viernes 19 de abril de 2024
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Marina Silva, santa amazona

La teoría del Cisne Negro se usa para señalar un evento que aparece como una sorpresa y tiene un impacto desproporcionado, difícil de predecir, que está fuera del ámbito de las expectativas normales de la historia, la ciencia, las finanzas y la tecnología. De Marina Silva se dice que es demasiado misteriosa y que está siempre a punto de aterrizar en el Planalto para descollar.

Ahora, según todas las encuestas, Marina va a perder otra vez. El ascenso del neofacista Jair Bolsonaro, más pronunciado desde el atentado que sufrió, determinó una polarización -hoy cantada- con Fernando Haddad quien como Cámpora aquí en el 73, proclama que si él llega al gobierno Lula recuperará su poder. Y su libertad.

El Lava Jato no fue conveniente para Marina. Extremó los ánimos y su moderación social evangélica dejó de ser una opción para los brasileños. Sin embargo en una eventual segunda vuelta la mutación de sus votos será decisiva para determinar al triunfador. 

Esta lejos el 2014, cuando Marina asumió trágicamente la candidatura presidencial del Partido Socialista Brasileño (PSB) sorprendió al país y a la prensa mundial con su ascenso galopante en las encuestas. Todo Brasil hablaba de ella y de las etiquetas que la distinguían: negra, pobre, ecologista, evangelista e inteligente: a priori tenía chances de ganarle fácilmente a Dilma si iban a un ballotage. Pero nada de eso sucedió.

La abuela de Marina Silva fue la partera de su nacimiento, hace 60 años, en una aldea amazónica de Rio Branco, cerca de la frontera con Perú. Fue registrada con el nombre de María Osmarina Silva de Souza. Su tía le decía Marina cuando era una niña, y así se la conoce, como a los cantantes y a los futbolistas brasileños, por su sobrenombre; que se lo añadió en la elección de 1986, cuando los candidatos todavía no podían usar apodos en los nombres oficiales, tal como le sucedió a Luiz Inacio Lula da Silva.

Su padre era recolector de caucho y su madre murió cuando ella tenía 14 años. Tuvo diez hermanos, pero dos murieron temprano: una por sarampión y otra por malaria. Enferma de hepatitis fue a tratarse a la ciudad de Río Branco. Hasta ese momento Marina era analfabeta y muy pobre. En la ciudad y a los 15 años comenzó a aprender a leer y a escribir en un convento católico. Fue empleada doméstica, fantaseó con ser monja pero prefirió una vida mundana al final.

Estudió historia en la universidad. Se casó en 1980 con un hombre del cual se desconoce la identidad y tuvo dos hijos: Shalon y Danilo. En 1985 se divorciaron. Al año siguiente Marina se casó con su actual marido, Fábio Vaz de Lima, técnico agrícola que asesoraba a los caucheros de Xapuri, quien se encuentra involucrado en escándalos de corrupción. Con Fabio, tuvo a Moara y Mayara.

Los males tropicales que sufrió de pequeña provocados por la contaminación de los ríos amazónicos con mercurio de los buscadores de oro casi la matan. También tuvo malaria y hepatitis. Ella misma dice que sobrevivió porque está fatalmente destinada por Dios a ser presidente de Brasil. Creó así su propio mito de santidad. “Siempre tuve miedo a la muerte antes de tiempo”, dijo a la revista Rolling Stone en 2010. “Luché con ella desde que nací”.

Fue adoptando la onda verde. Hoy Silva evita consumir carne, lactosa, alcohol o gaseosas. No usa perfumes ni cosméticos. Tampoco se maquilla para aparecer en público. Es flaquita. Siempre usa el pelo negro en una colita tirante y usa ropa minimalista, de tejidos naturales y en colores neutros. Un look de evangelista, pero con buena sastrería y telas nobles.

Se la puede definir como una progresista ambiental, pero de atrás para adelante en el tiempo, es en realidad un ochenta por ciento verde y veinte por ciento roja. A pesar de ser un animal político (fue la senadora más joven de Brasil) Marina aparece ante la sociedad como la líder de la antipolítica. En su partido REDE caben todos. Pero también hay un ingrediente que la define: Marina Silva es evangélica, convertida en 1990, cuando logró salir de otra recaída por secuelas del mercurio. Pertenece a la iglesia pentecostal Asamblea de Dios.

