viernes 29 de marzo de 2024
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¿Qué te pasa Cristina? O sobre egos y superyoes

Dicen los que dicen saber que tratándose de los avances de Sigmund Freud en relación a los conocimientos sobre ciertos hechos mentales a su teoría sobre el aparato psíquico no hay con que darle. Se trata, sintéticamente, de tres elementos que articulados adecuadamente producen salud mental y que tensionados son el origen de las neurosis: el Yo (Ego), el Superyo y el Ello.

En 1960, un año antes de su prematura muerte, siendo yo un joven adolescente indeciso entre la medicina y la sociología tuve la fortuna que fuese Heinrich Racker en su casa de El Cazador –cerca de Escobar–, quien me dedicara casi una hora para darme una primera noción del problema. Como algunos saben terminé dedicándome a la investigación y la enseñanza de la sociología política en un país llamado Argentina.

Algunos expertos en economía política señalan que hay dos países casi imposibles de explicar en esa materia: Japón y Argentina. Pero en la esfera de lo sociopolítico no nos quedamos atrás. Creo que sería una tarea casi inútil tratar de ubicar muchos ejemplos a nivel internacional de ex-president@s que pongan todos sus esfuerzos en competir por un cargo de menor responsabilidad. Salvo que nos concentremos en la Argentina de hoy donde encontramos a una dos veces ex presidenta volviendo, parece, a su provincia de origen tratando de ganar una banca de senadora.

Una vez más se trata de saber de qué se trata.

Dadas las difíciles circunstancias legales que afectan a la ex presidenta, producto de las investigaciones sobre su presunta participación en hechos reiterados de corrupción y mal gobierno, muchos analistas políticos señalan, plausiblemente, que se trataría de lograr de esa manera la obtención de los maltratados “fueros” parlamentarios. Como si dichos fueros no fuesen aplicables solamente a causas eminentemente políticas de los representantes, por ejemplo, expresión de ideas, opiniones, etcétera.

Es posible que la ex presidenta, que sabe perfectamente el alcance de los fueros, quiera igual contar con ellos para presentarse llegado el caso como una “perseguida” política y no como una persona investigada por corrupción.

Si los compañeros peronistas a los que les queda algún grado de poder fuesen medianamente racionales ya estarían buscando con urgencia en internet un experto en desabollar super-yoes.

Sin pretender ejercer ilegalmente el ejercicio de la psicología-psiquiatría-psicoanálisis, ni analizar en el sentido freudiano del término a nadie, me adelanto sin embargo a enunciar una proposición psicológica de efectos sociopolíticos directos. No se trata de fueros sino de egos.

El ego de la ex presidenta ha roto relaciones con su super-yo, el responsable de su control.

Su ego no le permite en este momento quedar al margen de la actividad y de las decisiones políticas cuando debería estar ocupándose de su defensa ante las fuertes denuncias de corrupción en su contra como lo haría cualquier persona normal en ese caso.

Además, como la ex presidenta tiene una clara visión conservadora del poder y de las jerarquías no sólo quiere seguir tomando decisiones y planificando estrategias político-electorales (como si las consecuencias anteriores recientes de estas conductas hubiesen sido exitosas) sino que no acepta que un ex subordinado pretenda competir con ella.

En este sentido, parece haber llegado a una decisión que el general Juan Domingo Perón decía que un peronista nunca debía tomar: sacar los pies del plato, presentándose a elecciones bajo, dadas sus propias acciones recientes, el surrealista nombre de Unidad Ciudadana, frente electoral del que se excluiría al Partido Justicialista. 

Si los compañeros peronistas a los que les queda algún grado de poder fuesen medianamente racionales ya estarían buscando con urgencia en internet un experto en desabollar super-yoes.

Lo están necesitando.

 

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