viernes 29 de marzo de 2024
spot_img

De solicitadas e intelectuales

Hace unos días una solicitada de académicos, científicos, universitarios y gente ligada al mundo de la cultura en general apoyando la fórmula Macri-Pichetto generó mucho revuelo y se tradujo en múltiples respuestas en las redes sociales y en la prensa. Finalmente, tomó mayor dimensión con la desafortunada mención de Alberto Fernández sobre una de las firmantes de la carta en apoyo de los candidatos oficialistas.

Haciendo un poco de historia encontramos numerosos escritores y pensadores activamente involucrados en la política argentina desde el siglo XIX y esto fue en aumento iniciado el siglo XX. En los años del primer peronismo se volvió sistemático y vinculado a una nueva industria cultural de la mano del cine y la TV y asociada al General Perón y el movimiento que él encabezó.

Las solicitadas en tiempos electorales son un clásico de las campañas, más aún, cuando los diarios y periódicos de papel eran el medio predominante para informarse. También servían a los partidos para mostrar al electorado que tenía votantes distinguidos que podían influir en la opinión pública para conseguirles más apoyos.

Esto incluso, sucedía en épocas de la dictadura, como por ejemplo con la hoy celebre solicitada publicada el 5 de octubre de 1977, en este mismo diario La Prensa, reclamando sobre el destino de los desaparecidos en la Argentina.

ESCENA POLITICA

Los años 60 y 70 encontraron a los intelectuales, universitarios y artistas involucrados en la escena política y en muchos casos, comprometidos con proyectos radicalizados de cambio social. Ya en 1982 el rock y los famosos ocuparon un lugar clave durante la guerra por Malvinas, lo que se vio en el famoso recital de Obras Sanitarias y en la transmisión de 24 horas para recaudar apoyos para las tropas argentinas.

La vuelta de la democracia implicó también el retorno a la escena pública de artistas e intelectuales desde exilios internos y externos, en gran medida apoyando y rodeando la figura de Raúl Alfonsín. Las solicitadas de apoyo a candidatos fueron moneda corriente, llegando incluso a la TV. Por ejemplo, la aparecida en apoyo de los candidatos oficialistas en 1987 y que contó -entre otros- con el entonces arquero de Boca, Hugo Gatti. Su presencia le ocasionó una durísima disputa con la hinchada del club que apoyaba a Antonio Cafiero, el candidato peronista.

Los artistas peronistas, mientras tanto, eran una constante en solicitadas electorales, entre ellos, los que más aparecían eran Fontova, Dolina, Nacha Guevara, Chunchuna Villafañe, Pipo Cipolatti y en ocasiones Fabiana Cantilo, si su prima, Patricia Bullrich, era candidata. El radicalismo no se quedó atrás y en el cierre de campaña de 1989 llenó el estadio de Ferro en un acto musical que contó con Charly García, Luis A. Spinetta, Virus, Los Ratones Paranoicos, Daniel Melero y Los Pericos, entre muchos otros artistas que apoyaban la candidatura del cordobés Eduardo Angeloz.

Por esos años, la presencia pública de intelectuales y universitarios no fue tan impactante pero si muy común. Por ejemplo la Junta Coordinadora Nacional del radicalismo, la renovación peronista y luego el FREPASO mantuvieron mucha cercanía con sectores universitarios e intelectuales. Las revistas Respuesta, Unidos, Ciudad Futura y Punto de Vista entre muchas otras, fueron protagonistas de duelos de ideas y apoyos de prometedoras candidaturas que, en general, no terminaban exactamente como se habían soñado.

Con el salto tecnológico, los famosos fueron tomando más protagonismo, sobre todo en los años menemistas. La cercanía de la farándula con la política fue un clásico de la década. Menem basó gran parte de su popularidad en asociar su imagen con deportistas y artistas nacionales y extranjeros. Incluso alguno de los intelectuales que lo apoyaban, Moisés Ikonikoff, hizo el pase de los claustros a las tablas.

INTELECTUALES AL PODER

Los años de la “década ganada” fueron pródigos en el acercamiento entre intelectuales, científicos artistas y la política. La relación tuvo sostén en un importante financiamiento estatal. Desde la TV pública, los canales Encuentro, Paka Paka, la agencia Télam, el mencionado Instituto Dorrego, y el INCAA, se crearon artistas, directores, divulgadores científicos, historiadores y filósofos oficiales y hasta expertas en teorías conspirativas vinculadas a la alimentación que se coordinaban con la gran red de medios que parasitaban alrededor del Estado.

