sábado 20 de abril de 2024
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La decadencia americana

Una entrevista que Tucker Carlson realizó con Trump, mientras los dos estaban en Japón, culminó con un repaso de la falta de vivienda y la decadencia en las grandes ciudades de Estados Unidos, sin olvidar recordar a su auditorio que son ciudades gobernadas por demócratas.

Repasaron que Nueva York, San Francisco y Los Ángeles, tienen un gran problema con… la suciedad. Tal vez, esa suciedad sea el reflejo de que en los EE.UU. 1 de cada 5 niños es pobre, o que casi 40 millones de norteamericanos sean pobres, o que 2,3 millones estén presos –lo que constituye el primer país mundial en cantidad de presos-, o que el índice Gini orille el 0,5; o que los salarios no se hayan movido mucho en los últimos 40 años, obligando a los particulares a endeudarse de por vida para estudiar, tener un auto o una casa, tributando así al sistema financiero.

Todos estos son síntomas de una decadencia que Trump le ha endilgado a la competencia China o a la inmigración latinoamericana; no a la codicia de las corporaciones o al reinado de las finanzas que él representa –aún sin saberlo–.

Entonces, los enemigos son los inmigrantes, los países competidores y, tal vez los pobres que no tienen el suficiente ánimo emprendedor. Curiosamente, las finanzas y las multinacionales han sacado gran provecho de estos “enemigos”. Tanto los inmigrantes como los países en donde las ventajas competitivas les han abierto las puertas para instalar sus fábricas –o parte de ellas– han posibilitado el aumento de sus ganancias; hasta se han beneficiado construyendo en los EE.UU. el sistema carcelario más grande del mundo, sistema al que además operan porque las cárceles están privatizadas. También controlan la salud más cara e ineficiente del mundo.

Trump fustiga a los demócratas en su charla cómplice con Carlson: “Usted ve lo que está sucediendo en California, donde acaban de anunciar un plan para brindar atención médica gratuita a los inmigrantes ilegales, cuando muy bien podría usarse, todo ese dinero, para proporcionar vivienda, hospitalización y atención médica a la creciente cantidad de personas sin hogar. En las ciudades de Los Ángeles y San Francisco, dirigidas por los demócratas, ¿ven lo que está sucediendo en esas ciudades? ¿Puedes siquiera creerlo, qué está pasando allí? La gente se enferma con solo caminar por la calle. Se están enfermando de verdad, incluidos los oficiales de policía, que son increíbles, el trabajo que hacen nuestros agentes de la ley es increíble”. Infaltable elogio a los guardianes de un sistema punitivo cada vez más ominoso que convierte cualquier atisbo de resistencia en criminalidad.

Por las dudas, el presidente norteamericano aventura que, “quizás algunas personas sin hogar prefieran quedarse sin hogar debido a “problemas mentales (…). De hecho, tal vez les guste vivir de esa manera”, remata magnánimo.

La pobreza aterra a Trump porque le recuerda que “América First” es una gran desilusión: “No podemos arruinar nuestras ciudades. Y tienes gente que trabaja en esas ciudades. Trabajan en edificios de oficinas y para entrar al edificio, tienen que caminar por una escena que nadie hubiera creído posible hace tres años. Cuando tenemos líderes del mundo que vienen a ver al Presidente de los Estados Unidos y están recorriendo una autopista, no pueden estar mirando eso. Realmente creo que le duele a nuestro país”.

Trump considera –como muchos presidentes en la actualidad– que la pobreza es un problema individual de “falta de adaptación al medio” o de “sacrificio indispensable para estar mejor”. Digamos, al menos, que en los EE.UU. Trump no puede hablar de los demócratas como aquí podría hablarse del peronismo. Pero algo similar ocurre.

El gobierno de Trump han pedido la eliminación de la organización que coordina la respuesta federal a la falta de vivienda, el Consejo Interinstitucional sobre la Falta de Vivienda de EE.UU. y lo ha desfinanciado en el presupuesto. Por otro lado, Trump estableció mediante una acción ejecutiva el Consejo de la Casa Blanca para la Eliminación de Barreras al Desarrollo de Viviendas Asequibles –un beneficio a desarrolladores– con el cual la Casa Blanca dice que está combatiendo la falta de vivienda.

Estas señales de la decadencia norteamericana, que ostenta las fortunas más grandes del planeta harán replantear, más temprano que tarde, la inviabilidad de una estructura económica basada en la profundización de la desigualdad.

 

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