jueves 28 de marzo de 2024
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Ricardo Sidicaro: “Aquí no hay Estado ni empresarios, entonces no hay desarrollo”

Ricardo Sidicaro es investigador del CONICET y profesor titular de Ciencias Sociales de la UBA. Durante la Dictadura estuvo exiliado en Francia en donde obtuvo su doctorado en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Es autor de títulos de referencia constante en el debate político y académico: La política mirada desde arriba: las ideas del diario La Nación, La Crisis del Estado y los actores políticos y socioeconómicos en la Argentina (1989-2001) y Los tres peronismos: Estado y poder económico, 1946/55, 1973/76 y 1989/99. Es una voz lúcida de permanente consulta para el análisis de las ideas políticas argentinas.

 

¿Cómo ve estas elecciones?

Hoy la sociedad es muy heterogénea, está muy fragmentada y esto lastima la cohesión detrás de ideas o propuestas políticas. La crisis de representación es que la gente se ha vuelto irrepresentable. Esta fragmentación puede hacer que un cinco por ciento del electorado moviéndose de un lado a otro constituya una mayoría. Una parte muy importante de la gente no piensa para nada ni en las elecciones ni en la política,  está pensando dónde se va a ir de vacaciones, cuál es el teléfono nuevo que se va a comprar, cómo llega a fin de mes, y después llega al cuarto oscuro y vota lo que ve. Los ciudadanos están tan desorientados como la época que les toca vivir y los partidos políticos están tan desdibujados como la sociedad, nadie sabe bien qué quiere ni a qué le da prioridad.

Durán Barba aprendió la política asesorando a alcaldes de pueblos chicos, y en esa dimensión la política es muy sencilla.

Sin embargo cuando se le pregunta a la gente qué quiere, te responden seguridad, trabajo, mejores salarios…

Pero esos no son valores políticos, antes tenías el patriotismo, la nación, el antiimperialismo, la libertad, que eran ideas políticas, hoy las ideas políticas no generan movilización.

¿Entonces, Duran Barba tiene razón?

Durán Barba aprendió la política asesorando a alcaldes de pueblos chicos, y en esa dimensión la política es muy sencilla. Tenés que hacerle creer algunas cosas a alguna gente que no tiene mucho fervor o convicción por la política. Quizás esa pueda ser la forma de la política de esta época en muchos lados. A algunos que se jugaron a decir propuestas más trascendentes no les ha ido bien. La gente no es muy receptiva de eso.

¿No fue siempre necesario comunicar las ideas políticas en forma simple?

Es que vos antes podías movilizar ilusiones pero, después de que las ilusiones se fueron desgastando una a una, se vuelve muy difícil movilizar nuevas ilusiones. A la gente que tiene aspiraciones y quiere escuchar ideas y le resulta muy difícil creer que le están hablando en serio. Escuchá el Himno, por ejemplo, si vos escuchás el Himno Nacional no lo podés tomar en serio. Te presenta la idea de que podés ser una gran Nación y entonces cuando lo escuchás no creés en lo que estás escuchando. Hubo un momento con Alfonsín en el 83 que la gente quería ilusiones, Alfonsín ofreció bien esas ilusiones mientras que los peronistas sólo ofrecían realismo, vamos a perdonar a los militares y todas esas cosas y, además,  la gente tenía frescos sus gobiernos nefastos. Había una clara demanda de ilusiones, pero con el correr de los años fueron viniendo sólo frustraciones.

La Argentina cada diez o doce años entra en crisis, con populismos o sin ellos, nuestra economía termina sin dólares y en default…