Así apareció también una suerte de autoproclamado Senado con pretensiones de cierta superioridad intelectual denominado Carta Abierta que logró gran influencia en la entonces presidente Fernández de Kirchner. Los mayores íconos de ese intento de entrismo intelectual en el Estado fueron la tristemente célebre Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional y el Instituto Dorrego, dedicado a revisar la “historia oficial”.

Pero el dinero no fue el único motivo de esta provechosa comunión. El financiamiento que fluía del Estado, a veces a través de universidades “amigas”, iba acompañado de un persistente y superficial relato nacionalista sobre la cultura, la ciencia y el papel del Estado. En este sentido no hubo nada nuevo. Apenas una expansión de las típicas ideas antioccidentales, anticapitalistas y antiliberales que, en diferentes proporciones, una importante parte de la elite defiende activamente, por lo menos, desde fines del siglo XIX. A esto el peronismo le incorporó la épica de la movilización popular y Aldo Ferrer lo inmortalizó en el claustrofóbico lema de “vivir con lo nuestro”.

El kirchnerismo no solo ofreció a sus cualificados seguidores un generoso financiamiento y un discurso sencillo de repetir y que dotó de sentido a este intercambio. También aportó algo mucho más valioso: la posibilidad de un pasado y un presente épico. O mejor dicho, la opción de construirse una trayectoria a la carta donde incorporar luchas y resistencias heroicas que nunca habían ocurrido. Elije tu propia aventura. Elije tu propio pasado.

Los Kirchner lavaron su pasado poco claro en años de la última dictadura y, a cambio, también permitieron que quienes estaban con ellos pudieran hacerlo. Así, relatores de fútbol, músicos y actores, hasta ese momento sin mayores posturas o compromisos ideológicos, se volvieron militantes y opinadores de política nacional e internacional, luchadores contra la dictadura y la impunidad.

Quienes habían poblado el Estado apoyando a Menem pudieron mostrar sus renovadas credenciales de enemigos del neoliberalismo. Los ministerios (en especial el de Educación) se llenaron de mediocres técnicos que veneraban proyectos liberadores de los que nunca se vieron resultados y, panelistas de polémicas de TV al mediodía, terminaron siendo entusiastas voceros ideológicos. “Luchador” e “intelectual”, dos categorías complejas que se ganaban luego de mucho trajinar y que eran impuestas por pares en reconocimiento a una trayectoria, pasaron a ser adjetivos de uso individual y repetidos hasta que perdieron sentido.

Entonces, si la presencia pública de intelectuales y famosos en etapas electorales fue algo común en la historia argentina ¿por qué tanta polvareda por una solicitada en el año 2019?

ROMPER EL MONOPOLIO

El kirchnerismo construyó en sus años de gobierno la imagen de que la ciencia y la cultura eran bastiones unánimes donde se les reconocían los grandes aportes hechos para el desarrollo nacional. Nunca admitió diferencias y matices en los cuerpos de académicos e investigadores. Esto aún se observa en muchas de las universidades manejadas con mano de hierro por el peronismo en la provincia de Buenos Aires y en otras provincias del país.

En diversos institutos de investigación los ingresos y promociones, sobre todo en las Ciencias Sociales, muchas veces estuvieron asociadas a la repetición de agendas similares a los discursos gubernamentales o a la pertenencia a redes de confluencia ideológica.

La solicitada que apoyaba a Juntos por el Cambio rompió con esa autoimagen pretendidamente cristalizada de que el mundo de la cultura, la ciencia y las universidades es homogéneamente kirchnerista. Además, incorporó una serie de firmas de investigadores de gran prestigio y trayectoria que no se habían manifestado en el 2015.

De hecho, en medio de un apoyo muy contundente de otros académicos y científicos a la formula opositora, el candidato Fernández no pudo sino referirse a la solicitada rival -en especial a una investigadora a la que mencionó con nombre y apellido- y el evento quedó oscurecido por ese acto, parecido a una velada amenaza, por la asimetría de los protagonistas.

Uno de los cambios pendientes es poner luz en las corporaciones que defienden su cerrazón en nombre del bien común. Terminar con los argumentos esencialistas, maníqueos y sobre todo, estamentales. Y esto tiene prioridad en ámbitos, sobre todo, ligados al conocimiento, la ciencia y la creación, donde deben primar la libertad, la calidad, la competencia y la articulación con agendas globales y democráticas.

Publicado en La Prensa el 8 de agosto de 2019.

Link http://www.laprensa.com.ar/479465-De-solicitadas-e-intelectuales.note.aspx

spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Alejandro Garvie

Marielle y Brigitte, crímenes políticos horrorosos

Fernando Pedrosa

Argentina no puede cambiar hace años, pero ahora quiere hacerlo rápido y dos veces

Maximiliano Gregorio-Cernadas

El trilema de Oppenheimer y la encrucijada argentina