viernes 29 de marzo de 2024
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Estado de la autonomía e igualdad de las mujeres

El avance de los derechos de las mujeres y el cambio cultural que se está produciendo lenta pero inexorablemente tiene su correlato en las instituciones del Estado. El Instituto Nacional de la Mujer (INAM), organismo recientemente elevado de rango por el gobierno de Cambiemos, es una prueba de ello. Una de las múltiples tareas que la legislación le confiere al Instituto –entre las que se acaba de agregar el Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos (PIOD) o la aplicación de la “Ley Micaela”- liderado por Fabiana Tuñez, es el de realizar informes técnicos que den cuenta de la situación objetiva de esos derechos, con datos socio demográficos generales de la población, a la vez que caracteriza la situación socio laboral de las mujeres.

Si bien es cierto que existe un avance, la información recabada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) a través de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), y procesada por el INAM, muestra las inequidades y restricciones que aún enfrentan para lograr su autonomía y las desigualdades existentes entre mujeres y varones.

La autonomía a la que se refiere el Observatorio de la Violencia contra las Mujeres –que es el responsable del informe- se define, según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, como la posibilidad que tienen las mujeres de contar con la capacidad y las condiciones objetivos para tomar decisiones libres que atañen a sus vidas en diferentes ámbitos.

Teniendo en cuenta los indicadores principales de la EPH relacionados con el mercado laboral, las tasas de actividad y de empleo de los varones supera ampliamente a las de mujeres. La tasa de desocupación tiene un comportamiento inverso, registrando un porcentaje más elevado en mujeres. Para el primer trimestre de 2018, la tasa de desocupación de los varones sube del 6 al 8 por ciento, en tanto que para las mujeres pasa del 8,7 al 10.6 por ciento.

En el caso de actividad -que mide la proporción de población que tiene trabajo o que lo busca activamente- para las mujeres se registra una tendencia creciente a lo largo de todos los trimestres. Sin embargo, este incremento no se tradujo en un aumento en la tasa de empleo para éstas, puesto que la misma se estancó durante los últimos tres trimestres. El aumento se registró en la proporción de mujeres desocupadas.

En el caso de los varones, la tasa de actividad ronda el 70 por ciento a lo largo de toda la serie analizada (es decir, aproximadamente 20 puntos por encima que sus pares mujeres), mientras que la tasa de empleo desciende 2 puntos durante el primer trimestre de 2018 respecto al cuarto trimestre del año anterior, aumentando también la desocupación para este mismo período.

En cuanto al ingreso, el informe registra una situación desfavorable de las mujeres respecto de los varones. Mientras las primeras se concentran en los deciles de menores ingresos, los segundos se concentran mayoritariamente en los últimos, es decir entre los de mayores ingresos dentro de la población. La brecha salarial es, en promedio, del 28 por ciento en favor de los hombres.

Si se considera a la población según la jefatura del hogar, vemos que un 40 por ciento de los hogares están a cargo de una mujer. A su vez, si se tiene en cuenta el nivel educativo, se constata que las mujeres jefas con nivel universitario (22 por ciento) superan a los varones universitarios (19,8 por ciento). En este contexto, más de la mitad de los hogares unipersonales, monomarentales y monoparentales tienen jefatura femenina (55,1 por ciento). De manera contraria, en los hogares nucleares completos predomina la jefatura masculina respecto a la femenina (45,6 y 16 por ciento, respectivamente).

Para el caso de las jefas de hogar, su participación laboral se ve afectada por el trabajo doméstico y el cuidado no remunerado. Por esta razón, los guarismos muestran que a medida que aumenta la edad de los hijos se incrementa la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, a diferencia de lo que ocurre con los varones.

En relación a la calidad del empleo, las mujeres encuentran trabajos en el sector informal de la economía en una proporción mayor que los varones, lo que constituye una fuente de las diferencias salariales.

Se advierte por último un fenómeno de feminización por sector de la economía, sobre todo en actividades relacionadas con trabajos de cuidado, atención de personas y servicios de limpieza, donde las mujeres se insertan, mayoritariamente, alcanzando un 73,4 por ciento). Este sector se caracteriza por contar con bajas remuneraciones, existiendo una brecha de aproximadamente un 30 por ciento con otros sectores. Los varones que encuentran conchabo en esas actividades reciben, en promedio, salarios más altos que las mujeres.

En cuanto a las posiciones de jerarquía en el trabajo, el informe señala que los varones acceden en mayor medida que las mujeres a cargos de dirección y jefatura como así también son mayoría entre los/as cuentapropistas. A la inversa las mujeres son mayoría entre los/as asalariados/as, y aun así la brecha salarial es mayor en esta categoría.

A la luz de este informe, todavía existen barreras materiales para que los derechos de las mujeres puedan plasmarse en toda su magnitud, o para que estén a la altura de la lucha política y cultural que va a la vanguardia de este movimiento.

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