A favor del impuesto sobre grandes fortunas. A favor de la prisión tras la condena en segunda instancia. A favor de disminuir el número de ministerios. En contra del voto obligatorio. En contra del arancelamiento en las universidades públicas. A favor de la adopción de niños por parejas homosexuales.

Comenzó al lado de Chico Mendes, que también era recolector de caucho. Fue el  líder pacifista  de los “seringueiros” brasileños, premiado varias veces por su defensa de la Amazonía y asesinado a sangre por dos hacendados en 1988.

Chico fue un emblema que trascendió las fronteras del Brasil, fue un mártir avant la lettre del ecologismo y del respeto a los aborígenes. Por eso lo liquidaron sin tapujos. Marina heredó algo de su halo.

A mediados de los 80 ella participó en la fundación de la Central Única de los Trabajadores (CUT) en Acre y, afiliada al Partido de los Trabajadores (PT), aspiró por primera vez a un cargo público en 1986 pero no logró que la eligieran diputada federal.

La “Lula en polleras” -como la solían llamar- estuvo junto al “Lula en pantalones” desde la fundación del PT hasta convertirse durante su primer gobierno como ministra de Medio Ambiente en 2003, hasta que en 2008 renunció por diferencias sobre la política de desarrollo de la Amazonía con Dilma Rousseff, entonces ministra de Minería. Se opuso a medidas como la liberalización de semillas genéticamente modificadas y a obras de infraestructura en zonas ambientalmente sensibles.

Su dimisión del PT la impulsó internacionalmente como defensora ambiental, fue multipremiada y distinguida en las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales pero se hizo de un nuevo enemigo:el sector agroindustrial. Es que durante su ministerio, Brasil redujo la tasa de deforestación amazónica, batió un récord de nuevas áreas preservadas y arrestó a cientos de personas por crímenes ambientales. Tiene buena reputación en la prensa mundial.

En 2010 se metió en las ramas del Partido Verde (PV) y fue candidata a Presidenta. En ese entonces decía que quería ser la “primera mujer negra y de origen pobre” en ocupar la presidencia de Brasil.

En esas elecciones gana Dilma, ungida por Lula como su sucesora, y Silva quedó tercera. La ecologista abandonó el PV en 2011 con la intención de crear su propio partido REDE, que lanzó dos años después, pero no logró validarlo a tiempo porque se quedó corta con las firmas requeridas por la Justicia Electoral.

La golondrina voló hacia lugares más cálidos en 2014 para hacer fórmula presidencial en el Partido Socialista Brasileño (PSB) con el malogrado candidato Eduardo Campos, que murió en plena campaña cuando se estrelló su jet privado en la ciudad de Santos, dos meses antes de las elecciones.

Así fue como heredó de Campos la candidatura a la Presidencia, donde todo el mundo hablaba de ella como un posible cisne negro. Sin embargo Marina ocupó el tercer lugar nuevamente y Dilma fue reelecta.

Esta vez Marina vuelve a la contienda electoral con REDE con los papeles en regla. Innovó en la campaña usando la tecnología blockchain para recibir en forma transparente y online donaciones a su campaña electoral en la plataforma de Voto Legal. Próximamente publicarán una interfaz pública para que cualquiera pueda acceder a los datos abiertos de la campaña electoral de Silva.

Marina estimaba recaudar al menos 100 mil reales para viáticos y 200 mil para videos y algún que otro merchandising. Una semana después de haber abierto la plataforma de donaciones recaudó 100 mil reales. Un éxito pero no va a ganar. Eso sí: será seducida por los que lleguen a la segunda vuelta, el consuelo de los terceros. Aunque se presume que apoyará a Haddad y no a Bolsonaro.

Aunque en Brasil nunca se sabe.

Marina queda entonces como falso cisne negro. Un preanuncio de una sorpresa que Marina nunca va dar. Un fenómeno inacabado. Ya es sabido que la historia la escriben los que ganan. Por los que pierden sólo se puede conjeturar, proyectar, rebajar o suspirar.

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