martes 23 de abril de 2024
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El tipo de cambio, la inflación y la competitividad

Si bien la inflación de los últimos dos años y medio obedece a múltiples causas, no se puede negar que el tipo de cambio es una variable importante para la formación de los precios de los distintos bienes y servicios.

Los bienes y servicios transables (exportables o importables) al tener valor en dólares, tienden a trasladar más rápidamente la devaluación del tipo de cambio al mercado interno. En el caso de los bienes importados se incrementan en la misma magnitud que el tipo de cambio, porque tienen precio dólar en el mercado internacional (maquinarias, insumos importados, etc.). A su vez, los bienes exportados también incrementan en parte sus precios ante una devaluación, porque existe como alternativa venderlos en el exterior (ej. productos alimenticios).

Los bienes y servicios domésticos (que no se exportan ni se importan), para mantener la capacidad de compra en términos de los bienes transables, tienden a trasladar parcialmente la devaluación a sus precios a pesar de no estar vinculados con el comercio internacional.

A partir de la evolución de los precios locales e internacionales junto con el comportamiento de la cotización del tipo de cambio se puede obtener el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM). El TCRM, mide el precio de los bienes y servicios de nuestra economía en relación a un grupo de países con los cuales realizamos transacciones comerciales. De esta manera, cuanto más alto el TCRM mayor competitividad (“dólar caro”), cuanto más bajo menor competitividad (“dólar barato”).

El TCRM puede variar por la combinación de las distintas variables que comentamos en el párrafo anterior, pero por lo general se observa que se incrementa cuando el peso se devalúa por encima de la inflación. En cambio, disminuye cuando sucede lo contrario.

 

El TCRM[i] registra un valor promedio para el periodo enero de 1997 hasta la actualidad de 1,69 (Dic01=1). Luego de la reciente devaluación del peso, con un Tipo de Cambio promedio del orden de los $38,50 por dólar para septiembre, el TCRM registra un valor de 1,98 (ver gráfico de la izquierda). En términos de comparación histórica, se encuentra en un valor similar al promedio de los años 2009/2010.

En estos años, la cuenta corriente (ver gráfico de la derecha), que nos indica las necesidades de financiamiento en divisas que tiene la economía, se encontraba en equilibrio. Esto alienta a muchos analistas a suponer que el actual TCRM garantiza un nivel aceptable de competitividad para nuestro sector externo, dado que eliminaría la situación de déficit creciente de los últimos años.

La Consultora ACM[ii] señala que “La magnitud de la devaluación nominal ha sido tal, que intuitivamente lleva a pensar que la paridad en términos reales estaría en un nivel cercano o incluso superior al de equilibrio”. Soledad Tortarolo[iii], Research de Allaria Ledesma, afirmó: “Esta semana el tipo de cambio (peso-dólar) subió 20% hasta $ 37, y sube 114% en 12 meses. El tipo de cambio en $37 es similar (en términos reales) al que había en los años 2008-2010 (años con superávit en cuenta corriente, y déficit en la cuenta capital 20% menor al actual). Es decir, es un tipo de cambio en la zona de equilibrio”. Furiase y Vauthier[iv], Directores de EcoGo, plantean que “el tipo de cambio real bilateral con el dólar, luce suficiente para disminuir en forma significativa el desequilibrio de cuenta corriente”.

El concepto de competitividad en realidad es muy amplio, y si bien un TCRM elevado incide de manera muy importante, no depende únicamente de éste. En el largo plazo la capacidad de competir de las empresas obedece también a la inversión en capital físico y humano, a la productividad del trabajo, a la calidad de los servicios públicos y a la solvencia fiscal.

La inversión en capital físico, permite a las empresas producir mayor cantidad de bienes y servicios con la misma cantidad de insumos productivos. En este sentido, si se pretende alentar la incorporación de maquinarias al proceso productivo, es necesario ampliar el horizonte de los proyectos de inversión mediante políticas impositivas adecuadas y fundamentalmente generando un contexto de estabilidad macroeconómica.

La productividad del trabajo se encuentra estrechamente relacionada con el punto anterior. Este concepto se define como el cociente entre el volumen producido y la cantidad de horas trabajadas para obtener un nivel de producción determinado, suponiendo constante la cantidad de los otros factores productivos. Los incrementos de productividad mejoran la rentabilidad de las empresas, dado que disminuye la incidencia relativa de los costos laborales sobre el producto final.

Para esto, es fundamental mejorar la calidad de la educación formal y estrechar los vínculos entre las instituciones universitarias y el sector productivo. Las nuevas tecnologías sólo pueden ser utilizadas por trabajadores formados. Por otra parte, se obtendría como subproducto una mejora en la distribución del ingreso, porque como está demostrado empíricamente los trabajadores más calificados tienen niveles de ingresos superiores con respecto a los no calificados.

La inversión en servicios públicos y, en términos generales, en infraestructura, aumentan la eficiencia del capital tanto físico como humano. Buena calidad en los servicios permite reducir los costos de las empresas y mejorar sus posibilidades de competir internacionalmente. En este sentido, disminuir la incertidumbre sobre la oferta y la calidad de los servicios públicos más esenciales (electricidad, gas, etc.) es fundamental.

Por otra parte, para la economía es muy importante la solvencia fiscal. En la medida que se garantice la voluntad y la capacidad de pago de los compromisos del sector público, el riesgo país y el costo de oportunidad del capital para las empresas disminuye. El financiamiento de largo plazo a tasas razonables, es fundamental para la competitividad de la economía.

La competitividad de un país depende de diversas variables. El tipo de cambio real es sin lugar a dudas uno de ellas, pero no debe ser considerada como única. En la medida que avancemos sobre el resto de las variables, la competitividad del sector externo tendrá bases mucho más sólidas que las actuales.

 

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Veinte Manzanas

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