jueves 28 de marzo de 2024
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De las Siete Hermanas a las Cinco más Temidas

El capitalismo en la sociedad de masas ha visto el auge y la caída de grandes empresas, de productos y de mercados. A través de lo que Joseph Alois Schumpeter llamó “destrucción creativa” los empresarios buscan, mediante la innovación, entrar en los mercados existentes, subexplotados por los oferentes actuales o mercados nuevos, creando –muchas veces– la propia demanda. Eso implica una crisis cíclica que crea desequilibrio económico. En términos schumpeterianos, el animal spirit de los empresarios es el sujeto del cambio socioeconómico.

Un ejemplo de esta destrucción creativa fue la evolución de la industria del cigarrillo en los EE.UU. En 1880, las operarias de la “Duque de Durham”, de Carolina del Norte, enrollaban a mano alrededor de 200 cigarrillos por turno, cada una. Un mecánico de la fábrica, James Bonsack, diseño y construyó una máquina que producía 120.000 cigarrillos al día, dejando a las enrolladoras sin trabajo. El nuevo problema que trajo la mecanización –además de la desocupación- fue la falta de demanda, la que se creó con el marketing, patrocinando carreras y regalándolos en concursos de belleza y anuncios en las revistas pioneras de moda.

Más de una década antes de la creación del  automóvil, la industria del cigarrillo introdujo la producción en cadena, con un producto global para el cual creó también un mercado. Y el automóvil y su expansión generaron un enorme mercado para los combustibles sin los cuales serían lindos muebles.

Así, la historia de la industria del petróleo es la historia del poder en el siglo XX. El control de su explotación, refinación y distribución quedó, en la década del ’60, en manos de siete empresas globales, denominadas por el entonces presidente de la ENI Enrico Mattei, Las Siete Hermanas: Standard Oil of New Jersey (Esso); Royal Dutch Shell; Anglo-Iranian Oil Company (AIOC), luego British Petroleum (BP); Standard Oil of New York, luego Mobil; Standard Oil of California, luego Chevron y Gulf Oil Corporation. Mattei empleó el término de manera irónica, para acusar a dichas empresas de cartelizarse, protegiéndose mutuamente en lugar de fomentar la libre competencia industrial, perjudicando de esta manera a otras empresas emergentes en el negocio.

Desde entonces, las petroleras se han fusionado y concentrado para mantener el control del mercado y sus intereses se han visto detrás de golpes de Estado y del financiamiento de guerras y revoluciones, por lo que su imbricación con la política siempre ha sido evidente.

Hoy, surgen otras corporaciones gigantes que han sido la vanguardia del avance tecnológico. El periodista sudafricano y columnista tecnológico del New York Times, Farhad Manjoo denominó hace un año a Apple; Facebook, Amazon, Microsoft y Alphabet (Google), como llamó las “Cinco más Temidas”.

Las cinco controlan la frontera tecnológica en información, comunicación, entretenimiento y sus soportes. Su poder, además del económico, supone una gran influencia cultural y de control social que entrará –tarde o temprano- en colisión con el poder regulatorio del Estado.

En la era del conocimiento disponen de recursos casi ilimitados y, a diferencia de las petroleras –que tienen un horizonte de caducidad y un “prontuario” extenso– resultan “simpáticas” a la sociedad en su conjunto. Mark Zuckerberg es más popular que cualquiera de la dinastía Rockefeller y Bill Gates, más amigable que los jeques árabes. Además, sus productos no reciben los cuestionamientos que pesan sobre la industria de los hidrocarburos.

No obstante, en su consolidación como corporaciones que amenazan con aspirar grandes bocanadas de poder, pasarán de ser novedosas y amigables a empresas establecidas que buscarán evitar –al igual que las petroleras– que surjan, de garajes, otras que las desplacen.

Hoy, las Cinco -que saben más de cada uno de nosotros que nosotros mismos- es más probable que entren en colisión con los gobiernos cuando los traten de controlar en el dominio en los servicios de la nube, la inteligencia artificial, el Big Data, los vehículos autónomos, la realidad virtual y las grandes tecnologías que serán acaparadas por ellas.

Algunas escaramuzas ya se han librado en este terreno. Durante la campaña presidencial, Donald Trump dijo que le pediría a Bill Gates que lo ayudara a clausurar las partes de internet que los terroristas estaban utilizando; que obligaría a Apple a fabricar iPhones en Estados Unidos y deslizó que The Washington Post publicaba artículos adversos a su carrera por la presidencia porque su propietario, Jeff Bezos, temía que Trump levantara cargos antimonopolio contra la principal empresa de Bezos: Amazon. Podemos decir que las Cinco más Temidas no apoyaron a Trump, pero a la hora de votar los norteamericanos no repararon en ese detalle o no les importó.

Más allá del conflicto entre las corporaciones y la política, parece que los ciclos de destrucción creativa se harán cada vez más largos y que la concentración y diversificación será la dinámica para que el poder siga en manos de unas pocas corporaciones globales.

 

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