sábado 20 de abril de 2024
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Daniel Scioli: la lluvia que se derrama por tu piel de cera

¿Éramos sciolistas sin saberlo? ¿Hace ya cuantos años que en otro país paralelo, en otra vía de argentinidad tan real como la de los diarios lunares venimos siendo sciolistas?

Acudimos al Día de La Marmota de Daniel. ¿Cómo es el ciclo? Es el tropiezo, las rodillas en la arena, los ojos pidiendo perdón y las mil y un terminators ways de ponerse de pie.

¿Qué somos de Scioli? Somos sus respuestas. A todas sus propuestas públicas, estéticas y existenciales los argentinos dijimos tácitamente que sí. Vimos y dejamos que surgiera y cayera tantas veces posibles. Acudimos al Día de La Marmota de Daniel. ¿Cómo es el ciclo? Es el tropiezo, las rodillas en la arena, los ojos pidiendo perdón y las mil y un terminators ways de ponerse de pie. Cada vez peor, cada vez más destrozado, más colocado, más soñador y más encerrado en su propio relámpago fallido. Así vemos a nuestro líder de mentira. Nuestro niño, nuestro Frankenstein, nuestro galán, nuestro candidato, nuestro presidente, siempre experimental.

¿Pero nosotros por qué lo dejamos venir? ¿Por qué fuimos sciolistas? Todo en él era un canto a la vida. Luego fue todo parodia. Ahora es todo terminación eléctrica, impulso sobreviviente, la frustración de un viejo perdedor que maldice con sus párpados hinchados, su mandíbula batiente, su mueca de morfina y tramadol. La nostalgia de un viejo ganador de dientes blancos y piel tostada.

Acudimos a su carrera motonáutica por Nuevediario. El chico de los Scioli, la casa de artículos para el hogar, un negocio negro y amarillo en Santa Fe y Callao, se nos presentaba como un dotado de velocidad. En una nave magnética se deslizaba por el tiempo del río. Ya abajo de la lancha rajaba la tierra: las chicas morían por él. El levante se le iba a hacer un hobby, el gusto se le iba a clavar en la belleza moldeada y modelada para siempre. En los lomazos. Se fue a vivir con la fantasía de los adolescentes de los colegios católicos de la época. Karina Rabollini, una rubia con flequillo y corte sauvage que contrapesaba su finura de top model con un gran busto indisimulable. Karina y sus mallas cavadísimas era el cuento que la revista Gente le contaba a aquellos muchachos.

Una cosa trajo a la otra. Un peronismo trajo al otro. Y cada peronista trajo su ismo.

Una cosa trajo a la otra. Un peronismo trajo al otro. Y cada peronista trajo su ismo. Menem trajo el gusto por la velocidad y los cascos. Toda una época de carreras, banderas dameras flameando y trajes ignífugos. Mucha nave. Y la velocidad trae riesgos. Allí quedarían los malogrados Carlitos Jr. y Silvio Oltra en un accidente fatal de helicóptero. Y en ese mismo vértigo se nos desmembró Scioli, el otro conductor peronista, cuando su catamarán de carrera llamado “La Gran Argentina” se dio vuelta por una inoportuna ola provocada por un buque pesquero. El agua se transformó en lámina filosa y el brazo derecho de Scioli quedó totalmente amputado. Salvó su vida.

Luego vendría la decisión de la prótesis. Otra de las cosas a la que acudimos y que Scioli nos dio. La visión de su androide mano cerúlea es parte de nuestro acervo histórico. Todos le miramos la mano maniquí que le colgaba junto a la pierna para completar la noción simétrica que pide el cerebro de los votantes argentinos, la miramos para determinar si es la que no tenía vida, si es la mala, nos damos cuenta porque el brillo ilumina lo inerte. Fue una elección de Daniel completarse como sea.

Por lo pronto soportó sin inmutarse un perseverante maltrato por parte de la ex presidente. El sometido casi se convierte en presidente.

Fue diputado, secretario de deportes, ministro de turismo, jefe del pejota, vicepresidente y gobernador de la provincia de Buenos Aires. Un limitado que dejábamos venir porque no representaba peligro, un excéntrico proveniente de la farándula, lo suficientemente sobre adaptado. Nos calzamos un campeón de la vida. Luego vino la pátina de victimización digna. Daniel medía porque era el comodín, podía representar cualquier cosa. Por lo pronto soportó sin inmutarse un perseverante maltrato por parte de la ex presidente. El sometido casi se convierte en presidente.

