este señor como presidente, muy probablemente dure cuatro años.

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