viernes 29 de marzo de 2024
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Portarretratos: Boris Johnson, The Toy Tory

Boris Johnson es una mezcla de Trump con el Harry de Jeff Daniels en Tonto y retonto. El pelo largo y lacio, siempre despeinado sobre la frente y más amarillo que la muchacha all yellow de Coldplay, más amarillo que el submarino. Lo fotografían en movimiento y cada toma congelada captura un gesto idiota y chifladamente desencajado e histriónico.

Los ingleses lo apodan “La Ambición Rubia”.

El caleidoscopio para combinar a Johnson y tratar de sacarle la ficha nos muestra un gordito feo, estetizado para ser excéntricamente más feo y más tonto de lo que probablemente es. Un periodista chanta como tantos. Un escritor mediocre como miles. Y un inglés con gran talento y ocurrencias para el humor como absolutamente todos lo que merezcan ese gentilicio. Bastante shakespeariano. Gordo, cómico y bravucón como Falstaff, y traidor y lujurioso como Rey Claudio. Se parece a Trump pero no es Trump, no respinga su jopo rubio y es exponencialmente más culto.

Fue alcalde de Londres en dos mandatos. Es el actual Ministro de Relaciones Exteriores, nombrado por la premier británica, debilitada por su propias limitaciones oratorias y políticas, Theresa May.  Boris es un euroescéptico de la primera hora al punto de transformarse en uno de los líderes del Brexit; una decisión muy calculada para quedar bien posicionado en la carrera para llegar a Primer Ministro. Estamos, parece, ante un oportunista supremo.

Los ingleses lo categorizan como “el factor Boris” a la hora de analizar el triunfo del Brexit, tan impensado para algunos como deseado con furia para tantos otros: la mayoría.

Como periodista tiene la marca de haber sido despedido de The Times por falsificar una cita. Fue corresponsal del prestigioso The Daily Telegraph en Bruselas, donde funciona la Comisión Europea. Johnson era fan de “La” Thatcher (como le decimos los niños argentinos de los 80). Y él, de a poco, con sus columnas que alertaban sobre un devenir centralizador y el deseo de dominio por parte de la Comisión Europea sumado a los gastos burocráticos excesivos de Bruselas,  terminaron por seducir a la Dama de Hierro, al punto de transformarse en su periodista favorito. Tuvo el valor de publicar, y de hacer creer, por ejemplo, que la UE impondría un talle único para los condones (nada da más miedo que la amenaza de igualar todos los penes) y que los chicos menores de ocho años tendrían prohibido inflar globos (de vuelta,  se puede interpretar una amenaza a la posibilidad de soñar). Henry Mance, del Financial Times, cuenta que Boris entraba a la sala de prensa de la Comisión y batía su saludo “¿Qué pasó hoy y por qué es malo para el Reino Unido?”.

Boris Johnson y David Cameron son friendenemies desde chicos, tal como lo cuenta el docudrama “When Boris met Dave” que televisó Channel 4. Los dos pasaron por el prestigioso Eton College y fueron parte del exclusivisimo Bullingdton College, un club de señoritos estudiantes de Oxford, que se juntan para cenar pantagruélicamente y cometer vandalismo en restaurantes, rompiendo ventanas con botellas de buen vino y destrozando mesas y sillas. Todo es rigurosamente reembolsado mediante sus chequeras penitentes. A los chicos educados en Eton se les permiten esos excesos en las islas. Boris lleva consigo su charme de aristócrata.

En 2001 se unió al Partido Conservador bajo el liderazgo de Cameron y de esa manera fue elegido diputado. Para esa época lo incluyeron en el Gabinete en la Sombra, el equipo paralelo y especular que conforma la oposición en los sistemas Westminster de gobierno, un gabinete con contraministros y reuniones semanales, leal a la Reina, que controla y denuncia a las carteras de los ministerios en función.

Finalmente tuvo su postulación y su cargo durante dos mandatos como alcalde londinense. Durante su gestión prohibió el consumos de alcohol en el transporte público. Como protesta (o como ceremonia de despedida al buen uso), horas antes de que entrara en vigencia la norma, subieron presuntos perjudicados, totalmente borrachos, por supuesto, a los buses y al subterráneo. También devolvió a la ciudad los Routemaster, los clásicos buses rojos londinenses de dos pisos de los que se puede ascender y descender en movimiento y que su predecesor, el laborista Livingston había quitado de circulación por considerarlos proclives a los accidentes. Y creó el sistema de bicicletas públicas, como las que luego instalaría el PRO en CABA, pero muchísimo más prolijitas.

Johnson comenzó a aparecer cada vez más seguido en tevé con intervenciones llenas de humor y ocurrencias mientras publicaba libros. Debemos decir que Johnson es un bestseller, y siempre siguió activo en el periodismo como articulista. De esta manera se fue convirtiendo en un político popular y muy famoso. También sus aventuras de amantazgo fueron parte seguidas como un culebrón por los medios y el público. La periodista Petronella Wyatt, ex amante, pública y notoria, de Boris, lo retrató en The Mail Sunday diciendo que tiene una tendencia irrefrenable a la poligamia. Fue conductor del programa “Have I got a news for you” donde se hacía lo que aquí se conoce como la sección televisiva Pasando Revista que consiste en comentar títulos de revistas y diarios, pero siempre en tono político, con invitados y con la chispa inglesa. Boris es astuto e irresistible con sus gags.

Los ingleses lo menosprecian diciendo que es un wanker: un pajero, un egoísta.

A punto de postularse como Primer MInistro para suceder a Cameron luego de dimitir tras el triunfo del Brexit en el referéndum de 2015 decidió bajar su candidatura para dedicarse a escribir la biografía de Shakespeare y porque no se consideraba la persona ideal para asumir el liderazgo que se requería tal como declaró en una gran conferencia de prensa con un whisky en la mano. En realidad, le dieron paso a su compañero de campaña brexista, Michael Gove, pero terminó ganando Theresa May quien había votado por seguir mojando las patas en Europa.

En estos días fue protagonista de un sensible y lamentable dilema de bioética internacional. El caso Charlie Gard. El bebé Charlie Gard. Un bebé británico de diez meses que posee una enfermedad minoritaria e incurable por la que no siente, no escucha ni ve, y donde su destino es morir pronto, demasiado pronto. Demasiado poco para Charlie Gard. Ante la decisión de las autoridades del hospital y de la justicia británica de desconectarlo del respirador por considerar un alargamiento de la vida artificial sin porvenir para la persona, los padres pidieron legalmente clemencia por la necesidad tremenda de no claudicar la fe y de quedárselo aquí, durante un poco más de tiempo, a su bebé Charlie Gard. Boris Johnson tomó la palabra y dijo que “no” como Ministro de Relaciones Exteriores, a las ofertas del Papa Francisco y del presidente Trump de tratar al chico en Roma o en Nueva York . Finalmente los padres de Charlie tuvieron que renunciar a la batalla. Charlie empeoró y empeorará y su destino tan corto y sagrado no se desviará.

Boris dijo que no porque él no es políticamente correcto, que es lo que se espera de todo británico encumbrado en política para ser un correcto conservador.

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