La gobernación fue desastrosa. La inundación de La Plata, el punto de corrupción cristalizado en la tragedia más doloroso e insalvable. Él viajaba a Italia para tratarse el dolor de su miembro fantasma que lo tiene loco hace años. Luego llegaría La Ñata, una casa con estatuas y torneos de fútbol de famosos y tocados. Para jugar Daniel se sacaba el brazo biónico y se humanizaba con la manga de la camiseta vacía, con la gambeta exigida en la pose, con el corazón puesto en cada pelota. Daniel no refinó el gusto y se radicalizó en ser aquello que él quería. Acompañado de divas y estrellas de la canción, nos trajo reminiscencias de una estética menemista de la que fue parte y que trataba de dialogar con ese ventarrón que se le cruzó en su vida y que fue el kirchnerismo, que no traía soluciones estéticas, sino, más bien, una suerte de abulia nacional y popular, de banderas y reclamos con la que Scioli se tiñó.

No nos merecíamos un Scioli, pero lo dejamos llegar, lo acompañamos en su sueño de ser presidente. Cristina lo acompañó. Era la prueba de que estaban indecisos al final. La sucesión no era como imaginó ella, no había una K, no había reelección. Scioli era el que mejor medía y lo conocían todos. Con Daniel se podía negociar. Casi que gana. Casi que pierde.

Scioli candidato fue una nueva parodia de sí mismo. El discurso estaba amarrado a la esperanza y a la moderación desesperada. Su mujer pintaba lo suficientemente distinguida para cumplir el rol de primera dama. Karina se quedó para la campaña y para un eventual futuro como mandatarios del país. Un capítulo imperdible, para ella también. Tal vez la esperanza de un éxito semejante erotizaba la posibilidad de darse una chance. También le dijimos que sí a Karina, que bajó de la superficialidad de sus emprendimientos cosméticos contando la aceptación de la infertilidad, la secuela traumática del accidente, la superación y la admiración. La pareja podía con el dolor. Karina trascendió con una habilidad impensada: hacerse en un santiamén un peinado elegantemente recogido sin necesidad de peluqueros. Tuvo que filmar el correspondiente tutorial para socializar el tip. Pero no se les ocurrió besarse en la boca el día del debate. Por qué hubieran debido… Macri y Awada los pusieron en ridículo con una supuesta frescura del amor triunfante. No hubo Scioli presidente. Otro golpe. Se sale de esto separados sí o sí. No se aguanta más tanto empujar un sueño. Hay veces que es inhumano. Nunca antes se desmontó tan notablemente una candidatura fallida. Fueron grandes en la forma de perder.

Pero el hombre arremetió con lo primero que tuvo para llevarse al buche. Una modelo muy joven y preciosa. Una novedad de separado.

Scioli en el retiro mostró una novia despampanante y muy joven. Siempre se está en carrera, podría ser el metamensaje de campaña eterna. Pero el hombre arremetió con lo primero que tuvo para llevarse al buche. Una modelo muy joven y preciosa. Una novedad de separado.

Entonces se hicieron públicos sus lances por whatsapp con otra vedette, esto implicaba una traición. La novia reactiva y denuncialista subió todo todo a las redes. Y en ese berenjenal irrumpió la noticia de un embarazo. Una alegría que en boca de Scioli resultaría hipócrita, según su novia que dejó trascender un pedido de aborto por parte del ex gobernador. El destino nos traerá otro Scioli, engendrado al calor de la derrota, romances secretos y a la vez públicos y escándalos que gatillaron la voracidad del periodismo de celebrities.

Scioli vuelve a coquetear con una candidatura, eventualmente frente a su dama dominante, Cristina Fernández. Scioli le funciona a CFK como una buena amenaza para negociar la lista de Unidad. Ellos se quieren entre la indiferencia, la subestimación, la obediencia y el mandato vociferante de ella, que es la mujer de su vida política. Ambos, cada cual a su manera, recorren la ahora espinosa ruta del dinero que supieron recorrer y que ahora se bifurca entre medios y juzgados. El mismo día vuelve a empezar.

Será que fuimos y somos el humo de sus pasos, los restos de su cuerpo, las bellezas desencantadas, la ineptitud negada por el terco Daniel. Daniel, el acomodaticio.

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