Es que para que haya un desarrollo sustentable hace falta tener Estado y empresarios, y acá no tenés ni Estado ni empresarios. En lugar de empresarios tenés hombres de negocios y los hombres de negocios piensan en los próximos  cuatro o cinco años, entonces no pueden constituirse en el sustento de un proyecto consistente. Además tienen experiencia en que más o menos cada diez años todo se cae. Y el Estado está maltrecho y en una profunda crisis. Acá la derecha instaló el concepto de que el Estado es grande cuando el gasto es grande. Pero vos podés tener un gasto estatal muy grande de policías corruptos, de jueces que no administran justicia, de escuelas que no enseñan, etc., etc. Hay Estado cuando éste puede cumplir una cantidad de funciones que sirven para administrar y defender el interés general de la población, articular los intereses contradictorios de la sociedad, planificar el largo plazo. Pero fijate en la relación directa y más cercana que cada ciudadano tiene a diario con el Estado, que es la moneda. Un país inflacionario como la Argentina no tiene moneda. La institucionalidad es una risa, la dirigencia política habla de la categoría gente ignorando los cambios que se dan en esa categoría. La familia, por ejemplo, ha dejado de ser el centro de la sociedad. Antes una familia estaba compuesta por un padre, una madre y tres o cuatro hijos, había un orden jerárquico, el padre y la madre tomaban las decisiones y los hijos obedecían. Ahora una familia tiene un padre, una madre, uno o dos hijos de esa pareja, más los hijos de parejas anteriores, son familias ensambladas y allí el orden jerárquico es muy difuso, no está claro quién toma las decisiones.  Tenés otro aspecto que es la longevidad de las personas, la gente vive más y en consecuencia se vuelve más desconfiada. La Democracia ha ganado mucho en libertad de pensamiento, de opinión, y eso posibilita, junto con la gran cantidad de información que se tiene, que la gente se torne más exigente. Hay gente que delibera, los que no deliberan aquí son los partidos políticos. 

Pero la crisis de los partidos políticos no es exclusiva de la Argentina.

Es consecuencia por un lado de la globalización, las grandes decisiones ya no se toman más en los viejos estados nación, cualquier europeo sabe que los temas importantes se deciden en Bruselas en el Parlamento Europeo. La globalización trajo más información y más desinterés. Y por el otro lado, se ha producido una modernización de la sociedad que hace que la gente esté menos apegada a las ideas de la dicotomía política, y los partidos intentan, como pueden, reflejar esa modernización para seguir teniendo votos. Los laboristas ya no son el partido de los sindicatos, los socialdemócratas tampoco lo son y los llamados partidos conservadores, que nunca fueron auténticos partidos pero que eran federaciones de notables, tampoco expresan a las tradicionales clases dominantes, porque la dominación hoy tiene otras características. Entonces, si las decisiones que se toman en los países son más débiles, los partidos están más dibujados. En Francia, que es el caso que más sigo, desapareció prácticamente el partido socialista. En Estados Unidos está Trump que, desde afuera de la política, juntó a los golpeados por la globalización que se quedaron sin empleo y antes trabajaban en la industria automotriz y ahora en una hamburguesería.

Claro que en aquellos países que tuvieron historias de partidos, los partidos sobreviven mejor, pero la Argentina nunca tuvo una historia de partidos. Perón decía que el peronismo era un movimiento, que los partidos eran negocios de los abogados y que la idea que él tenía de partido la había visto en Europa en los fascismos que eran movimientos y no partidos. Y los radicales casi no fueron partido tampoco, se dividían permanentemente por intereses regionales, de caudillos, etc. Una experiencia de partidos importante aparece en el 83, en donde la gente tuvo expectativas en los partidos, se afiliaron dos millones al radicalismo, tres millones al peronismo, pero quedó como un acto simbólico de apoyo a la democracia.

Vos observá Carta Abierta, son gente a la que parece que no le interesa nada, mirá el lenguaje barroco que usan, es así porque compiten entre ellos a ver quién dice menos.

Volviendo a las elecciones ¿Cristina vuelve?

