jueves 18 de abril de 2024
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El verdadero riesgo en Vaca Muerta

Hace algunas semanas la periodista Sofía Diamante nos ilustró, con un excelente artículo, sobre las consecuencias que se derivarían de los modelos de manejo que, como país, implementemos en  Vaca Muerta.

Con claridad ha colocado en un extremo el caso Noruego de gestión de los recursos de origen petrolero: calidad institucional, visión de largo plazo, conciencia de la finitud, y la necesidad de aprovechar los recursos para estimular una economía competitiva; en el otro extremo el caso de Angola: despilfarro, corrupción, enriquecimiento concentrado.

“Vaca Muerta” es una gran noticia, que con sus incipientes exportaciones ya nos está ayudando a superar el drama de la restricción externa y que en pocos trimestres más consolidará al sector energético como un estabilizador de nuestra economía. Además, está agregando empleo de calidad en una extensa cadena de valor que une puertos, empresas metalmecánicas, de cuidados ambientales, de comunicaciones, etc. También nos permite construir un puente virtuoso hacia una matriz energética más renovable y con menor impacto ambiental, sin sobresaltos.

Ahora bien, los riesgos señalados son reales y es mejor actuar cuando no hay apremios temporales.

Veamos: lamentablemente estamos lejos de constituir un entorno institucional como el noruego; es necesario poner en agenda pública esto porque empresas, provincias y ciudadanos debemos internalizar la condición finita del recurso y porque el riesgo de ser “ricos y no competitivos” es concreto y tentador.

En el otro extremo, pareciera que en Argentina no es posible un proceso tan devastador y predatorio como han padecido las naciones petroleras africanas. Aquí hay una sociedad civil más activa y atenta, un sistema político competitivo y una capacidad de denuncia pública razonable.

El verdadero riesgo que vive Argentina, nos es devenir en Angola ni Noruega, sino una variante diferente cargada de sus propias peculiaridades y riesgos y mucho más alineada con la tradición nacional.

En concreto, muchas de las expotencias soviéticas son ricas también en gas y petróleo y ni han constituido fondos relevantes de previsión, pero tampoco han destrozado sus economías actuales. ¿Qué pasa allí y porqué es importante traer a cuento el caso?

La enorme y compleja cadena de valor a que hice referencia arriba tiene múltiples puntos desde donde extraer “rentas impropias” o generar condiciones especiales de desenvolvimiento económico.

En principio, porque las regulaciones son muchas veces necesarias, y sobre la base de esa necesidad regulatoria se pueden generar “peajes” que las altas utilidades permiten y también porque un modelo “coordinado” de actuación puede posibilitar que el juego tenga un número muy limitado de jugadores; siempre es tentadora la idea de una torta repartida entre pocos.

Las privatizaciones aceleradas, y el petróleo y el gas financiaron la transformación de las ex-potencias soviéticas y la emergencia de enormes fortunas de renta, tecnológicamente avanzadas y concentradas, en escenarios de baja competencia y con conductas más cercanas a las prácticas mafiosas que a la idea de capitalismo competitivo, responsable y sostenible.

Así como Noruega o Angola parecen lejanos desde nuestra cultura política, tenemos que reconocer que a la hora de sumar costos para hacer inviable alguna economía con potencial, hemos mostrado una persistente creatividad.

El verdadero “riesgo argentino” en el caso en cuestión es justamente transformarlo en una piñata con muchos caramelos para pocos invitados, un escenario de acuerdos basados en compensaciones más que en un espacio de competencia y desarrolla empresarial calificado.

El Ejecutivo Nacional ha hecho un gran trabajo al generar consensos regulatorios que han transformado a Vaca Muerta en un verdadero faro de atracción de inversiones en el sector a escala global. Lo hizo con convicción e impregnando una visión en Provincias, Municipios, empresas, sindicatos y contratistas. Un poco a “contracorriente” de la tradición nacional ha sostenido la idea de que si cada uno no pone lo suyo, lo que podría ser una tremenda oportunidad puede quedar frustrada en promesa o dilatada en el tiempo inconvenientemente. La epopeya ha comenzado.

Pero como la película se está rodando aún, hay que mantener el nivel de alerta. Ni siquiera Vaca Muerta puede tolerar restricciones irracionales a la competencia, regulaciones absurdas, manejos tecnológicos obsoletos, descuidos ambientales o zonas de exclusión. No es un billete de lotería para algunos, es una oportunidad como país y debería ser la demostración de que podemos hacer las cosas bien.

Publicado en La Nación el 17 de mayo de 2019.

Link https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-verdadero-riesgo-vaca-muerta-nid2248782

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