Mirá, después que cayó Perón en el 55, en la primera elección que se realiza que es la de la constituyente el Peronismo tiene nada más que dos millones de votos, otros dos millones tiene el radicalismo del pueblo y otros dos millones el radicalismo de Frondizi, y entonces todos dijeron “se terminó el peronismo”, sin embargo ahí lo tenés todavía, creo que porque existía una sensibilidad peronista. Lo de Cristina es distinto porque no hay sensibilidad kirchnerista, el kirchnerismo es una cosa que le puede gustar a algunos que buscan emociones, porque hay personas a las que no les gusta reconocer yo no soy nada, cuando la política está en baja siempre aparecen los desesperados por la identidad, pero son identidades totalmente endebles. Se defiende el matrimonio entre homosexuales y se está en contra del aborto, dicen que defienden los derechos humanos y entonces tendrían que haber extraditado a Isabelita, la primera responsable de los crímenes de lesa humanidad y, encima después se casaron con Milani, es decir que no tienen consistencia. Perón tenía más consistencia, no una gran consistencia. El Kirchnerismo buscaba apoyo repartiendo recursos, si aprendés la política en el desierto de Santa Cruz de lo que menos sabés es de política. El peronismo fue el atrápalo-todo de la sociedad sólida y el kirchnerismo fue el atrápalo-todo de la sociedad líquida, usando el ampliamente divulgado concepto de Zygmunt Bauman. Los peronistas constituyeron siempre una asociación pragmática y gelatinosa y esa es la clave de su supervivencia. El kirchnerismo es un actor básicamente electoral de esta sociedad que ha visto licuados sus viejos antagonismos y entonces plantea dicotomías light, es una especie de solución coloidal, concepto químico que remite a un medio fluido en el que flotan elementos sólidos que no se combinan entre sí. Son una asociación cuyos miembros tienen vínculos  inexistentes o muy laxos y compiten por los mismos bienes como en un mercado.

¿Cuál es el rol que cumplieron los intelectuales?

Vos observá Carta Abierta, son gente a la que parece que no le interesa nada, mirá el lenguaje barroco que usan, es así porque compiten entre ellos a ver quién dice menos. Intelectuales fueron los de FORJA, esos tipos crearon una idea de país, la cosa seguidista no es intelectual.

Esta es una experiencia política de gente a la que no le gusta la política

¿Sigue regalando ideas civilizatorias? Regálenos una idea para estas elecciones

En estas elecciones de cómo oscile un 3 o 5 por ciento del electorado depende el resultado. Son los que casi no confiesan el voto y no saben a quien votar. Si algún estratega político puede llegar a ellos, ése tendrá asegurada la elección. Si siguen creyendo que aquí hay un clivaje entre peronismo, kirchnerismo, radicalismo se equivocan, es mentira, la gente ya no es más nada con intensidad. Hay una cantidad de gente que tiene valores republicanos, que no necesita subsidios ni prebendas, que no tienen problemas con que la política aburra, pero los votantes que pueden ir de un lado a otro son los tipos que van a decidir las elecciones. Ya no hay más dos bloques. Peronismo y antiperonismo eran dos bloques. Vos no te podías pasar de un lado a otro. Ya no es más así. Hoy realzar la idea de que la política tiene que tener ética, es algo que sirve para un cinco por ciento del electorado. El ideal ético no puede tener fuerza en las sociedades fragmentadas.

¿Cuál es tu opinión del Gobierno del presidente Macri?

Esta es una experiencia política de gente a la que no le gusta la política, y tienen la idea de la política que tiene el hombre medio de los negocios. Pero no son la oligarquía, la oligarquía era gente seria. Entonces piensan la política con decisiones puntuales. La ventaja que tienen los partidos políticos es que cuando se discute algo, como son muchos, alguien dice, pero si hacemos esto mi vecino se va a quejar, otro advierte que si hacemos tal cosa sucede esta otra, otro sostiene la inconveniencia de la medida, y son alertas en la toma de decisiones, esto no está pasando.

El patriotismo de la constitución es decirle a la gente que no tiene futuro si no tiene República.

¿Cree necesario en la Argentina un pacto o un acuerdo político del tipo de la Moncloa en España?

La sociedad española en los setenta era una sociedad sólida, en las sociedades líquidas actuales vos no hacés un pacto de ese alcance. Hoy tenés muchas dificultades para saber qué representa cada uno. Los empresarios, por ejemplo, sólo se representan a sí mismos, pero no al capitalismo, los sindicatos a quién representan ¿al trabajo? no, representan a los muchachos del sindicato, aquí hay lugar para lo que Jürgen Habermas llama el patriotismo de la constitución, algunos países lo han usado con mucho éxito. Una forma integradora y pluralista de la identidad política. El patriotismo de la constitución es decirle a la gente que no tiene futuro si no tiene República.

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